Hija del ensanche

Bruno Calleja Escalona
-

La céntrica Avenida de Portugal surgió al calor de la expansión urbana por el traslado del ferrocarril. Antes, se llamó Nicolás Salmerón y acogió la alhóndiga donde ahora está Hacienda

La estampa muestra la zona en plena ebullición urbana, con avenida de Portugal y la Delegación de Hacienda al fondo, y la actual calle María Zambrano en primer térmimo. - Foto: Archivo de Taquio Uzqueda

La llegada del ferrocarril a Logroño supuso un notable avance para su crecimiento urbano. Esta infraestructura, junto con el derribo de las murallas y la llegada de los primeros planes de expansión, dieron el pistoletazo de salida para  llegar a la ciudad actual.

El 26 de marzo de 1861, un año antes del derribo de las murallas, se colocó la primera piedra de la estación de ferrocarril de Logroño, situada en la periferia urbana. Sin embargo, la obra no llegará a su final hasta el 21 de septiembre de 1863, cuando el general Espartero inauguró la estación y la línea ferroviaria Tudela-Bilbao.

Con la nueva estación ferroviaria llegó la ampliación de la ciudad, que consolidó el paseo del Espolón, colocando las figuras de los reyes en 1858 y comenzando la expansión de la trama urbana hacia el sur. Ese movimiento dio origen a la calle Delicias, actual Miguel Villanueva, donde se erigieron inmuebles que llevaban la firma de prestigiosos arquitectos; y la actual avenida de Portugal, que discurría paralela a los raíles y que no recibirá su primer nombre hasta el siglo XX, cuando el 12 de abril de 1903, el Consistorio la denominó calle Nicolás Salmerón. 

En 1880 se inauguró un importante recinto comercial, la alhóndiga municipal, obra del arquitecto Francisco de Luis y Tomás, ubicada en el cruce entre las calles Nicolás Salmerón y Audiencia, hoy avenida Portugal y María Zambrano. Para conmemorar la apertura de la alhóndiga se organizó la Exposición Provincial de Agricultura, Arte e Industria, que gozó de gran relevancia en su momento.

El siglo XX trajo consigo la consolidación y ampliación del nuevo espacio urbano, con una plaza junto a la terminal ferroviaria en la que se celebraba el 'baile de la estación', la versión popular de las fiestas del cercano Gran Casino. En la zona abrieron negocios hoteleros de postín, como el Hotel Comercio, en la esquina de las calles Estación y Salmerón, que durante y después de la Guerra Civil sirvió de base de operaciones secretas a algunos agentes de la Gestapo. El final de la época dorada de esta zona llegó con la desaparición del ferrocarril en la década de los 50 del siglo XX, momento en que la avenida de Portugal se modernizó con bloques de viviendas y la sustitución de la alhóngida por la Delegación de Hacienda.