Ajenas al interés mediático y popular que despiertan, el millar de ovejas de David pastan tranquilas en los alrededores de Manzanares de Rioja, en una parada del camino que las llevará del valle, desde las proximidades de Santo Domingo de la Calzada, a la montaña, hasta Matute, en busca de nuevos pastos. Es la recuperación de la trashumancia riojana, muy diferente al viaje que los antiguos pastores riojanos realizaban unas cuantas décadas atrás cruzando la geografía española con sus cabezas de ganado en dirección al sur, a Extremadura y Andalucía, para asegurar pastos verdes a sus rebaños.
Pero entonces eran otros tiempos y la ganadería era el principal sustento de las Siete Villas y la montaña vivía, y muy bien, de la venta de la lana.
Estos días, el rostro de la trashumancia se llama David Ceballos. Este pastor cántabro de 48 años, afincado en Santo Domingo de la Calzada, ha decidido recuperar una práctica casi en desuso en La Rioja para darla a conocer y, de paso, garantizar a sus animales pastos más abundantes.
Al frente de un millar de cabezas, comenzó la ruta el pasado domingo 24 de septiembre desde las cercanías de Santo Domingo de la Calzada, donde tiene su explotación. Desde entonces, su rebaño ha atravesado parajes de Santo Domingo, Cirueña, Manzanares, Villarejo y hoy pasarán por Villar de Torre para llegar el fin de semana a los pastizales de Matute, donde sus ovejas permanecerán hasta bien entrada la primavera o el verano. Cuando el calor comience a apretar, volverán a emprender de nuevo la marcha, pero esta vez de vuelta a Santo Domingo de la Calzada.
El recorrido está generando gran expectación por las zonas en las que van pasando David y sus ovejas. Y es que no es habitual ver cómo el rebaño va avanzado conducido por los perros que lo acompañan en este periplo en el que se ha embarcado. «Intentamos no entrar por los cascos urbanos porque, si no, con tanto volumen de ovejas no es viable, pero aún así son muchas las personas que se acercan a ver el ganado», dice emocionado, mientras reivindica el imprescindible papel que juegan los perros en esta ruta «donde se ve lo bien que hacen su trabajo y cómo disfrutan de estar aquí».
bienestar animal. Para este ganadero, la trashumancia es «una tradición que no puede perderse y de la que ya no queda prácticamente ni rastro en La Rioja». Para él, esta práctica antiquísia va unida «al bienestar animal, ya que, de este modo, evitamos viajes en camión al ganado con el estrés que eso les genera».
Pero, detrás, también subyace un tema de costes económicos. «El transporte está muy caro y para mover este volumen de ganado haría falta emplear cuatro camiones, con lo que estariamos hablando de más de 2.000 euros para trasladar las ovejas de Santo Domingo de la Calzada a Matute. Es verdad que nos costaría llegar apenas media hora, pero amamos a nuestros animales y desplazarnos así es bueno para ellos. No hay más que ver cómo comen las ovejas y lo tranquilas que están», destaca.
Reconoce que vivir de la ganadería es «ahora mismo muy complicado. La rentabilidad ha disminuido mucho porque el forraje está carísimo, y el pienso también lo está, así que, por lo tanto, lo que comen las ovejas en el campo es dinero que nos ahorramos».
Entre los principales problemas del sector pone el acento en la falta de relevo generacional que amenaza seriamente la viabilidad de las explotaciones. «Yo aún soy joven y tengo ganas y fuerzas para trabajar, pero es poca la gente joven que quiere dedicarse a la ganadería en estos tiempos», reflexiona.
Problemas aparte, lo que nadie puede quitarle es la ilusión de haber organizado su primera trashumancia, que quiere convertir en «una reivindicación del importante papel de la ganadería extensiva». Y, de paso, aprovecha la ocasión para agradecer el apoyo del Gobierno de La Rioja, y especialmente de la Consejería de Agricultura «por todo lo que está haciendo por intentar mejorar la ganadería extensiva y dar una solución al problema del lobo».
Lo que tiene claro este riojano de adopción es que no quiere que esta revisión de la trashumancia sea un hecho puntual sino que busca darle continuidad y convertirla, con el respaldo del departamento de Agricultura, «en una ruta anual de contenido didáctico en la que podamos enseñar a los colegios cómo es un rebaño».