La Rioja, con los índices más bajos de conflictividad laboral

Feli Agustín
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Un total de 550 trabajadores secundó una convocatoria de huelga en 2023, con la pérdida de 2.118 jornadas de trabajo

Huelga de transporte, en noviembre del año pasado. - Foto: Ingrid

Entre el 26 de marzo y el 3 de mayo de 1979, Logroño, que recorría con tiento el camino de la transición democrática, presenció una de las mayores huelgas  convocadas en esta comunidad, la del metal. Cajas de resistencia, asambleas, un seguimiento altísimo y la mayor manifestación a la que hasta entonces había asistido la capital encendieron la resistencia en aquel abril de lucha de los 6.500 trabajadores del sector metalúrgico, al que puso fin la intervención de los dirigentes nacionales de UGT, el futuro ministro José Luis Corcuera, y CCOO Adolfo Piñero.

A lo largo de estos 45 años ha habido otras huelgas de importancia, como las generales, de grandes empresas o las sectoriales, conflictividad que se ha reducido en los últimos años a cifras anecdóticas.

Si bien es cierto que el campo ha protagonizado este año su mayor movilización en cuatro décadas, su excepcionalidad -los huelguistas son pequeños empresarios-, La Rioja registra el primer cautrimestre del año la cifra más baja del país, y se han perdido 681 jornadas de trabajo por el paro de 617 activos, que no han llegado ni a un día -0,46- de paro.

Esta cifra no supone una anomalía en las pautas registradas en los últimos ejercicios. Fueron 550 trabajadores el año pasado -en el País Vasco fueron 105.452-, que perdieron 2.118 jornadas -181.906 en la comunidad vecina-, la mayoría en el sector servicios;fueron 1.472 huelguistas y 1.501 días -servicios de nuevo como mayoritario- en 2022. En 2019, la tónica fue la misma, 1.742 trabajadores riojanos perdieron 848 días de huelga, 0,49 jornadas por participante, el menor número de todo el país. 

Jorge Ruano, secretario general de Comisiones Obreras, señala que son varios los factores que han influido en este descenso de huelgas, entre los que cita «el deterioro» de la negociación colectiva tras la reforma de 2012. Afirma que se ha perdido «mucho tiempo y esfuerzos» para recuperar ese marco de negociación, que se ha logrado gracias a «movilizaciones» ajenas a las sectoriales o de empresa.

Señala que, en los que ese ámbito negociador no se ha descompuesto, como las grandes empresas, se constata una larga experiencia de avances sindicales, «donde todo está muy tasado», que, en general, impiden el estallido de grandes conflictos.

Grandes acuerdos. Ruano destaca, en particular, los acuerdos alcanzados en el marco de la negociación colectiva entre patronal y sindicatos, que han marcado la pautas en aspectos como los incrementos salariales, lo que ha facilitado los acuerdos «aguas abajo», bien sea en el ámbito sectorial o de empresa. «Ambas partes conocen los límites y, a no ser que se produzca un conflicto muy grave, el marco negociador está muy consolidado», razona el secretario general de Comisiones Obreras.

Al respecto, explica que la alta conflictividad en el País Vasco -el 46% de las huelgas se convocaron en este territorio el año pasado- obedece a la existencia de otro modelo sindical, más complejo, donde LAB y ELAapuestan por un modelo de negociación de colectiva al margen del ámbito estatal y entran en colisión con los sindicatos de clase. En este contexto, se explica el acuerdo de investidura que PSOE pactó con PNVpara que en el País Vasco prevalezcan los convenios colectivos autonómicos.