Logroño es una ciudad bien iluminada, pero tiene una red de alumbrado obsoleta que no cumple los estándares de ahorro energético y contaminación lumínica. Por ello, el Ayuntamiento ha decidido tomar cartas en el asunto y ha puesto en marcha un plan para invertir 10 millones de euros en los dos próximos años con el fin de renovar su red de alumbrado público con un objetivo claro de ahorro y compromiso medioambiental: lograr que al final del mandato municipal más de la mitad de las casi 30.000 lámparas que iluminan calles, plazas, parques y carreteras sean del tipo led.
Ese programa inversor se ha dotado con 4,5 millones de euros para el próximo año y otros 5,5 millones para 2025, a los que podrán sumarse otras partidas hasta que concluya la legislatura, explica Ángel Andrés, concejal responsable del área de Energía, que no duda en calificar como «malo» el nivel de modernización de la red de alumbrado público. «No se ha hecho el trabajo en los cuatro años anteriores, con lo cual el cambio a tecnología led está por debajo de lo que han hecho ciudades vecinas; el anterior Consistorio no invirtió en este tema», critica el edil.
En Logroño hay 28.900 luminarias. De esa cifra total, el Ayuntamiento corre con el gasto de mantenimiento de 27.200 y el resto lo afrontan el Estado, que paga la factura eléctrica de farolas como las de la circunvalación y otros viales dependientes del Ministerio de Transportes, y el Gobierno de La Rioja, que asume las de sus carreteras.
De todo ese parque lumínico logroñés, compuesto por farolas de columna y báculos, ya sea en zonas peatonales o viales, alumbrado de proyección y ornamental, apenas el 10 por ciento está dotado de luminarias tipo led. Un porcentaje que no satisface al equipo de Gobierno, que ha diseñado ya un plan con el reto de superar el 50 por ciento de adaptación a esa nueva tecnología cuando el actual mandato municipal culmine en 2027.
Y la implantación de lámparas Light-Emitting Diode (diodo emisor de luz) no es caprichosa. Cada punto de luz que se renueva con luminarias led ahorra más del 60 por ciento en el consumo, lo que se traduce en una rebaja económica del 40 por ciento en la factura eléctrica municipal, detalla Julio César García, jefe de sección de Mantenimiento e Instalaciones Eléctricas del Consistorio logroñés, que matiza que la amortización de estos equipos se logra al cabo de seis o siete años. En su conjunto, la factura eléctrica por los 18,8 millones de kilovatios que consume el alumbrado público de la ciudad le cuesta a las arcas municipales 4,9 millones de euros al año.
Con todo, la renovación no solo viene obligada por las exigencias de sostenibilidad y es interesante desde el punto de vista del ahorro, sino que también compensa por la mayor vida útil de las luminarias led, que duran más de 20 años, muy superior a las de vapor de sodio que componen actualmente la mayor parte del alumbrado de la ciudad. Además, desde el minuto uno, una luminaria led comienza a consumir menos energía, lo que permite generar un fondo de ahorro para avanzar en la renovación de la red, apostilla Julio César García.
Al margen de la necesidad de renovación tecnológica, ¿hay carencias en la ciudad en cuanto a zonas mal iluminadas? El concejal responsable de Energía cree que en general el nivel de alumbrado es satisfactorio. Es más, a tenor de los estándares europeos y la normativa española, recogida en el Reglamento de Eficiencia Energética, Logroño está sobreiluminada, es decir, por encima de los niveles recomendados. Otra cosa es que rebajar la intensidad del alumbrado se traduce en una percepción de inseguridad entre la ciudadanía. «Si nosotros vamos estrictamente a lo que marca la normativa, la sensación para los vecinos es de inseguridad», apostilla Ángel Andrés.
Como precisa Julio César García, el Reglamento de Eficiencia Energética determina los niveles de iluminación máxima que puede tener cada calle a tenor de parámetros como el número de vehículos y peatones que la transitan. Para ajustarse a esa norma, al cambiar las lámparas actuales por otras tipo led hay que hacer una cierta labor de concienciación entre los vecinos de la zona, porque aunque con la nueva tecnología se reduce el número de lux (medida de iluminación), se logra una mayor uniformidad, apunta el jefe de la sección de Mantenimiento e Instalaciones Eléctricas.
¿Más luz, mayor seguridad? Esa mayor homogeneidad se traduce en luz que cansa menos la vista y evita deslumbramientos, pero, de entrada, la sensación de los ciudadanos es que hay menos luz y por ende menos seguridad. «Es una sensación equivocada, porque el ojo nos engaña; si, por ejemplo, alguien sacase un billete y lo mirase, se daría cuenta de que lo ve mejor, y sin embargo la sensación general es de menor luz», apostilla el concejal, que reconoce que en algunos puntos se reciben quejas vecinales.
El sentido de esa normativa que obliga a atenuar la intensidad del alumbrado urbano es reducir la contaminación lumínica, ese halo que desprenden las ciudades desde lejos por la noche y que se reduce con el moderno alumbrado. De ahí, el reto del equipo de Gobierno logroñés para redoblar el presupuesto para la renovación de la red de iluminación y acomodarse de ese modo a las exigencias de la nueva normativa contra la contaminación lumínica, que se da especialmente en ciudades del norte de España.