El calzado busca salidas a la crisis, que amenaza con cierres

Ana B. Garrido
-

En los tres últimos años han cesado la producción 30 firmas. La falta de relevo generacional y de personal cualificado, entre los problemas que aquejan al sector

Trabajadoras en una fábrica de calzado, en una foto de archivo. - Foto: Óscar Solorzano

Todos los operadores de la industria riojana del calzado reconocen la situación de crisis por la que atraviesan, aunque sobre la mesa no hay coincidencia en el diagnóstico ni una hoja de ruta clara que diga hacia donde dirigir las estrategias del segundo sector económico por aportación a la riqueza regional. Con todo, no es una situación inédita, a juicio de Alfonso Ruiz, presidente de la patronal AICCOR, que lleva «desde 1989 en esto y vamos de crisis en crisis».

Ahora es «en parte, por la crisis en el consumo, que demanda ahora más experiencias y menos productos materiales, la inflación en costes que no pueden repercutirse totalmente, y un auge del comercio online que no beneficia a las marcas medianas como las que hay en nuestra comarca. No se sabe qué parte será coyuntural y qué parte quedará de forma estructural», pero las cifras son aplastantes. El del calzado es el segundo sector industrial en La Rioja, aportando en torno al 10% del su de PIB, y «cuenta con una estructura tan variada y compleja en tamaños, grados de madurez y formas de funcionar que se hace difícil concretar soluciones que sirvan para todos, ya que la crisis no afecta a todos por igual», indica Ruiz.

«Cada uno afronta la situación del sector desde su perspectiva, la moda está peor que el calzado de seguridad, y necesitan cosas distintas», añade el presidente de la organización empresarial del calzado, que apunta otra reflexión: «La reglamentación, por ejemplo con la reducción horaria, tampoco nos lo pone fácil cuando la mano de obra roza el 50% del coste, se genera incertidumbre sobre cómo vamos a afrontar una subida de coste brutal». A ello suma que no hay ayudas de sostenimiento como con el sector del vino, aunque sí ha habido a innovación por ejemplo.

CONSTANTE INCERTIDUMBRE. En este contexto, según datos del Gobierno de La Rioja, en los tres últimos años, 30 empresas en el sector del calzado riojano han echado el cierre. Lamentablemente, 2024 añadirá algunas más a la lista. Las causas de los cierres son dispares, como el tejido empresarial. Es cierto que la no viabilidad económica está ahí, pero no pocos de ellos se deben a la falta de relevo generacional, uno de los principales problemas del sector. Los jóvenes no están interesados en trabajar en el calzado, según Carlos Alfaro, secretario de UGT-Afica La Rioja, porque «los salarios son más bajos, aproximadamente en la mitad de lo que es el salario medio de La Rioja, y el trabajo es duro».

Pero el eslabón más débil está en los recursos humanos. UGT afirma que, de los 2.947 trabajadores del sector, 2.295 de Arnedo, cerca de 800 enfrentarían la suspensión temporal de sus contratos a día de hoy, lo cual supone rondar el 30% sin contar los que alteran su jornada según las necesidades de producción, que son muchos más. A esto se añade la externalización que, llevando partes del proceso productivo fuera de La Rioja, busca abaratar costes, tal como señala Carlos Alfaro, «supuestamente porque no son competitivos los sueldos aquí» y extremo éste que Alfonso Ruiz aborda desde un prisma distinto. Tal como él lo ve, «crecer en personal da mucho miedo con los altibajos que presenta actualmente el sector.

Despedir a tus vecinos es muy traumático para todos» en un pueblo como Arnedo. Por su parte, los pequeños talleres y cuartos que realizan tareas concretas externalizadas por las grandes fábricas se llevan la peor parte. La empresa de J.T.M. se ubica en ese modelo. «Nosotros cobramos por par, así que la jornada laboral es la que te permite sacar lo que necesitas económicamente, y si no nos encomiendan trabajo, nos quedamossin nada. Es lo que hay.» Estos talleres, que para Alfaro «en muchos casos funcionan como falsos autónomos», deberían ser otro punto a resolver, como la situación de pequeños autónomos que contratan personal y, cuando dejan de recibir trabajo, tienen que despedirlo porque las máquinas y los materiales son de las empresas que externalizan. «Y luego está lo del trabajo en negro, que no es como hace 15 años, pero sigue habiéndolo, y eso hay que decirlo».

PERO, ¿HAY SOLUCIÓN? Ese es el nudo gordiano de la cuestión.Alfonso Ruiz afirma que «es muy complicado encontrar una solución que solvente la situación para todos debido a la cantidad de casos distintos que hay» a lo largo del proceso productivo. Mañana se reunen con CCOO, que deja a UGT al margen, para «marcar una hoja de ruta con las administraciones». «No lo entiendo», afirma Alfaro, «estoy molesto. Siempre que hemos pedido una reunión, hemos ido de la mano. Alguien tendrá que darme explicacione, porque la unidad de acción no se puede perder», siendo el calzado uno de los motores económicos de la comarca».