Conoce bien la justicia, como abogado que es, y el trabajo interno con menores que lleva a cabo la Fundación Pioneros, a la que pertenece desde hace 28 años. Con esa mirada amplia, Rafael Gil pone sobre la mesa claves para tratar de entender episodios como el ocurrido hace dos semanas en la avenida de Navarra de Logroño.
Pioneros nació en 1968 como movimiento social comprometido con los jóvenes en riesgo de exclusión social, inspirado por las ideas educativas que Julián Rezola conoció en el Mayo del 68 francés. ¿Qué queda de aquel espíritu fundacional?
El compromiso con los chicos. Julián Rezola era maestro soldador que estuvo en el Mayo del 68 y se instaló en Yagüe, un barrio obrero; aunque yo no le conocí, sé que decía que la calle era un formato para educar a los jóvenes tan perfecto como podía ser la escuela; y ese espíritu continúa. Pero en estos momentos en Pioneros tenemos jóvenes de todos los estratos sociales, desde chicos con altas capacidades a otros que pueden tener una situación conflictiva.
En la calle, se identifica a Pioneros como una organización que trabaja con jóvenes en riesgo de exclusión ¿No es correcta esa percepción?
No necesariamente. Y me gustaría aprovechar la entrevista para quitarnos ese estigma. Tenemos tres áreas fundamentales y una de ellas es la de medidas judiciales, integrada por diez profesionales, con psicólogos, educadores y trabajadores sociales, que intervienen cuando el juez de menores dicta una medida contra una persona que ha delinquido y que no conlleva ingreso en prisión. En ese momento, la Fundación Pioneros, que es adjudicataria de un concurso de la Comunidad autónoma, está obligada a velar porque el muchacho cumpla la medida judicial. A los jóvenes no se les imponen penas, sino medidas y de acuerdo con la Ley Penal del Menor hay hasta 17. Y como dice Ignacio Espinosa (juez, expresidente del Tribunal Superior), que es miembro del Patronato, tienen marcha atrás, de manera que si vemos que el chaval evoluciona, el juez puede levantar el pedal, porque la ley persigue la resocialización.
¿Cuántos menores hay en Pioneros cumpliendo medidas judiciales?
El programa de Justicia Juvenil se puso en marcha a finales de 1997 con el objetivo de que los jóvenes de 14 a 18 años que cometen un delito no fuesen internados en centros cerrados, sino que tuvieran la oportunidad de sustituir la medida judicial por prestaciones en beneficio de la comunidad, tareas socioeducativas o libertad vigilada. En 2022, en Pioneros hemos atendido a 175 chicos que han venido desde el Juzgado de Menores.
¿Algún ejemplo del tipo de trabajo que realizan esos menores para cumplir la medida impuesta por el juez?
Por ejemplo, durante un periodo de nueve meses, el juez puede dictar que un menor participe en programas de resocialización o de encuentro con su familia, si ha agredido a su padre o a su madre, en cuyo caso hay reuniones con la familia y el menor, tuteladas por un psicólogo. Si en siete meses se ve que se han restañado las heridas, informamos al Juzgado y se tiene por cumplida la medida. En el programa Reencuentro, para casos de violencia filioparental, han participado 17 menores y 25 progenitores. En el programa de prestaciones en beneficio de la comunidad, hubo 45 casos; aquí el ejemplo podría ser un grupo de chicos a los que les da una noche por romper a patadas espejos retrovisores en una hilera de coches. Con independencia de que los padres tengan que pagar los daños, para fomentar su resocialización y reducir su agresividad pueden estar en un centro de día con abuelos. O si un chico se dedica a pintar paredes, puede participar en una brigada municipal limpiando las riberas del Ebro.
Pioneros tiene áreas no dirigidas exclusivamente a menores conflictivos. ¿Qué hacen en esos ámbitos?
Una gran área es la de empleo y otra la que llamamos Educándonos, que es intervención en la calle, con educadores que van a los institutos y organizan actividades de tiempo libre y campamentos, o invitan a reflexionar sobre los objetivos del milenio o a hacer una comparsa para salir en carnaval...y tenemos hasta una banda de música multicultural. Al área de empleo, vienen jóvenes en busca de ayuda para redactar un currículum o a preparar una entrevista de trabajo, por ejemplo. Acuden chicos de todo tipo, no población con sanción penal. Otra cosa es que por nuestro potencial, podemos tener chicos del área de medidas judiciales que participen también en estas otras áreas. Por eso quiero resaltar que a Pioneros nos quiten el estigma de chicos conflictivos, que los tenemos, y nuestro trabajo es que dejen de serlo.
Usted acaba de llegar a la Presidencia, pero lleva 28 años en Pioneros. ¿Cómo eran los jóvenes de entonces y qué les diferencia de los de ahora?
No hay tantas diferencias. Recuerdo que nos reuníamos con chicos los viernes por la tarde antes de que abrieran las discotecas y tonteaban con las pastillas, los popeyes, mitsubishis, la mescalina...coqueteaban con este tipo de drogas y estaban muy preocupados por la capacidad para incorporarse al mercado laboral. Y en algunos casos había situaciones de conflicto emocional con los padres. Veinte años después, siguen existiendo problemas de coqueteo con drogas, de conflicto emocional con los padres; y entre chicos y chicas, es decir, descubrir la iniciación al sexo. Lo que ha cambiado es la gran preocupación que tenemos por el acceso tan temprano a través de las redes sociales a páginas pornográficas. Antes, con 14, 15 o 16 años podías intentar comprar una revista pornográfica y la vendedora decía: 'tú no tienes 18 años'. O intentabas colarte en Madrid en una sala de cine x y no te dejaban. Ahora todos pueden acceder a través de su terminal. Y no todos los padres tienen habilidad para poner el pin parental en el móvil de sus hijos.
Por tanto, ¿el papel de padres y madres es fundamental para evitarlo?
Como me decía hace unos días un educador, hoy en día hablamos de padres 'salmón', porque para educar tienen que ir contracorriente; a los hijos todo les viene dado con una facilidad pasmosa y los padres tienen que decirles que el porno que pueden ver en sus móviles no es lo ordinario, no es lo normal. Y la lucha es titánica. Ahora, educar a un chico exige un esfuerzo brutal de los padres y de la sociedad o las organizaciones que están en contacto con ellos.
¿Cómo se traduce ese consumo de pornografía en el comportamiento de los menores?
Los educadores dicen que muchas chicas les refieren relaciones sexuales en las que se han sentido agredidas e incómodas. Y también se traduce en unas prácticas sexuales fuera de lo ordinario, carentes de cariño y ternura. Por ello, cuesta mucho hacer énfasis en que la relaciones sexuales son un vehículo de amor, de relación, de compromiso y no de usar y tirar, que es lo que están viendo.
¿De qué edades estamos hablando?
Las estadísticas dicen que chicos y chicas empiezan a tener sus primeras relaciones sexuales a partir de los 13 y 14 años. En el caso de avenida de Navarra, hemos visto que hay gente por debajo de los 14 años que son inimputables. La percepción que tienen los educadores es que cada vez es más temprano y que la presión social del grupo por iniciarse es cada vez más temprana, porque acceden antes a esos contenidos. El móvil lo tienen cuando terminan sexto de Primaria, con 12 años. Con esa edad , salvo que los padres tengan la agilidad para establecer ese control parental, que no lo tienen todos, la puerta está abierta a esos contenidos.
¿Qué cabe hacer para evitarlo?
Desde pioneros hacemos un llamamiento a quien corresponda, porque cuando un menor recibe un móvil lo normal tiene que ser que el padre o la madre se preocupen por el acceso a determinadas páginas. Y desde un punto tecnológico tendría que venir de serie en el móvil. Que hubiera una especie de pacto de Estado con las tecnológicas del ramo para que ese acceso no sea posible hasta que la persona tiene 18 años.
Usted habla de lucha titánica. ¿Cómo hacen desde Pioneros para que los menores vean esas páginas pornográficas como algo anormal?
Estando a su lado de igual a igual. Te tienen que aceptar como un educador que está ahí en las buenas y en las malas y para esto tenemos una metodología propia, aprovechando desde reuniones en nuestros centros hasta actividades deportivas, campamentos o salidas. Ponemos sobre la mesa temas para reflexionar sobre los que ellos quieran hablar. Y ahí se dan cuenta de que el canal por el que les llegan los temas que les preocupan es uno, pero que quizás hay más.
Hace dos semanas se detenía a cinco menores por una presunta violación grupal en la avenida Navarra de Logroño y unos días después se arrestaba a otros cuatro por una pelea con palos y cuchillos. ¿Son casos aislados o hay que activar las alarmas?
Han existido siempre. En Pioneros tenemos la tesis de que ahora hay mucho más conocimiento, la gente denuncia más y las fuerzas y cuerpos de seguridad son cada día más transparentes e informan más. En las últimas estadísticas, vemos que ha aumentado ligeramente la delincuencia, aunque habría que segmentar muy bien la juvenil, pero a priori no es para alarmarse. Los datos hay que ponerlos en contexto y ver cuántos chicos salen cada fin de semana en La Rioja y cuántas actividades delictivas se producen. El porcentaje es mínimo, aunque lógicamente casos como estos alarman y hay que reflexionar sobre ello y no minimizarlo.
El director general de Justicia e Interior del Gobierno regional decía días atrás que hay un aumento de la delincuencia entre menores, no exclusiva de La Rioja, y que no hay una explicación. ¿Ustedes tienen alguna?
Nuestros técnicos dicen que hay multitud de factores. Si el centro de internamiento de menores Valvanera está lleno, habrá que reflexionar sobre su antigüedad y cómo ha aumentado la población y tal vez se ha quedado pequeño. Tenemos constatado que el acceso a edades tempranas a vídeos y páginas pornográficas está desvirtuando la forma de entender la sexualidad y hay que trabajar sobre ello.
Uno de los fenómenos que se asocian a la delincuencia juvenil son las bandas. ¿Existen en La Rioja?
A veces vemos noticias en Madrid de las famosas bandas, los Latin Kings, los Ñetas, los Dominican Don't Play... A priori, nosotros no hemos detectado aquí esa violencia juvenil organizada y esperemos que no surja, porque sería un salto cualitativo importante. Cuando un grupo de jóvenes, de forma estructurada y reflexiva, se une para cometer ilícitos penales hay que levantar la bandera amarilla y aquí no lo hemos visto. Se me puede decir que lo que pasó en la avenida Navarra, si no está próximo a una banda organizada, poco lo queda. Pero por los datos que han trascendido, no hemos visto una estructura de reflexión previa ni rituales de entrada en el grupo para ser miembro.
¿Cómo explica que aniden el machismo y el racismo en gente que ha nacido en una sociedad concienciada contra esos comportamientos?
No ayudan determinadas tendencias musicales. Que se ponga de moda una canción de Bad Bunny que dice 'yo tengo muchas novias', igual no es neutro. Aunque hay muchos chicos que hacen una reflexión y las escuelas están haciéndolo muy bien y existen programas que inciden mucho en la equiparación entre el hombre y la mujer. Otro elemento para la reflexión es que el alcohol, determinadas drogas en un ambiente en el que no tienes la cabeza bien armada, junto con el grupo, forman un cóctel peligroso. Al final, vende más el malote, el macho alfa, la masculinidad tóxica, de supremacía sobre la joven. Los arquetipos de la industria musical están ahí. Y la lucha es titánica: ¿quién va ser más escuchado, el Bad Bunny de turno o un educador de Pioneros y el profesor de ética de la escuela? La lucha es desigual, porque hay una industria detrás que lo potencia.
Hablamos de conflictos, pero hay jóvenes solidarios, luchadores... ¿Hay más de lo que alegrarse que de lo que preocuparse de cara al futuro?
Sin duda más por lo que alegrarse. Tenemos una juventud comprometida, que estudia, que quiere cambiar el mundo, que defiende valores de igualdad y que se implica en nuestros proyectos, y son la mayoría, aunque muchas veces se va el ojo a lo malo.
¿La violencia filioparental se da más ahora que hace décadas?
Sí. En Pioneros hemos estudiado la violencia de los hijos hacia sus progenitores y vemos poca cultura de aceptación de la responsabilidad paterna, que se ha diluido. Tal vez esa figura del padre que lo que dice va a misa se ha sustituido por el padre colega, que en cuanto se quiere dar cuenta no puede recuperar la autoridad. Hay también situaciones de frustración, que algunos chicos proyectan contra su padre o su madre. Existe cada día más la violencia filioparental, pero afortunadamente el hecho de ponerlo negro sobre blanco hace que los profesores y todos los que trabajan con chavales lo visualicen.
¿Hay alguna singularidad en el comportamiento de la juventud riojana o internet lo globaliza todo?
Prácticamente sí. Después de verano queremos acometer unas jornadas sobre justicia juvenil, para reflexionar con otras entidades y compartir experiencias y perfiles y debatir con compañeros de otras comunidades. A priori, no vemos que lo que pasa aquí sea distinto a lo que ocurre en Burgos, en Madrid o en Barcelona.
La situación económica no ayuda a la emancipación ni al empleo. ¿Esa falta de horizonte hace daño?
Sí, porque la edad de emancipación es muy tardía y el acceso a la vivienda y al primer empleo son complicados.
Si no tienes formación e incluso si la tienes, cuesta mucho y es lo que más les preocupa a los chicos. Cuando lo que llegan son mensajes de desesperanza, cuesta mucho mantener la moral alta. Y hay que trabajar mucho, con programas de acceso a vivienda, ayudas a la emancipación, bonos....Si queremos que nuestros chicos y chicas crean que este sistema merece la pena y quieran pagar impuestos, tienen que estar agradecidos. Y para eso, habrá que rascarse el bolsillo.
Estamos a un mes de las elecciones. ¿Hay tanto desapego de los jóvenes hacia la política como se piensa?
No. Cada día son más conscientes de que la intervención en política tiene importancia. Porque lo han aprendido y porque son conscientes de que con su voto pueden cambiar cosas. Se ha pasado del pasotismo a pensar que no es neutro votar a un partido u otro.
¿Cerramos la entrevista con un mensaje de esperanza o preocupación?
¡De esperanza! La juventud es una época de tribulación y padres y madres estamos horrorizados con lo que ha pasado en las últimas semanas, pero es algo extraordinario, no lo ordinario. Lo cual no quiere decir que nos crucemos de brazos y no enseñemos a nuestros hijos medidas de autoprotección. Y chicas y chicos son cada día más conscientes de sus derechos y de cuándo alguien les agrede. Y además las fuerzas y cuerpos de seguridad y los miembros del poder judicial hacen muy bien su trabajo. Con lo ocurrido en avenida de Navarra, me quedo con la rápida actuación de la Policía, que tiene interiorizado el protocolo, y ahora hay una investigación judicial. Antes, no hubiera extrañado que alguien hubiera dicho: 'si has ido ahí, seguro que no ibas a poner flores a la virgen'.