Casi un siglo después de que fuera levantado, el característico edificio rosado de Gran Vía 21 forma ya parte de la historia urbanística de la capital. Y es que la emblemática construcción, ubicada en la esquina de Gran Vía y República Argentina, proyectada por Quintín Bello, construido entre 1928 y 1929, y reformado según diseño de otro ilustre arquitecto, Fermín Álamo, en 1935, ha tardado poco más de dos meses en ser demolido. Si se cumplen las previsiones, entre hoy y mañana la parcela, con una superficie de 412 metros cuadrados, será vallada, dejando diáfana la acera, y las medianeras de los edificios colindantes serán revestidos con poliuretano protector -para lo que tienen de plazo tres días- hasta que en el solar se levante una nueva construcción.
Los 15 propietarios del inmueble tienen la intención de ser también los promotores del futuro edificio que albergará el atractivo solar, que es su voluntad que se levante con ocho alturas, en vez de las cinco con las que contaba el demolido, deseo para el que entienden que les ampara la normativa municipal.
«Queremos ser igual que todo el mundo, la normativa contempla ocho alturas en Gran Vía, pues ocho alturas para todos», indica uno de los propietarios, que confirma que se han mantenido contactos y conversaciones con responsables municipales «para ver de que manera se puede ordenar», aunque sin practicar ninguna gestión de manera oficial en espera de la demolición.
Los dueños de Gran Vía 21 apuntan que la subida de tres alturas no es un capricho, sino que es una petición que ya realizaron en 1992, sin que obtuviera ninguna respuesta. «No es de ahora, hemos dicho siempre que había un error, y no nos han hecho caso nunca», señalan.
Unos 320.000 euros. Aseguran que si no logran esas tres alturas, «el solar se va a quedar así» porque no les salen las cuentas una vez que han hecho frente a los costes de la demolición, que les ha supuesto un desembolso de alrededor de 320.000 euros, y ante la dificultad de que la futura construcción cuente con garajes.
De la misma manera, especulan con que la aprobación del nuevo plan municipal puede demorarse «siete u ocho años», un periodo de tiempo al que «no pueden esperar», mientras que calculan que una modificación puntual podría plasmarse en un año.
Sin residentes desde hace años y con los locales comerciales, tanto en Gran Vía como en República Argentina, que han ido cerrando los últimos años, los propietarios presentaron la solicitud de ruina de edificio en septiembre de 2022, con la que aportaron sendos dictámenes periciales redactados por el arquitecto José Garrido Manso, en los que concluía que las patologías que sufre el edificio eran «generalizadas en todo el inmueble» y no cumplía las condiciones de estanqueidad y seguridad que debía tener. Dos técnicos municipales validaron el informe.
Baja+5. El solar de Gran Vía 21 tiene una superficie de 412 metros cuadrados de uso privado residencial y una ocupación máxima permitida de planta baja +5 alturas con tres viviendas por planta; el uso de los locales es comercial, de los que había cuatro y es, junto al vecino del númer0 19, el único de Gran Vía que no alcanza las 8 alturas.
De acuerdo con los informes elaborados por el arquitecto José Garrido para justificar la declaración de ruina económica en 2022, y validados después por los técnicos municipales, la construcción de un inmueble de nueva planta equivalente al original ascendería a la cantidad de 2,4 millones, teniendo en cuenta la mano de obra, los precios y otros costes indirectos, además del 10% de IVA. Mientras, las obras de rehabilitación necesarias supondrían poco más de dos millones, cantidad equivalente al 85,71% del valor entonces de construcción, «muy por encima del 50%» que se establece como límite máximo del deber de conservación.