Hostelería enfrenta la falta vocacional con planes innovadores

Mónica Burgos
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La Escuela de Hostelería de Santo Domingo forma parte de la red de Centros de Excelencia nacional, solo cuatro escuelas en todo el país tienen este reconocimiento.

Alumnos de la Escuela de Hostelería de Santo Domingo - Foto: Óscar Solorzano

La Escuela de Hostelería de Santo Domingo no está pasando su mejor momento. A pesar de que recientemente ha sido nombrada 'Centro de Excelencia', reconocimiento que tan solo tienen cuatro escuelas de hostelería en toda España, el centro recibe cada vez menos estudiantes.

En este curso, en la escuela hay matriculados 153 alumnos, es menos de la mitad de los que había en 2008, cuando el centro registró su máximo con 400 estudiantes. 

Después de 41 años desde que se puso en marcha como escuela formadora, la mayoría de sus profesores también son fruto de la formación en sus aulas, y son por ello los principales testigos de un declive que, por encima de todo, les entristece. «Estoy sufriendo cada vez más el bajón de los alumnos, la escuela ha sido la que nos lo ha dado todo a nosotros» lamenta Abencio Millán, director de la Escuela de Hostelería y Turismo de La Rioja de Santo Domingo de la Calzada. 

La decadencia comenzó hace cinco años y, a pesar del boom de los programas de cocina en televisión que, indica Millán, «se sigue manteniendo un poco», la tendencia empieza  a bajar a nivel nacional, «se ha producido una bajada media del 3% en todas las escuelas de hostelería menos en Galicia y Andalucía».

Añade además que el declive se aceleró con la llegada de la pandemia, a lo que también se suman una serie de «contras» entre los que destaca la pérdida de interés de los jóvenes por la profesión, quienes, señala, cada vez tienen menos disposición para trabajar en fines de semana o festivos, «por todo esto y por mucho más la juventud no quiere estudiar esta profesión» apunta Millán. 

Y es que, en la actualidad, el sector hostelero sufre la falta de figuras clave y de las que cada vez hay menos personas con voluntad de profesionalizarse en ellas, «cada vez piden más polivalencia y especialización: sumiller, barista, coctelero... y para eso hay que formarse y todo ello comienza en una escuela de hostelería» señala Millán.

Excelencia desde siempre. «La calidad y la excelencia la hemos tenido siempre» asegura Millán, y como prueba de ello destaca la gran cantidad de horas prácticas que esta escuela incluye en el plan formativo de sus estudiantes. «Tenemos un aula restaurante abierta durante cuatro días de la semana con dos servicios cada día, de manera que los alumnos de primero hacen el primer servicio y los de segundo el segundo, y esto no sucede en ninguna otra escuela de hostelería, solo tienen un servicio a la semana o los de primero no lo hacen hasta el segundo curso».

Prácticas que suponen enormes ventajas para la formación de los estudiantes pero también un gran esfuerzo para la escuela. «Es muy duro tener que dar los dos servicios, son dos menús diferentes al día y todo lo que supone» asegura Millán, refiriéndose a la adquisición de la materia prima, el personal de compras, coordinadión, etc.

Ahora, tras ser reconocidos como Centro de Excelencia, la Escuela de Hostelería de Santo Domingo pasa a pertenecer a la red de los centros de excelencia nacionales, de los que tan solo hay cuatro en España, y  siendo el riojano el único ubicado en un pueblo. 

Como Centro de Excelencia, la escuela debe ahora desarrollar una serie de proyectos innovadores que llevarán a cabo gracias a la subvención de un millón de euros que reciben estos centros al pasar a formar parte de la red. Estos consisten en cinco proyectos primarios, el primero de transformación tecnológica del centro; el segundo de formación de profesorado de otras comunidades autónomas; el tercero en la realización de dos proyectos de innovación e investigación; el cuarto de  detección de necesidades de perfiles; y el quinto una revisión curricular.

Proyectos entre los que destaca el principal y exclusivo de esta escuela, bautizado como 'Cómete Rioja', y que consistirá en un restaurante inmersivo, «haremos un  contenido de turismo, gastronomía y viticultura riojana, y será una sala para unos diez comensales con una mesa interactiva y rodeada con imágenes, sonidos, aromas..., será una experiencia impresionante que tendrán que preparar y dar los alumnos».

Proyectos innovadores que se suman al sinfín de eventos y otros  compromisos en los que se encuentran involucrados, «la semana que viene nos vamos al concurso de pinchos riojanos a Gourmet con una aula móvil, una food truck que tenemos en el centro, y también estaremos el martes ayudando a una ONG realizando una cata». 

La escuela prepara también un proyecto de innovación con la universidad para elaborar un libro de recetas tradicionales riojanas, «vamos a investigar si esas recetas que han conseguido, yendo por pueblos y preguntando a sus habitantes se pueden hacer, son correctas...».

Compromisos que hacen que el trabajo se dispare y, con él, la entrega y esfuerzo, pero que desarrollan con gusto y orgullo con la ilusión de devolver a esta «escuela de excelencia» su espíritu original.