Limpiar la zona del casco urbano de Viguera colmatada por el escombro de la torre de la iglesia es una tarea urgente, pero no lo es menos despejar la principal incógnita del sorpresivo derrumbe del pasado domingo: por qué colapsó el campanario y si peligran otras edificaciones de la zona.
Y en ese labor de análisis sobre el terreno, los técnicos de la Diócesis riojana, propietaria del templo, barajan una hipótesis; que la enorme mole del campanario de la parroquia de La Asunción se viniese abajo debido a un corrimiento de tierra. Más en concreto, que el detonante de la caída imprevisible de la torre haya podido deberse a un fallo grave de la cimentación, posiblemente unido a un desplazamiento lateral significativo del terreno en el talud de su base.
Y lo más preocupante no es ya en sí esa teoría, sino que de confirmarse en el informe definitivo, el movimiento de la ladera pueda afectar también al resto de la iglesia, a la vista de varias grietas detectadas en la cabecera del templo, en el lado opuesto al del campanario que se vino abajo, así como a las viviendas del entorno situadas sobre el talud, explicaron a El Día de La Rioja fuentes diocesanas.
A falta de que las conclusiones de los distintos técnicos que trabajan sobre el terreno en la iglesia de Viguera, tanto los del Obispado como los del Gobierno de La Rioja se pongan negro sobre blanco en un informe coordinado por Protección Civil, la investigación también trata de determinar con exactitud el origen de la gran cantidad de agua perceptible en el suelo de la zona y si ha podido influir en el movimiento del terreno.
Los arquitectos del Obispado temen que, de confirmarse que el problema radica en la inestabilidad de la ladera, también puedan verse comprometidas la propia parroquia y las casas que han resultado afectadas al encontrarse las mismas en el entorno del barranco al que se asoma la iglesia. No en vano, fuentes de la institución eclesiástica indican a El Día de La Rioja que se han detectado varias grietas en la cabecera del templo, que se encuentra en el lado opuesto a la zona donde se asentaba la torre-campanario.
También está en estudio si la importante cantidad de agua que hay en la zona tiene su origen en la rotura de una tubería a consecuencia de la caída de la torre o a otras causas previas que hayan podido 'lavar' la cimentación de la torre y precipitar su desmoronamiento.
Aunque deberán ser los estudios definitivos los que apunten las soluciones que hay que adoptar para asegurar el terreno, una de las posibilidades que se sopesa es la construcción de un muro de contención que sujete el talud y evite que tanto la nave de la iglesia como las viviendas próximas vean peligrar su integridad.
Si finalmente se confirma esta teoría acerca de lo ocurrido, quedaría descartado que las obras de la reforma que se ejecutó en la torre en 2017 tuvieran algo que ver con el derrumbe.
Mientras tanto, la localidad del valle del Iregua trata de recobrar poco a poco la normalidad, a la espera de que las máquinas puedan entrar en la zona del derrumbe para retirar las toneladas de piedra, ladrillo y mortero que cayeron a plomo hacia las 21,30 horas del pasado domingo, sin que afortunadamente ninguna persona sufriese daños, pese a la cercanía de varias viviendas y lo céntrico del lugar.
El alcalde de Viguera, Álvaro Manzanos, se muestra cauto a la hora de comentar las posibles causas del hundimiento de la torre-campanario y la afección a las viviendas cercanas, hasta no disponer del informe técnico definitivo.
Desescombro inminente. El regidor viguereño espera que este mismo jueves puedan comenzar las tareas de desescombro. Manzanos señaló que el hecho de que haya viviendas desalojadas obedece a una medida de seguridad.
El derrumbamiento de la torre de la iglesia de La Asunción, un edificio que comenzó a construirse en el siglo XVI y que está declarado Bien de Interés Cultural (BIC), ha cambiado radicalmente la fisonomía del casco urbano de Viguera, visible desde lejos por su emplazamiento en altura en un paraje considerado la 'puerta' de acceso a la comarca del Camero Nuevo.
La torre desaparecida, que tanto el Ayuntamiento como la Diócesis confían en poder reconstruir, era una estructura anexa al templo parroquial, pero no formaba parte de la propia estructura de la nave. Su parte baja de piedra comenzó a levantarse en el siglo XVII y se completó en el siglo siguiente con los cuerpos superiores de ladrillo.