De acuerdo con el último Inventario Nacional de Emisiones a la Atmósfera regionalizado disponible, del año 2020, la principal fuente de emisión de dióxido de hidrógeno, NOx, en La Rioja sigue siendo el transporte (31,7%), seguido de las quema agrícolas y restos forestales (14,7%) y la combustión en calderas y similares para uso residencial, comercial o sanitario. Las emisiones de la industria son un 11,9%, en tanto que las procedentes de la generación de energía eléctrica, como la central de ciclo combinado de Arrúbal, suponen el 4,7% de las emisiones totales. En cuanto a compuestos Orgánicos Volátiles no Metálicos (COVNM) están fundamentalmente dominadas por el uso de disolventes (48,3% del global de las emisiones).
Sin industria pesada en La Rioja, son numerosas las empresas que hacen uso de disolventes para diferentes procesos de fabricación de pinturas, tintes, y barnices, bolsas o etiquetas, lo que justifica ese alto índice de presencia en la atmósfera regional, que podría tener consecuencias en los niveles de ozono troposférico. No obstante, según señala el director general de Calidad Ambiental, José María Infante, los resultados que presentan en los últimos años son mejores debido a la mayor utilización de pinturas al agua.
Infante, que resta importancia a la ausencia de una estación de medición en Rioja Alta, destaca que las existentes en Rioja Baja se instalaron para vigilar el comportamiento de las centrales de ciclo combinado de Arrúbal y de Castejón y su influencia en el aíre de La Rioja, al que no generan ningún problema. El director de Calidad Ambiental relata que su funcionamiento es de «pocas horas al día», lo que se constata en los óxidos de nitrógeno y, a partir de ellos, en la formación de ozono, detectable en particular en la de Navarra, pero contribuyen a la medición del aíre en una comunidad con una alta concentración de estación de medidores, además de contar con la vecina de Elciego.
Nuevos objetivos. El Parlamento europeo ha fijado, de momento de manera provisional, nuevos requisitos, más estrictos, para mejorar la calidad del aíre en 2030, que presentan mayores exigencias, particularmente para las comunidades de mayor incidencia del mundo rural, que pueden ver «comprometido» el cumplimiento de sus objetivos.
¿Por qué? Pues principalmente debido al efecto de elementos que no proceden de la propia comunidad, como el ozono u otras. «Posiblemente, superaremos algunos valores límite, y debemos acometer un plan de medidas, lo que no sería muy efectivo si la fuente emisora no procede de la comunidad, lo que nos deja en una situación de incertidumbre», afirma Infante. Avanza la dificultad de elaborar planes que se van a afectar a sectores que no son los mayores generadores de elementos contaminantes. Exigirá también un nivel de seguimiento más exigente, que puede obligar a instalar nuevos medidores.