La ONCE en La Rioja tiene muchos profesionales que ayudan a personas con discapacidad visual. Uno de ellos es Felipe Sierra, que ocupa el cargo de maestro. Informa que este curso han atendido a 37 alumnos de diferentes edades, desde Atención Temprana hasta Infantil, Primaria, Secundaria, Ciclos Formativos, Bachiller y universidad.
Cuenta que ellos trabajan en tres ámbitos, que son la escuela, el alumno y la familia. «En la escuela orientamos a los profesores que van a tener un niño con esta discapacidad para que conozca sus características y lo que van a necesitar», indica.
Explica que la enseñanza a estos alumnos varía según el grado de ceguera que tienen. Indica que a los niños y niñas que tienen resto visual hay que estimularlos sensorialmente y hay que aprovechar ese resto visual que tienen. Pero aclara que un niño que nace ciego o que tiene muy poco resto visual, si se le deja sentado en el suelo se queda ahí. «Necesita el tacto para aprender y saber que es lo que tiene pero se necesitan voluntad de tocar y explorar, que es lo que se trabaja en atención temprana», detalla.
Apunta que a medida que estos jóvenes van creciendo hay que ir incorporando el braille en su educación. «Para esto se utilizan unos cuentos con texturas». Más adelante se les enseña a usar la tecnología.
Añade que cuando llegan a bachiller o son más mayores se trabaja con ellos la autonomía personal, por lo que «se saben mover, ubicar por donde vive o coger el autobús». «Nuestro objetivo es que sean personas autónomas y puedan acabar los estudios sin ningún problema, que puedan desarrollar su vida personal y encontrar un trabajo», subraya Sierra.
El sistema educativo, señala, cada vez va a mejor en cuanto a proporcionar apoyo a estas personas pero «es cierto que hay ramas de la formación profesional que son muy técnicas y poco accesibles para personas con discapacidad visual o ceguera».
Aunque los diferentes centros educativos están preparados porque «nosotros nos encargamos de que eso sea así».