Hay quienes viven por y para la música, y una vida sin ella puede resultar inimaginable. Para el actual director del Conservatorio Profesional de Música Eliseo Pinedo, Carlos Blanco, es así, ya que desde su infancia, la música siempre ha sido mucho más que un pasatiempo. Aunque empezó a estudiar guitarra en el conservatorio por querer seguir los pasos de su hermano mayor, terminó despertando en él una pasión que ha definido su futuro. «Ves que te engancha, te llena, te motiva y te supone retos. Aunque me expreso con mi instrumento que es la guitarra, me considero músico porque también me gusta componer y dirigir», expresa.
Tras completar sus estudios, continuó formándose en el Conservatorio Superior Joaquín Rodrigo de Valencia, donde compaginó su formación musical con una carrera en arquitectura técnica. A pesar de dedicarse durante un tiempo al mundo de la construcción, su vínculo con la música nunca desapareció porque «seguía dando clases, ofreciendo conciertos y perfeccionando la técnica». Finalmente, logró unir sus pasiones: la enseñanza y la música, lo que le llevó a obtener su plaza como profesor de guitarra enel Conservatorio hace más de dos décadas.
Hoy, como director, Blanco lidera un equipo directivo comprometido con modernizar y abrir el conservatorio a la sociedad donde la calidad de la enseñanza prime sobre la cantidad: «El centro no ha crecido en alumnado porque no disponemos de medios suficientes para atender a más si queremos mantener la calidad». Además, su objetivo no solo es formar músicos profesionales, sino también generar un tejido cultural que enriquezca a La Rioja: «No todos nuestros estudiantes se van a profesionalizar, pero buscamos que adquieran conocimientos que les permita apreciar la música y ser parte activa de la cultura».
El conservatorio ha evolucionado significativamente en los últimos años, con instalaciones punteras y un enfoque pedagógico innovador. Además de fomentar la calidad educativa, el centro ha reforzado sus relaciones con instituciones como el Riojaforum, la Fundación Ibercaja La Rioja y el Círculo Logroñés, asociaciones locales y otros conservatorios nacionales. Estos vínculos han permitido realizar conciertos, intercambios y actividades que llevan el talento del alumnado más allá de las aulas. Y precisamente, el director destaca que son diversas las actividades y proyectos que están «en marcha» para conseguir un mayor impacto y alcance en la población riojana.
Sin embargo, los retos no son pocos. Los estudiantes deben compaginar sus estudios musicales con la formación académica convencional, lo que exige un esfuerzo extraordinario al estar en los centros educativos por la mañana y pasar la tarde en el conservatorio. Por ello, siendo consciente de lo que implica, asegura que desde el conservatorio se trabaja para apoyar y facilitar este camino ofreciendo los recursos necesarios para que los jóvenes desarrollen su talento sin abandonar ninguno de los estudios. «Disponemos de 22 cabinas de estudio para que los estudiantes practiquen con los instrumentos que no se pueden estudiar en casa por el tamaño, el precio, los vecinos...», explica.
Para el director, la música es mucho más que un trabajo; es pasión que trasciende horarios y responsabilidades administrativas. «Termino de trabajar y sigo haciendo música en casa», confiesa. Su visión no solo inspira a cada estudiante, sino que refuerza el papel del conservatorio como un pilar cultural y educativo en La Rioja.