«La letra 'G' es la letra de la sexualidad»

El Día
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Mónica de Guzmán, perita calígrafa y grafóloga, su misión es rastrear las similitudes entre manuscritos y detectar la veracidad de una firma, «que lo dice prácticamente todo de una persona»

Mónica de Guzmán. - Foto: Fotos cedidas

Dejó Bellas Artes para abrazar el peritaje caligráfico, disciplina a la que ha dedicado sus últimos veinte años en todo el norte. La bilbaína Mónica de Guzmán, que reside a temporadas en Logroño, se formó con los mejores («Jaime Tutusaus Mauricio Xandró y Germán Belda, padre») en una época «en la que no había grafólogos». «Me apunté como perito en un juzgado y comencé por mi cuenta en un tiempo en el que había ordenadores e impresoras, pero poco más», afirma. Y aunque la tecnología ha revolucionado toda profesión, en la suya, «nos ha ayudado, pero no la ha cambiado». 

Entre las misiones que encomiendan a esta perita calígrafa figura determinar la autenticidad de una firma. «Con los casos de las preferentes, me tocó, también en Logroño, comprobar que las firmas de los clientes no eran las que aportaban los bancos para validar los contratos», lamenta. También le toca actuar en casos de testamentos ológrafos, aquellos en los que el testador no firma sus voluntades. «Tenemos que cotejar que el texto corresponde al testador y para eso necesitamos todas las pruebas que los herederos nos puedan aportar», continúa.

La «intuición»  y la «duda» son esenciales en un trabajo en el que algunas de sus tareas son el «cotejo grafonómico», letra a letra, y analizar las «variables insconscientes, las que menos controla el falsificador, y conscientes (tamaño y forma)» de la escritura.

Consciente de que la firma «lo dice prácticamente todo de una persona», asume que las visé (signaturas realizadas de forma rápida y casi mecánica) «también dan muchas pistas» en un sistema, el caligráfico, que está cargado de intenciones y significados. Así, si el alfabeto castellano está compuesto de 28 letras, una de las que más información se puede extraer es la 'G' «porque es la letra de la sexualidad». «La 'g' tiene dos partes, óvalo y pie, que suscitan muchas interpretaciones según se escriban y que explican si la persona es afectuosa, abierta, frígida o incluso mentirosa». Si todo eso dice una letra, imagínense una firma.