«Aunque la mentalidad cambia, existe un poco de estigma aún»

El Día
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Legionella, termitas, chinches, cucarachas e incluso palomas son algunas de las plagas más habituales a las que hace frente Raúl Codonal

Raúl Codonal, en plena tarea en una imagen de este pasado verano. - Foto: Óscar Solorzano

El lenguaje denota y lo mismo que términos como barrendero o carcelero están en desuso, con fumigador debería pasar lo mismo. De hecho este nombre, técnicamente, solo ha de utilizarse para aquellos que utilicen gases para  la erradicación de animales. La práctica, en desuso, ha evolucionado y ahora se emplean «geles, pulverizadores o atomizadores», bajo la supervisión de controladores de plagas como es el caso de Raúl Codonal (Zaragoza, 1978). 

«Aunque es cierto que cada vez menos, pero nos han llamado matarratas, matabichos y cosas similares. Pese a que la mentalidad hacia nuestra profesión está cambiando, existe un poco de estigma aún», lamenta. Tras 20 años de oficio, reconoce que los momentos más duros llegaron en plena Covid «porque nos tocó trabajar en instalaciones en las que había fallecidos» aunque cuando más pena sufre es en aquellas ocasiones en las que «trabajamos en hogares con bajos recursos económicos, con familias viviendo en pocos metros cuadrados y que tienen una plaga de chinches».

No obstante su trabajo tenga «picos» en primavera  y verano, las plagas acechan durante todas las estaciones: «Los chinches y los pececillos de plata (lepisma saccharina) están en todas las temporadas y lo mismo con las cucarachas, que buscan calor, humedad y oscuridad».

Además de combatir a estos antrópodos, los controladores también hacen frente a los insectos del grano, los populares gorgojos «pues trabajamos mucho en la industria alimentaria», roedores, moscas, mosquitos y termitas. En invierno los insectos del aire dan tregua «pero no así palomas y estorninos» que generan muchas complicaciones para su erradicación.

Mientras que sobran las evidencias físicas de estos incómodos seres, Raúl Codonal y sus colegas también hacen frente a bacterias menos molestas pero seguramente más letales: la legionella. «Aunque pertenezcan a la microbiología, se considera una plaga y por eso tratamos los circuitos de agua para evitar su presencia», se despide. 

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