Desde que Trump ganó las elecciones y se empeñó en pasar a la historia como el impulsor de un acuerdo de paz en Ucrania a través de una maniobra pactada entre él y Putin al margen de Zelenski y de los gobernantes de la UE -afectados directos de las consecuencias-, el presidente español, Pedro Sánchez, se ha convertido en un incómodo personaje en el bloque.
Llevado por sus anticuadas inclinaciones -propias de asambleas universitarias de épocas franquistas- que le llevan a mirar con recelo a todo lo que signifique Ejército, armas o incluso Estados Unidos; y obligado también -sobre todo- por las exigencias de sus socios de Gobierno, tan retrógrados políticamente como él mismo, se niega a aceptar que en Europa, y, por tanto, en España, vivimos una situación muy complicada que se tiene que afrontar con valentía y mirando de centro al peligro.
Una parte considerable de la ciudadanía del Viejo Continente, fundamentalmente la de los países orientales y nórdicos, lee con atención las instrucciones de sus Ejecutivos para comprar lo indispensable que se necesitaría por si una emergencia obliga a estar recluidos durante dos o tres días. Lo que se llama ya un kit de supervivencia.
Ese manual ha sido estudiado y decidido estos últimos días por las autoridades de la UE y también por los gobernantes de las naciones -incluido el primer ministro del Reino Unido, aunque ya no forma parte de los Veintisiete-, que promueven una campaña de concienciación ciudadana para que estén preparados por si se produce un ataque cibernético, militar, o cualquier otro tipo de catástrofe. ¿Guerra? Se trabajará todo lo necesario para que no sea así, pero no se puede engañar a los europeos: hoy mandan en el mundo dos personajes peligrosos por sus ansias desmedidas de poder que les provocan reacciones locoides.
Gobiernos sensatos trasladan a sus ciudadanos que en situaciones como la que vivimos es aconsejable tomar medidas de prevención, aunque piden tranquilidad, ya que en caso de peligro se activarán las alarmas. Mientras tanto, explican que la recomendación de un kit no es una broma, y que es recomendable que todo el mundo tome medidas que les permitan protegerse durante 72 horas en caso de quedarse incomunicados o encerrados. Alimentos no perecederos, agua, analgésicos, las medicinas que necesitan habitualmente -así como las recetas médicas para surtirse de ellas-, linterna, radio, pilas de repuesto, cerillas, ropa de abrigo, cargadores, y copia de la documentación personal y de otro tipo de carnés que puedan necesitar en el futuro. También recomiendan una navaja multiusos.
Falsear cifras
No se trata de alarmismo, sino de prevención, conviene no asumir riesgos indeseados. Si Putin -a quien se teme- toma decisiones indeseables, es preferible que encuentre a la población europea preparada para autoprotegerse. De hecho, Finlandia, países bálticos y Polonia -fronterizos con el Kremlin- llevan semanas reforzando sus fronteras y tomando medidas para afrontar una indeseada invasión rusa, modelo de lo que hace tres años hizo Putin con Ucrania.
Sánchez es el único país europeo que se resiste a incrementar el presupuesto de Defensa en la medida en que lo pide la OTAN y la UE. Es también la nación de la Alianza que dedica menos porcentaje de sus Cuentas a este ámbito, apenas el 1,2 por ciento del PIB frente al más del 4 de Polonia que, por razones obvias, es el país de la UE que encabeza la lista.
La OTAN y los Veintisiete exigen que sus miembros dediquen al menos el 2 por ciento, cifra que Sánchez se había marcado para el 2029 y, aunque se ha visto obligado a prometer que en vista de las circunstancias llegará a ese índice antes de ese año, ni dice cuándo ni cómo. Es más, desde la OTAN han filtrado que España ni siquiera llega al 1,2 como afirma, porque ha hinchado las cifras haciendo ver que destina a Defensa partidas que no son aplicables. El presidente del Gobierno debe creer que en las instituciones europeas no saben hacer números ni desmenuzan los informes. Incluye partidas que pertenecen al sector de la seguridad, no a la Defensa. Tropas, armas, tecnología e investigación, aviones, buques, carros de combate y un largo etcétera que conoce perfectamente cualquier profesional de un capítulo presupuestario que es indispensable para cualquier país, democracia o dictadura.
Macron y Marz
En las últimas semanas se han producido varias reuniones de países OTAN y UE, la mayoría impulsadas por Macron y el británico Starmer, con la participación de Zelenski en alguna de ellas, aunque Ucrania no pertenece a ninguna de las dos organizaciones. Merz, que será canciller alemán antes de que finalice el mes de abril, tras el acuerdo al que ha llegado con los socialdemócratas y verdes, ha mantenido una importante conversación con el líder galo antes de acceder al Gobierno, porque la crisis así lo aconsejaba. En Europa se está diseñando un futuro que pasa por regresar al histórico pacto francoalemán que ha sido siempre impulsor de la UE, y que ahora se verá reforzado, desde fuera, con una estrecha comunicación con el premier británico, Starmer.
En todos estos movimientos europeos y atlantistas, el papel de Sánchez ha bajado considerablemente. Hace semanas, a raíz de que Trump ganara las elecciones en Estados Unidos y se preveían cambios importantes en el escenario internacional, Macron convocó al Elíseo a media docena de jefes de Estado europeos. No invitó al dirigente español, a pesar de sus gestos públicos de afecto.
Tanto en la reunión del Consejo Europeo de hace unos días, del que forman parte todos los presidentes de la UE, como en el nuevo encuentro del pasado jueves en el Elíseo entre los gobernantes europeos, con asistencia también de Starmer y Zelenski, el papel del presidente español fue poco más que de convidado de piedra. Se marchó muy pronto, no se quedó al bla bla bla final habitual.
Su empecinamiento en no fijar fecha para presentar el nuevo presupuesto de Defensa, o de seguir desmarcándose de los compromisos que están adoptando OTAN y UE respecto a la guerra de Ucrania ha devaluado considerablemente su figura política.
El 24 de junio se celebrará en La Haya una cumbre de la Alianza Atlántica, y su secretario general ha dado a entender que ese día España presentará su Presupuestos Nacional. Moncloa se ha apresurado a desmentir que Sánchez haya prometido nada. España llegará al 2 por ciento, pero no hay fecha.
Se comprende. El jefe del Ejecutivo lleva dos años con los PGE prorrogados, no ha presentado tampoco los de 2025 porque sabe que no los aprobaría el Congreso con los apoyos actuales, y se le hace muy difícil por tanto llevar a Bruselas los que corresponderían a Defensa. Sánchez solo podría hacerlo si sumara a este campo otras partidas, porque al no tener Cuentas no pueden ampliarse sin más las destinadas al ministerio de Margarita Robles. Titular que, por otra parte, no tiene el poder necesario para mover partidas de otros ministerios para su departamento, ya que eso es algo que se decide en Moncloa, en Presidencia.
La situación para Sánchez, por tanto, es insostenible a nivel internacional. Pero está decidido a mantenerse.