"Los clásicos nos enseñan que la democracia es muy frágil"

Gustavo Basurto
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En plena campaña promocional, Emilio del Río (Logroño, 1963) habla de su último libro, Carpe Diem. Autoayúdate con los clásicos, y reivindica la vigencia de reflexiones de mentes preclaras de hace 2.000 años frente a muchos gurús de las redes.

Emilio del Río, con un ejemplar de su último libro. - Foto: Juan Lázaro

Con la toga que suele lucir al promocionar sus libros, Emilio del Río podría pasar perfectamente por un senador romano en una de las superproducciones hollywoodienses. De su paso por la política riojana, en sus años de consejero junto a Pedro Sanz, en la que llegó a sonar como 'delfín', queda sobre todo la convicción de que es preciso implicarse en los asuntos públicos, para no ser un 'idiotés', que decían los griegos. Ahora, desde Madrid, donde reside y ejerce como profesor de Filología Latina en la Universidad Complutense, la fama le ha llegado con sus libros sobre la cultura clásica y su vigencia para la vida actual, siempre desde un estilo desenfadado y ameno, y sus programas de radio.

Con su última 'criatura', Carpe Diem. Autoayúdate con los clásicos, ahora en plena efervescencia de promoción editorial, se aparta un poco del ámbito estrictamente romano para plantear reflexiones de los clásicos sobre la búsqueda de la felicidad y la armonía en un mundo en continuo cambio ('Lo único permanente es el cambio', dice parafraseando a Heráclito) y convulso. 

Somos capaces de crear una realidad paralela con la inteligencia artificial y usted propone volver a los clásicos para hallar la felicidad. ¿No teme que le tachen de retrógrado?

¡Qué va, al contrario! Qué más moderno, más actual y más necesario hay que buscar la felicidad. Cuando se habla del éxito, yo me pregunto: ¿Qué es el éxito, ser todos Jeff Bezos?; no podemos. 

¿Y dónde reside el éxito?

El éxito es ser feliz. Y el camino para la felicidad depende de nosotros mismos, está en nuestra serenidad, en nuestro equilibrio, en cómo nos adaptamos a los cambios...En fin, en muchas cosas que cuento en los 42 capítulos de Carpe Diem. Autoayúdate con los clásicos, que ya nos lo marcan los clásicos, que son nuestros guías emocionales y los que nos dejan claro que las emociones hay que entrenarlas. 

¿Cómo se entrena una emoción?

Todos entendemos que hay que entrenar físicamente, no solo ya los grandes deportistas, como Nadal o Alcaraz, sino que para mantenerse bien físicamente salimos a correr o hacemos bicicleta, lo que, por cierto, nos produce bienestar emocional, como se cuenta en el capítulo Mensa sana in corpore sano. Pero también las emociones se entrenan y los clásicos nos dan guías y Carpe Diem es una guía para ser feliz, que es el objetivo de la vida. 

Usted es profesor universitario. ¿Cómo se hace para poner al mismo nivel a Séneca o Marco Aurelio que al instagramer de turno?

Yo no he llegado al nivel de instagramer, pero utilizo Instagram como canal de comunicación para hacer llegar los clásicos, que son divertidos, que los pasas bien con ellos y te ayudan para la vida. En realidad, este es un libro (Carpe Diem) que a mí me ha ayudado para la vida, para encontrar las claves para ser feliz y mejor persona. Ahora mismo, en la sociedad, y sobre todo en las redes, hay mucho coach de la motivación, mucho gurú, mucho homeópata del alma, que dan soluciones fáciles, frases motivacionales con las que se supone que vas a ser feliz. Pero hay que ir más allá, a quienes te ofrecen soluciones consistentes, duraderas y sólidas de verdad, y que son prácticas. Utilizo Instragram para dar a conocer esto que a mí me ha ayudado a encontrar el bienestar emocional y que puede ayudar a los demás. Por puro egoísmo, si la gente es más feliz, hará más felices a los demás. 

¿La rebaja de la jornada laboral, que nos hará tener más tiempo libre, es una aportación gubernamental al carpe diem?

Las cosas exteriores nos pueden hacer la vida más cómoda. Uno de los capítulos del libro se titula El dinero no quita la felicidad. No sé si la da, porque dicen que no la da, pero desde luego no la quita. Siempre nos van a pasar adversidades o cosas positivas y tenemos que saber asumirlas. Lo importante es cómo nosotros reaccionamos ante eso desde nuestra serenidad y nuestra templanza. La felicidad no puede depender de tener el último modelo de lavavajillas ni de las pulgadas de la tele, de las cosas exteriores. Tampoco se trata de vivir como un ermitaño o un faquir. Hay que buscar siempre la serenidad interior, tanto si hay que trabajar alguna hora más o menos. 

¿Emilio del Río logra la felicidad los siete días de la semana?

Lo intento y trabajo para ello. Hay que entrenarse mucho para intentar ser mejor y para buscarlo, porque no surge solo. No es cuestión solo de tener una frase motivacional facilona, hay que esforzarse. En ese sentido, los clásicos me han ayudado y me siguen ayudando. Lo digo en el libro, que no tiene ningún afán teórico y en el que ni siquiera explico quién son siquiera. 

Nada más abrir el libro, el lector se topa con el título del primer capítulo: Vivir es combatir. ¿Con quién o qué hay que combatir en la vida?

Vivir no es combatir contra nadie. Pero sí frente a la idea esta que se tiene del estoicismo de que hay que resignarse ante lo que pasa. Y eso no es así, no se trata de estar resignados, sino de las respuesta que damos ante lo que nos pasa, esa es la clave. Adversidades, problemas, crisis vamos a tener. ¿Cómo respondemos ante eso? Séneca dice que vivir es combatir, con uno mismo y con las adversidades, pero, ojo, no contra nadie. 

El segundo capítulo lo ha denominado Todo cambia, pero usted reivindica la pervivencia de los clásicos y la vigencia de sus enseñanzas.

Ya Heráclito, un griego de casi hace dos mil quinientos años, decía que todo cambia, que todo fluye, que no nos bañamos dos veces en el mismo río. Y dice algo curioso y buenísimo: que lo único seguro, fijo y permanente es el cambio. Cuando te dicen que tienes que salir de tu  zona de confort, yo respondo: ¡Sal tú, no te fastidia! Pero sé que tendré que salir y, grande o pequeño, el cambio está en la vida, y hay que acostumbrarse y estar preparado.  

Y continúa usted con otro título enigmático: Nada en demasía. ¿Ni siquiera fortuna y felicidad?

Ese es otro principio clásico, nada en exceso;eso es fantástico, ni siquiera de las cosas buenas. Comer, aparte de una necesidad biológica, es un placer, pero si te pasas te empachas y vomitas. O si vas al Museo del Prado y estás tres horas, al final te da igual ver Las Meninas que el cartel de salida. 

Si hubiera que comparar el ambiente político español de hoy en día con algún periodo de la Roma clásica, ¿cuál sería?

Más que el ambiente político español, hablaría del internacional, con la llegada de Trump. Me recuerda al final de la República y al comienzo del Imperio. No es que la República fuera una democracia como tal, sino una oligarquía, pero había un cierto régimen de libertad. Y en ese sentido me recuerda a ese momento de final de una época. Los clásicos nos enseñan que la democracia es muy frágil. En Grecia dejan de votar cuando llega el padre de Alejandro y acaba con las ciudades estado griegas y la humanidad tarda miles de años en volver a votar. Uno de los capítulos del libro está dedicado a la idea de que todos debemos implicarnos en los asuntos comunes. La palabra idiota, que para nosotros es un insulto, viene del griego 'idiotés', que quiere decir el que no se implica en los asuntos comunes. Es una palabra impresionante. Y también reivindico en otro capítulo la libertad como forma de vida.

¿Lo más parecido a un imperator romano son Trump y Putin?

De hecho, Estados Unidos, en su misma creación, en su nacimiento, le está rindiendo un homenaje a Roma. El Congreso de Estados Unidos se llama el Capitolio por la Colina Capitolina de Roma.Los personajes de la independencia norteamericana se llamaban como los del mundo clásico; Washington era Cincinato y de ahí viene el nombre de la ciudad de Cincinnati. La República Romana está en el origen de los Estados Unidos; por eso Trump ha traicionado los ideales originarios de la nación, de la libertad y de la democracia y se ha puesto del lado de un dictador asesino, que es Putin.

A Gonzalo Capellán, que es historiador, catedrático y hombre de letras, ¿qué aforismo de su libro le recomendaría?

A Gonzalo, que es buen amigo, le recomiendo carpe diem, en general. Por cierto, Gonzalo, en su cuenta de Twitter tiene una frase con la que yo titulo uno de los capítulos: Nada humano me es ajeno. 

¿Y a Conrado Escobar, que como a todo alcalde no le faltarán preocupaciones en el día a día?

Pero, a él como a todos. Le recomiendo también carpe diem para que busquen siempre el lado positivo de la vida y apliquen eso;pero, no porque lo necesiten, porque creo que son personas vitales, pero eso nunca viene mal;de la misma forma que a mí me viene bien. En general, necesitamos políticos preparados y creo que tanto Gonzalo Capellán como Conrado, lo son. 

Un calagurritano, Marco Fabio Quintiliano, dijo hace casi dos mil años: 'La ambición es un vicio, pero puede ser madre de la virtud'. ¿Significa que la política tiene remedio?

Un capítulo del libro gira en torno al verso de Virgilio La fortuna ayuda a los valientes, que es una filosofía muy clásica. Claro que hay que ser valiente y emprendedor. No quiere decir que todos tengamos que montar una gran empresa o ser Bezos; se puede ser emprendedor en las pequeñas cosas. Yo he escrito varios libros y eso también es una forma de emprendimiento. De eso se trata, de tener esa sana ambición. El problema es cuando tienes ansia viva, como dice José Mota, que más que un humorista me parece un auténtico filósofo. 

Después de Latin Lovers, Calamares a la romana y Locos por los clásicos, ¿con Carpe Diem se ha puesto más serio, menos desenfadado?

Bueno... no, lo he escrito también en clave divertida y de humor. Decía el gran Chesterton que serio no es lo contrario de divertido; divertido es lo contrario de aburrido.  

Le ha cogido el gusto a divulgar la cultura clásica en papel y en las ondas, con el programa Verba Volant, en RNE, y a la docencia. ¿Ya no queda nada de la erótica del poder, no siente la llamada de la política?

Dediqué unos cuantos años de mi vida a la cosa pública. Lo digo en el libro y es que todos los ciudadanos  tenemos que implicarnos en las cosas comunes, que son muy importantes. Estuve unos años en política, lo hice lo mejor que pude, contribuí a mejorar la sociedad, mi comunidad y mi país y luego volví a lo que soy, un sencillo profesor de universidad, que comparte su pasión por los clásicos con los lectores y con los oyentes, con el programa de radio, con el podcast Locos por los clásicos, con los libros y los artículos.

Desde Madrid, ¿la percepción de La Rioja y de Logroño va más allá de un lugar donde se vive bien?

La Rioja tiene muy buena imagen, de calidad de vida, de emprendimiento, de alegría de vivir. 

Los informes sobre los mejores sitios para vivir siempre se fijan en Logroño y su rincón más famoso es la Laurel. ¿En esa calle se da culto al carpe diem?

Es uno de los sitios, pero no el único. Yo entiendo el carpe diem como buscar siempre el lado positivo de la vida, no solamente tomarse unos vinos, que es algo fantástico, pero la vida no puede ser solo eso. La vida es también trabajar, disfrutar con los amigos, encontrar un momento para la meditación. No hay que estar veinte horas meditando ni irse a un monasterio para ser feliz. Nada en demasía, nada en exceso, debe de ser una combinación. Pero sí, la Laurel es una buena manifestación de ese buen rato compartido con los amigos. De hecho, las primeras obras filosóficas de Platón son sus Diálogos. La filosofía, el pensamiento racional, surge en Occidente no porque un tipo escriba unos libros en la Complutense, sino porque unos amigos se van a cenar y hablan de los grandes temas de la vida; o sea, que ya no digamos ¡me voy a tomar unos vinos, sino me voy a filosofar a la Laurel!

¿Hay en mente algún nuevo libro?

Estoy ahora con Carpe Diem. Autoayúdate con los clásicos, pero estoy trabajando en otro libro, aunque dicen que no da buena suerte contarlo.

Al menos dígame si también tendrá relación con los clásicos.

En Carpe Diem ya me he salido del mundo clásico y en el siguiente también.

¿Mantiene el hábito de salir a correr? En definitiva, la maratón tiene reminiscencias clásicas.

Sí, y hablo de ello en el capítulo del libro que se titula Mens sana in corpore sano. Necesitamos estar bien físicamente para pensar bien. El cuerpo no es un derecho, es una obligación, y necesitamos cuidarnos también para tener bienestar emocional. ¿Y si no estamos bien físicamente vamos a ser desgraciados o infelices?, ¡no!, porque tenemos que ser capaces de sobrellevar las adversidades, con serenidad. Está demostrado que una cena con los amigos equivale a una carrera de seis kilómetros. Lo mismo que entrenas el cuerpo hay que entrenar las emociones, la capacidad de perdón, la amabilidad, evitar la ira, tener objetivos y hábitos de trabajo o buscar la bondad, que es mi saludo de wasap: 'la bondad tiene premio'.