Bajo la dirección de Raúl Briongos, director del Grupo Promecal La Rioja, la primera mesa redonda llevó por título 'Oportunidad económica y social de los mayores' y, además de con la presencia de Rafael Puyol, contó con la asistencia de Ana Zuazo, directora general de Dependencia, Discapacidad y Mayores del Gobierno de LaRioja; Alberto Marín, vicedecano del Colegio de Economistas de La Rioja; y de Saturnino Álvarez, presidente de la Asociación de Jubilados y Pensionistas de La Rioja.
La directora general reconoció la existencia de un núcleo creciente de personas mayores en LaRioja «aunque con gran salud» pero «sin una distribución homogénea por el territorio». La responsable gubernamental reconoció la existencia de la «soledad no deseada», el elefante en la habitación al que habrá que enfrentarse en unos años, «la falta de profesionales de servicios sociales» y el reconocimiento de que «por mucho presupuesto que dediquemos, nunca va a ser suficiente».
Por su parte, AlbertoMarín pidió la colobración de las administraciones públicas «para que las personas de mayores de 65 años se mantengan, voluntariamente, en activo» consciente de que el mercado laboral no se ha rejuvenecido lo suficiente. «No podemos permitir que la salida del mundo laboral por la parte de arriba siga este ritmo». Igualmente, y pese a reconocer que hay jubilados «en riesgo de exclusión», informó que «el colectivo de más de 65 años es el que más capacidad de renta tiene».
Sobre el manido debate de las pensiones, el economista señaló que «bajar las expectativas de las pensiones sería un fracaso» aunque, desde su punto de vista, la mejor forma de garantizarlas es «tener la mayor fuerza laboral ocupada y una forma de lograrlo es consiguiendo que los séniors, que quieran y puedan hacerlo, sigan trabajando».
En representación de los jubilados y pensionistas riojanos intervino Saturnino Álvarez, que lamentó que la sociedad les sigue considerando «un grupo de carga». «Seguimos siendo», recordó, «parte activa de la sociedad». En cuanto a la soledad no deseada, reconoció que los problemas estriban en la «detención». «Es difícil», lamentó, «detectar a las personas que están en soledad».
Sobre el poder adquisitivo de los subsidios subrayó que «algunos no dan para vivir» y apostó por «garantizar las pensiones». Eso sí, esta garantía no está exenta de amargura «pues la vivienda también está garantizada por la Constitución y todos sabemos lo que pasa».
Por su parte, Rafael Puyol, además de presentar la jornada también participó en esta mesa redondoa y lo hizo recordando que «el apoyo a los séniors no debe ser incompatible con el apoyo a los jóvenes» al tiempo que lamentó que en el sistema laboral español no se ha desarrollado la figura «del trabajo intergeneracional». «Necesitamos políticas que combatan la precariedad y la temporalidad pero también», en una afirmación en línea con lo mantenido por Alberto Marín, «desarrollar las figuras del trabajo a tiempo parcial para que los séniors puedan acogerse a esta modalidad».
Signo de otros tiempos -no necesariamente lejanos-, preguntado por su parecer sobre las prejubilaciones, tan generalizadas en los sectores bancarios y de telecomunicaciones, el presidente de UNIR reconoció su descontento: «¿Cuál es su sentido?Carecen de sentido. Aunque se han dificultado, las prejubilaciones siguen existiendo. Entiendo que hay profesiones, como la de los mineros, que llegan a una edad y ya no pueden seguir trabajando. Pero la mayoría de empleos realizados hoy en día no requieren tanto esfuerzo físico ni tanto mental. Creo que la legislación debería endurecerse al respecto», destacó como epílogo a su intervención en el foro.