'El desaparecido' ya es historia

G. Basurto
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El escabroso caso del alcalde supuestamente asesinado en 1910 en un clima de agitación política estigmatizó durante décadas a Ribafrecha, que ya se ha despojado de ese tabú. Un libro recoge ese episodio y los demás hitos de su rica historia

El autor del libro, Bruno Calleja (segundo por la izquierda), en el centro de Ribafrecha, con el alcalde y dos ediles. - Foto: Óscar Solorzano

De Bonifacio Montalvo 'El desaparecido', como se le apodó en Ribafrecha, se escribieron ríos de tinta en los periódicos de la primera década del siglo XX. La sorprendente historia de un alcalde liberal de un pequeño riojano al que se dio por muerto tras perdérsele la pista en la mañana del 21 de enero de 1910, cuando acudió como cada día a atender sus gallinas en un corral en las afueras, alimentó la crónica de sucesos en media España, por el convencimiento general de que aquella desaparición fue un crimen de raíz política, dado el clima de agitación social de la época. El caso estigmatizó al municipio 'tronchero' por el sinfín de teorías, cada cual más truculenta, que corrieron de boca en boca sobre el paradero del edil.

Lo cierto es que el cuerpo de Montalvo no apareció nunca y que los 13 encausados por su hipotético asesinado fueron exculpados por la Justicia. Sin cadáver ni un mínimo rastro del regidor, era inevitable que surgiera la leyenda, en este caso negra, que marcó durante mucho tiempo a Ribafrecha y convirtió casi en un tabú cualquier alusión al alcalde ausente.

Pero 'El desaparecido', lo mismo que otros acontecimientos y otros personajes que han marcado el devenir de la localidad del valle del Leza, reaparecen ahora gracias al libro Hablando de Ribafrecha. Un viaje por su historia, escrito por el joven divulgador Bruno Calleja Escalona por encargo del Ayuntamiento, que verá la luz en breve. 

«Al plantearme los contenidos del libro surgió la duda sobre cómo tratar el caso del alcalde desaparecido, porque hasta no hace mucho era una herida aún abierta; creo que contar la historia de Bonifacio Montalvo ayuda a que deje de ser un tema tabú», comenta el autor.  

La misteriosa desaparición del alcalde, que tuvo que tomar posesión del cargo el 19 de octubre de 1909 con presencia de la Guardia Civil por la resistencia de sus oponentes, se enmarca en un momento de enorme tensión política al ponerse en entredicho el viejo sistema caciquil, tras ganar las elecciones los liberales.

Bonifacio, un campesino sencillo con fama de hombre recto e ideas claras, se había significado, como candidato de la Unión Liberal, por sus críticas al sistema  caciquil y una denuncia a la Junta Electoral por su falta de limpieza en las elecciones, relata Bruno Calleja.

De ahí, que desde un principio su desaparición se relacionase con el clima de crispación política reinante, aunque las teorías sobre lo que le ocurrió fueron variopintas: desde el rumor de que su cuerpo acabó en una cuba de vino a la más extendida del cadáver quemado con cal viva o arrojado a un pozo de yeso, pasando por una supuesta huida a América o que acabó sepultado bajo la tumba de una sobrina, muerta casi a la vez que la desaparición del tío. 

«Aquel hecho le dio mala fama a Ribafrecha de forma injusta, porque sucesos similares relacionados con la resistencia de los caciques a ceder el poder se dieron en otros lugares de La Rioja y por toda España», apostilla el autor del libro, que refiere también la cantidad de páginas que le dedicó la prensa, incluso con una sección fija que se titulaba 'crimen misterioso'. 

Noticia de alcance. La historia de 'El desaparecido' tuvo tal impacto que se publicaban reseñas por todo el país, como la del periódico cacereño El Noticiero, que el 26 de enero de 1910 escribía que el convencimiento de que el alcalde había sido asesinado era tal que su familia vistió de luto desde el primer día. La noticia daba fe de los esfuerzos en Ribafrecha y su entorno por localizar el cuerpo, incluso «con perros amaestrados», y la detención de diez personas, entre ellas seis consumeros (vigilantes de consumo), sospechosos por proferir amenazas al alcalde cuando éste tomó medidas contra ellos.

Pero bajo las piedras del arracimado caserío de Ribafrecha y su entorno, rodeado de formaciones geológicas espectaculares por donde el Río Leza se despide del cañón y se abre al valle, hay muchas otras historias. Las más antiguas reposan en el enterramiento calcolítico de Valdehiguero, de principios de la Edad de los Metales, y siguen por época romana, con constancia de una villa y un calzada secundaria.

Sin embargo, hay que esperar hasta bien avanzada la Edad Media para situar en la historia lo que hoy es el núcleo de Ribafrecha y su nombre, porque antes solo existían cuatro aldeas, Beraza, que da nombre a la ermita que aún pervive; Oriemo; Viloria; y Frechuela, que algunos estudiosos consideran el origen del nombre de Ribafrecha, aunque otros lo relacionan con el latinismo riba fracta (corte del río), como recuerda Calleja en su libro.  

El texto relata otros hitos, como la muerte violenta de un insigne, Sancho de Funes, obispo de Calahorra y luego canonizado, asesinado en 1146 en Puente Laidiez, hoy un bonito paraje que sirve de asueto a vecinos y visitantes; o la venta del pueblo por parte de Felipe II en 1579 a Sancho González de Heredia, un noble de Navarrete, por 160.000 maravedíes. Nueve años antes, varios vecinos de la localidad fueron ajusticiados en un proceso por brujería celebrado en Logroño, en el que la Inquisición condenó a 42 personas de distintos pueblos.

En la obra de Bruno Calleja también se alude al gentilicio 'troncheros', que en el pueblo se exhibe con orgullo, y que la leyenda sitúa en una disputa con vecinos de Lagunilla del Jubera durante una romería en el monasterio de San Prudencio, en la que los de Ribafrecha tuvieron que defenderse con tronchos de berza como arma arrojadiza.