A mediados de noviembre estuvo en Madrid, invitada por Ensemble Praeteritum, formación de cuerda de reconocido prestigio pero ya ha vuelto a Basilea, localidad suiza donde ha echado raíces. Se trata de Patricia Muro Francia (Logroño, 1996) violinista riojana que asoma a la escena internacional de la mano del Moser String Quartet, su formación plurinacional.
Este es su cuarto año en territorio helvético, al que llegó para continuar sus estudios en la FHNW Hochschule für Musik Basel (Escuela Superior de Música de Basilea) donde completó el Máster de Perfomance en violín, su instrumento.
Lleva, como quien dice, con un violín entre las manos desde los cuatro años aunque no entró en el conservatorio hasta cumplidos los ocho. «En Logroño hice el Grado Medio y luego me fui a San Sebastián para estudiar en Musikene (Centro Superior de Música del País Vasco)», relata. Tras hacer un postgrado, dejó atrás la Bella Easo para seguir su formación en Basilea.
Llegó a la música gracias a su hermana Leticia, «la pionera de la familia». Al contrario que en muchos hogares, han sido prácticamente los hijos los que han inoculado en sus padres esta pasión musical: «Mi madre canta y mi padre, desde hace algo más de un año, aprende a tocar el clarinete».
Si la melomanía de sus progenitores es totalmente amateur, Patricia es una profesional de las cuatro cuerdas. Comparte cuarteto con la valenciana Ariadna Bataller (viola), con la italiana Lea Galasso(chelo) y con la japonesa Kanon Miyashita (primer violín). Se integran en el Cuarteto de Cuerda Moser que nació en 2020 y que ha sido reconocido con el Premio Especial en Concurso Internacional de Música de Cámara de Osaka (Japón), primer premio en el Gran Premi Musical Laredià de Sant Julià de Lòria(Andorra), la segunda posición en el Orpheus Chamber Music Competition de Suiza y la tercera en el también helvético Concurs Nicati.
2023 se nos escurre entre las manos pero para Patricia Muro ha sido un año de lo más productivo. En octubre ofrecieron seis conciertos en Japón, experiencia que todavía resuena en su memoria: «Ha sido uno de los viajes de mi vida». Como forma parte de un cuarteto internacional, ha podido interpretar en «Canadá, el pasado verano», en «Italia», en enero le espera «la Filarmónica de París» y dentro de poco lo hará «en el Palau de les Arts de València». «Ya solo queda tocar en Logroño», bromea, consciente de que son infinitas las ocasiones en las que ha tocado en la capital riojana. «No con mi cuarteto», apostilla.
Confía en poder tocar algún día en la Elphie, la Filarmónica de Hamburgo (Elbphilharmonie Hamburg es su nombre oficial) aunque a la espera de que llegue esta oportunidad, asegura que «más o menos estoy cumpliendo mis sueños, aunque está claro que siempre quedan retos por cumplir».
«Todo el mundo quiere tocar en las mejores salas», confiesa consciente de que acaba de aterrizar en un mundo en el que son muy pocos los que dejan atrás el amateurismo.«Es difícil vivir de esto. Casi nadie puede vivir en exclusiva de un cuarteto y menos en Suiza, donde el coste de la vida es muy alto», agrega. «Pero cada año crecemos», afirma consciente de que en nada tendrá que volver a cargar su violín Luigi Carzoglio 1918 para hacer sonar sus cuatro cuerdas en algunas de las salas más prestigiosas del mundo.