La pronunciada descompensación entre abandonos y adopciones se consolida e incluso perpetúa en 2023, con un escenario en el que los primeros duplican las segundas «ha habido más abandono y menos adopciones que el año pasado» confirma Carmen Faulín, presidenta de la Asociación Protectora De Animales en La Rioja.
Durante el pasado 2023, fueron más de 800 los animales asistidos por la protectora, con 651 recogidas, de las cuales 427 fueron perros y 244 gatos, a los que se suman otros 152 que fueron retornados a sus colonias, según los datos ofrecidos por Aparioja.
A pesar de ser cifras parecidas a las del 2022, cuando también prestaron servicio a más de 800 animales (446 perros y 374 gatos), en lo que respecta a las adopciones, en el 2022 de todos los animales asistidos 448 fueron adoptados, mientras que en 2023 la cifra baja a las 431 adopciones.
Aunque el abandono animal en La Rioja no es significativo tras la época navideña, en la que comúnmente el perro se convierte en el mejor regalo para los niños y niñas hasta que se pasa la euforia y llega el momento de sacarlo a pasear, costear el veterinario y educar al animal, «no notamos ese incremento de abandono después de Navidad», señala Faulín, la comunidad sí que presenta una característica estacional en otro sentido, «aumenta en la temporada de caza». Y es que, explica Faulín, es en esta época cuando se producen aquellas situaciones que desembocan en el abandono del animal «durante la caza se quedan muchos animales tirados, muchos se pierden y no los buscan, y como no les interesa encontrarlos y no quieren pagar una multa los dejan ahí olvidados», actos que conllevan que generalmente en los refugios «el gran porcentaje de los perros abandonados son de caza».
A este perfil se suman los perros ganaderos, que no cuentan con un chip de identificación, así como las razas calificadas como 'potencialmente peligrosas' que, según señala Faulín, «son complicados de dar en adopción» algo que en la mayoría de los casos se debe a factores externos a los del propio animal «en muchas ocasiones vienen de un perfil de dueño complicado» algo que pone trabas a su estancia en el refugio por la dificultad de convivencia con el resto de animales «necesitan la jaula entera para ellos, y pueden llegar a pasar años enteros en un refugio».
Sin fondos y sin ley. En este momento, la comunidad de La Rioja no cuenta con una ley de protección animal «es la única comunidad autónoma que no tiene ley» indica Faulín, «El Gobierno la derogó e iban a hacer una nueva, pero hasta estas horas».
Una de las consecuencias de esta situación repercute de manera directa en los abandonos, concretamente en la identificación del animal, y es que el vacío legal conlleva que los dueños puedan tener a sus animales sin chipar y que no se les aplique una sanción en consecuencia, «la ley nacional regula la identificación pero no las sanciones, eso se tiene que regular a nivel autonómico» señala Faulín. Una ley que, además, únicamente ampara a los animales de compañía, «había gente que se quejaba de que, por culpa de la ley, no iban a poder utilizar el buey para los belenes de Navidad, y eso es mentira, la ley no ampara a estos animales» argumentos que surgen porque, dice Faulín, «en este país no interesa que prosperen las leyes de protección animal y se crean noticias falsas para desprestigiarlas».
En la actualidad, la protectora se financia mayormente con fondos propios, «la ayuda que recibimos del Gobierno no llega ni para cubrir el 30 por ciento de los gastos» indica Faulín. Asimismo, la presidenta de Aparioja define el 2023 como un «año duro», caracterizado por la falta de fondos, «estamos haciendo un esfuerzo sobrehumano, hemos puesto de nuestro bolsillo 300.000 euros y hemos estado en numeros rojos, lo hemos pasado fatal».
A pesar de las dificultades, en Aparioja se enorgullecen de su labor «desde que hemos llegado se les está dando una atención veterinaria como si fuese un animal de tu casa, no escatimamos», y aunque recuerda «nosotros cogimos esto para que se aplicase una ley que luego se derogó», afirmando que con ello «nos metimos en este lío», sostiene a pesar de todo «no nos importa, sabíamos que teníamos que empujar, porque las leyes se hacen pero cuesta que se apliquen, y para eso estamos aquí».