Quien ha ido alguna vez a las barracas sabrá que hay muchas luces y ruidos que producen las diferentes atracciones, puestos de comida o de habilidad repartidos por todo el recinto ferial. Pero todos estos estímulos cesaron ayer durante dos horas, desde las 17 hasta las 19 horas, debido al Día inclusivo.
Dos horas en las que personas con autismo y discapacidad intelectual con hipersensibilidad e hiposensibilidad pueden disfrutar de la feria sin miedo a pasarlo mal o tener algún problema relacionado con los ruidos y las luces.
El Día de La Rioja vivió ayer este día con cerca de 20 personas con autismo que acuden a diario al centro Leo Kanner. Se pudo ver la alegría en la cara de estas personas, sus nervios y sus ganas por disfrutar de todas las atracciones posibles. Algunos se querían montar en el saltamontes, otros en los autos de choque o en la montaña rusa.
El psicólogo de este centro, Carlos Ruiz, explica que una de las características habituales de las personas con Trastorno del Espectro Autista es que el procesamiento de estímulos se vive de manera diferencial, es decir, «pueden tener hiper o hiposensibilidad ante ciertos estímulos». «Esto no les hace vivir en un mundo diferente sino que viven en nuestro mundo pero lo procesan distinto», reivindica.
Señala que hay personas que experimentan hipersensibilidad ante ciertos estímulos, por lo que «la exposición a ellos les puede generar malestar y querer evitarlos». Las barracas, apunta, pueden ser una experiencia «traumática o que van a evitar» si procesan las luces y los ruidos «de forma más intensa».
Una persona que experimenta hiposensibilidad sensorial y procesa las luces y sonidos de manera menos intensa, puede provocar comportamientos de búsqueda de estimulación. «Esta búsqueda, con las dificultades de regulación emocional, puede acabar en una conducta que nos preocupa», añade.
Ruiz asegura que este día es «muy importante» para las personas con autismo, ya que «para ellos puede ser complicado acudir a las barracas si no fuera por este día».
Afirma ser un día especial para ellos porque «lo tienen apuntado en el calendario con un pictograma desde hace dos semanas». «Todas las noches tachan un día más para ver cuanto queda para ese día», señala.
Cuenta que cuando llegan al recinto ferial, algunos chicos te dicen donde y con quien se quieren montar porque «tienen que ir siempre acompañados». «Y los chicos que no se pueden comunicar verbalmente, lo hacen con sus gestos y su mirada. De esta forma ves a que actividades les puedes llevar o no», añade.
La última parte del día consiste en sentarse a comer churros o chocolate. «Se la damos como premio cuando están tranquilos», destaca.
Año 2019. El secretario de la Asociación de Feriantes de La Rioja, Pedro Arnedo, recuerda que esta iniciativa se hace desde el año 2019. «Se cortó con la pandemia pero luego se volvió a retomar», indica.
El objetivo, apunta, es que las personas con estos problemas puedan disfrutar de la feria como todo el mundo, aunque sean solo dos horas. «Son las dos horas en las que la feria está más tranquila y pueden montar en las atracciones con más libertad y sin tanto atropello del público», destaca.