En mi opinión, a las personas se las debe valorar, e incluso querer, por su trayectoria completa, intentando ser todo lo objetivo que las relaciones humanas nos permiten. No llego a entender cómo la amistad, el cariño, la admiración hacia alguien se puede corresponder con el tenor de los sucesos más recientes de la relación, incluso con un último instante de pasión o de desencuentro que olvida el resto de la historia. Venerar un amoroso gesto postrero del malvado o repudiar al amigo al sentirnos engañados son actitudes igual de humanas que arbitrarias, salvo que el engaño se corresponda con toda una vida.
Pedro me despidió en su despacho de Presidencia, en la que fue nuestra última conversación, y aún hoy no sé los motivos. No recuerdo el mes, pero era entrado el 2010, cuando yo ya llevaba tres años alejado de cualquier responsabilidad política, más por su voluntad que por la mía. Tampoco puedo olvidar que utilizó palabras duras, de las que hacen daño, elevando la voz y agriando el gesto, los dos de pie cerca de la puerta. «Tú ya no eres nadie», dijo. Y tal vez tuviera razón, pero a mí me resultó desconcertante e injusto. Doloroso. Y sentí que me faltaba el aire y que me temblaban las piernas mientras bajaba por última vez la escalera que antes fuera tan familiar. Sólo el saludo afable y sonriente de la ujier y el aire de la calle me devolvieron a una realidad que ya nunca sería la misma.
Sanz se volcó con Logroño mucho más allá del ejercicio de sus competencias. Su apoyo durante mi mandato (siendo más precisos entre 2000 y 2005) fue inequívoco. El impulso para situar a los nuevos alcaldes Sanz se lo tomó siempre como una misión personal y del partido que presidía, y de la que los más beneficiados fueron los ciudadanos.
Mi primera petición fue convertir el entonces vigente 'Plus de Capitalidad', que con gran generosidad y visión municipalista nos proporcionó el consejero Arenilla, en un convenio de mayor calado, donde no solo se aumentara la aportación económica del Gobierno, sino en el que se plasmase su compromiso en las grandes obras de la ciudad y en las políticas sociales. Y así se hizo.
Hoy, decir que el soterramiento del tren es obra de todos responde a la verdad y es justo repartir los méritos. Cada cual en su tiempo (hasta ahora) cumplió con lo que le tocaba hacer y, aunque no faltaron deslealtades y retrasos gratuitos, la primera parte del objetivo está cumplida.
Pero en esta historia, la clave del éxito le corresponde a Sanz. El compromiso financiero que asumió la Comunidad Autónoma, por igual con el Ayuntamiento, y su capacidad de influencia con el Partido Popular en Madrid y, en particular, con el ministro Álvarez Cascos, hicieron posible que un festivo 25 de julio de 2002 se firmara el Convenio para la Integración del Ferrocarril en Logroño. Con toda seguridad el momento más importante de todo el proceso, ya que ese convenio ha sido y sigue siendo la base sobre la que se asienta todo lo que vino después. Unas cien ciudades aspiraban entonces a soterrar sus vías y, lo cierto, es que muy pocas lo conseguimos.
Otros importantes proyectos jalonan la huella de Pedro Sanz en Logroño. Riojaforum y el Palacio de los Deportes fueron fruto de una muy trabajada colaboración entre el Gobierno y el Ayuntamiento, no exenta de problemas y acompañada por un final exitoso. El Complejo Científico Tecnológico de la UR o el Centro Leo Kanner son también algunos ejemplos de su trabajo, en este caso de contenido educativo y social.
Y quizás lo más transcendente sea la ambición con la que se planificaron las infraestructuras sanitarias una vez recibidas las transferencias. El Hospital San Pedro, el CIBIR, el CARPA y varios centros de salud, construidos en tiempo récord y con una calidad envidiable, conformaron una red sanitaria de primer orden en la ciudad.
A veces, cuando se intenta ser justo o al menos imparcial, cuando se mezclan luces y sombras, se consigue quedar mal con todos. Si eso ocurriera con este escrito solo puedo decirles que no es la primera vez y que, llegados a este punto, sé que vende mucho más el reproche que el halago, pero las dos caras de la moneda merecen siempre mi atención. Logroño tiene mucho del compromiso de Sanz. Si aún no se le ha reconocido, algún día se hará.