No consta, desde luego, en los registros oficiales de sectas, pero alguna teórica, solo teórica, similitud mantienen el exjuez Fernando Presencia, encarcelado desde hace unos meses en el centro penitenciario de Logroño, y su Asociación Contra la Corrupción (Acodap). No se ha autoproclamado profeta, pero sí adalid de la lucha contra las corruptelas que siembran de dudas este país. Un buen propósito, sin duda, que le llevó a la inhabilitación de su privilegiado puesto de magistrado cuando ejercía el poder desde la toledana Talavera de la Reina.
Acusado y condenado por falsedad en las pruebas para su enriquecimiento ilícito, acabó en prisión y en septiembre de 2024 recaló en una celda del módulo de funcionarios públicos de la prisión de la capital riojana. Un pequeño espacio que no cercena su cualidad con el gatillo fácil y veloz, siempre en términos judiciales. Dicho en tono popular, denuncia a todo el que se menea aunque sus antecedentes hayan minado su credibilidad. Como al coronel de García Márquez al que nadie escribía, el exjuez Presencia no tiene quien le crea más allá de, como toda secta, sus fieles adeptos que difunden sus mensajes y denuncias aprovechando el altavoz de todas y cada una de las redes sociales. De todas.
Ha sumergido sus tentáculos en el 'caso Begoña', en el 'Koldo', menciona sin tapujos a Villarejo, a Núñez Feijóo y a una amplia retahíla de nombres propios de la actualidad española. Eso sí, muchos de sus mensajes cierran con dos números de teléfonos móviles a los que remitir el correspondiente bizum de apoyo a la lucha e incluso con los veinte dígitos de una cuenta bancaria.
Su ingreso en la penitenciaria logroñesa no ha detenido al inhabilitado juez. En apenas unos meses se ha querellado contra tres magistrados de la Justicia riojana tras negársele el habeas corpus. Se siente víctima y así lo expresa en el altavoz mediático que le brindan las redes y que sus leales seguidores se encargan de avivar. Incluso cree mandar entre barrotes, aunque tan solo sea una ilusión.
A mediados del presente mes de enero, la magistrada de la Audiencia Nacional María Tardón ordenó investigar si Presencia había reactivado su trama de denuncias falsas desde la prisión de Logroño dirigidas a políticos, jueces, fiscales, periodistas y, de nuevo, a todo el que se menea. Todo ello después de recibir un informe detallado de Instituciones Penitenciarias. De hecho, mientras Tardón reactivaba la investigación, el exjuez cargaba, en forma de denuncia ante la Autoridad Independiente de Protección del Informante y ante Juzgado de lo Social de Logroño, tal y como plasmó su red de altavoces sociales, contra cuatro funcionarios de prisiones de Logroño por una más que supuesta agresión, contra el sindicato Comisiones Obreras de La Rioja, e incluso contra la directora de la cárcel.
Sin palabras. Nada se pone en medio del exmagistrado, que reclama sin descanso la condición de recluso ilegal y víctima del sistema. Nadie cree al exjuez y nadie quiere hablar de él. Comisiones Obreras, con un representante sindical en prisión, no habla; la dirección de la cárcel logroñesa remite a Instituciones Penitenciarias; y fuentes de Instituciones Penitenciarias se limitan a no hablar de internos en particular. ¿Y los funcionarios de la cárcel riojana? Directamente pasan. Y por despejar dudas, la asociación del adalid contra la corrupción no es, desde luego, una secta, pero mantiene ciertos ingredientes que habilitan el paralelismo.
«Yo me encargo del sistema de denuncias dentro de la cárcel»
Entre los diferentes mensajes que difunden las redes sociales vinculadas a Fernando Presencia, surge de forma reiterada la ciudad de Logroño, desde donde desarrolla sin pausa ni descanso, su lucha contra la corrupción del país. En uno de ellos, su altavoz mediático indica textualmente que «el juez Presencia crea el primer buzón de denuncias de corrupción dentro de una cárcel». Evidentemente, se refiere al centro penitenciario de la capital riojana. Trasladó su iniciativa al director general de Ejecución Penal, al que, por cierto, había denunciado previsamente también por corrupción.
En esa misma comunicación le hace constar que ante el incumplimiento de la directora del centro para la implantación de sistemas de información dentro de las administraciones públicas y de los centros penitenciarios, «he procedido a hacerme cargo, yo personalmente, de la gestión temporal del sistema en el centro penitenciario de Logroño tanto se ordene su implantación definitiva».
Fernando Presencia, desde una celda de Logroño, manda en sí mismo y en sus fieles, aunque la realidad sea otra. Pero él está por encima de todo eso.