Hoy será un buen día para Cristina Galilea (Logroño, 1988) que será designada como asambleísta de la Federación Riojana de Caza, entidad que aspira a presidir. Este es un cargo, y una carga, más de un abrumador currículo que, grosso modo, la categoriza como ganadera, cazadora, jueza de la Federación Española, concejala de Ajamil y vicepresidenta del PR+. «Sé que son muchos cargos y muchas cargas, pero disfruto de lo que hago», se sincera en su merendero camerano, a un paso del Ayuntamiento ajamilense y a cuarenta kilómetros de la capital, a la que tendrá que volver para afrontar sus responsabilidades en la formación regionalista y en la territorial riojana.
Con vida social tan intensa -además acaba de presentarse a una oposición para agente forestal-, «la organización es fundamental» para atender tantos frentes se sincera mientras tres de sus perros (Macu, Leia y Jara) buscan sus carantoñas. «Me levanto a los seis o las siete y a las cuatro de la tarde, más o menos, salgo a buscar las ovejas aunque tenemos mastines que las controlan», informa. La explotación ganadera que atiende con su pareja cuenta en la actualidad con «600 ovejas», después de que prescindiera de sus ochenta vacas «para comprar doscientas chamaritas más».
Su labor al frente del Ayuntamiento es totalmente vocacional y llegó de la mano del PR+: «Para hacer política necesitas el paraguas de un partido y yo me siento regionalista, riojana y española».
Si la gran política, a escala regional, se hace en Logroño, la cosa pública del día a día le ata a Ajamil, donde ejerce la oposición. «Sé que la política está denostada pero el municipalismo no es exactamente lo mismo. EnAjamil, ahora mismo, estamos seis personas viviendo todo el año. Y, claro, es a mí a quien me piden las cosas porque de los tres concejales que somos, soy la única que está siempre aquí», lamenta. «En los Ayuntamientos», bromea, «se dan más tiros que en la caza». Si no le bastara con estas preocupaciones, aspira a presidir la territorial de Caza, una de las federaciones más potentes dado el volumen de federados (cerca de seis mil).
Ella llegó al mundo cinegético «a los ocho años», por herencia paterna. Practica «caza mayor y menor» pero, hace unos años, le dio también por competir.Uno de sus jalones deportivos lo alcanzó en 2021, cuando el 15 y el 16 de octubre, en Criptana, Ciudad Real, se convirtió en la primera mujer en ser jueza en un Campeonato de España de caza menor. «Se me había muerto mi perra, Maestra, no me veía en condiciones de competir pero quise poner mi granito de arena», rememora.
La caza es una actividad que divide a la población urbana y a la rural. «La gente que me conoce no se sorprende que sea cazadora, pero igual el resto sí que se extrañan. Como asambleísta», augura, «me gustaría que la gente pudiera iniciarse a esta disciplina». «Creo que el silvestrismo y el agility (deporte que consiste en el que los perros superan un circuito de obstáculos) puede ser una buena vía de entrada», vaticina.
Defensora de la vida en el medio rural, asume que son malos tiempos para la España Vaciada, de la que los Cameros es un claro representante.«Nací en Logroño y me crié en el Barrio de La Estrella pero Ajamil es lo que me gusta aunque no es sencillo vivir en un pueblo», se resigna.