Un bisabuelo carnicero, un abuelo carnicero y un padre carnicero. El destino laboral de Ricardo Ruiz estaba claro desde hacía cuatro generaciones y no defraudó. Regenta la carnicería Sofi ubicada en la calle República Argentina, que este año cumple 70 años.

«Me han enseñado el oficio desde pequeño. He crecido en la carnicería y estoy muy contento», afirma. Explica que el secreto para que la carnicería haya aguantado tanto tiempo es «tener buen genero, buena carne de calidad, tratar bien a la gente y ser constante. Todo eso da sus frutos», subraya. 

En este tiempo ha habido momentos buenos y malos. Recuerda algunos momentos difíciles como algunas crisis en las que bajan las ventas o la etapa duro que supuso el mal de las vacas locas pero «tienes que apechugar y adaptarte». La parte bonita es que cuando falleció su padre se pasó a esta carnicería la venta de carne de potro y caballo, «lo que era una manera de tenerlo vivo con nosotros y seguir su legado», cuenta orgulloso.

Este es uno de los secretos de esta carnicería para diferenciarse del resto, vender carne de potro. Explica que es una carne roja muy rica en hierro pero «con poca grasa, que además es menos perjudicial que la de la vaca o la de cerdo».

El potro, añade, no es un animal que esté estabulado y por ese motivo, «tiene una serie de características positivas». «Hay gente que utiliza esta carne para personas que están muy débiles porque es muy rica en hierro y se usa para que suban sus defensas», destaca.

Ruiz lamenta que cada vez hay menos carnicerías en la capital riojana. «No hay grados que impartan una Formación Profesional de carnicero y sería interesante que existieran. Esa sería una buena forma de que esta profesión no muriese», asegura este riojano.

«Lo mismo que hay una FP de automoción, también podría haber de carnicería y pescadería, por ejemplo. Si tu quieres aprender un oficio, esta sería una opción», concluye.