No te vayas de La Rioja, si no quieres que me muera... cantaba la charanga La Pacharanga de Calahorra, que amenizaba así la espera a la Corporación municipal en el chamizo de la peña La Uva, que abrió ayer el tradicional recorrido de los responsables municipales por sus sedes.
Con cierto retraso, menos concejales que en otras ocasiones iniciaron la visita a los sones de un viejo tema de Barricada, que sirvió para constatar que el alcalde está dispuesto a darlo todo. Acompañado de una media docena de ediles de su grupo y el socialista Iván Reinares, él mismo peñista, además los vendimiadores,Lucía Yubero y Félix Ángel Jalón , Conrado Escobar se pegó unos cuantos saltos al ritmo de un conocido tema de la banda de rock pamplonesa, ante la mirada de mayores y unos cuantos pequeños. «Contamos con un centenar de socios adultos y 40 niños, de los que 25 se desplazan en carrito de bebé», relata Miguel González, el presidente de una peña que sigue creciendo.
Solo esperaba que los concejales estuvieran «animados», y se muestra dispuesto a dar tiempo a la nueva Corporación. «De momento están haciendo bien el trabajo y vamos a confiar en ellos», señalaba el presidente de la peña La Uva, que tiene por delante dos actos de calado. Así, en la tarde del día 21 organiza la V Cata Urbana De la vid al paladar, que se ha desplazado desde la plaza del Mercado al Espolón, «una ubicación más amplia», y «como novedad», ofrecen una gala de cómicos en la que participan dos monologuistas «muy contrastados», Elena Beltrán e Iggy Rubín. Será el sábado 23, a las ocho de la tarde en el auditorio municipal y la entrada cuesta 10 euros. «Nos hemos animado con el fin de hacer cosas nuevas y aportar elementos diferentes», relataba González, que tiene buenas sensaciones del primer fin de semana festivo.
Algo similar ocurría en la peña La Rioja que, con 271 miembros, es la más numerosa de Logroño, una relevancia que constataba la gran animación que se vivía en los aledaños de su sede, en la calle San Matías, que permanece abierta todo el año y que los peñistas utilizan como sociedad gastronómica.
Los niños jugaban al torico y un numerosísimo grupo de personas esperaba degustar la tradicional paella que preparan un grupo de cocineros que seguro no tienen mucho que envidiar a los galardonados con estrella Michelín. Uno de estos chefs, Juan Carlos, explicaba la receta del suculento plato, que se prepara con 20 kilos de carne de conejo, pollo y costilla, que se rehogan con pimientos y tomate. Se añaden después 20 kilos de arroz y 40 litros de agua, un plato que se decora con huevos cocidos y espárragos, «sin langostinos, que nos iríamos del presupuesto».
Son cuatro paelleras en las que se cocinan raciones de las que dan cuenta 800 personas, y que pudieron también degustar los concejales y mucha gente joven, a la que Juan Carlos invita a sumarse a una peña «para disfrutar de la fiesta», aunque avisa de que también hay que colaborar.
Aitor Solano, presidente de la peña, aseguraba al respecto que han sumado nuevos miembros y que «año a año vamos creciendo» porque es una experiencia que «gusta a todo el que prueba». Satisfecho con el resultado de la participación popular en el Día del Barrio, resaltaba que es su objetivo que los vecinos del entorno «se entretengan y disfruten del ambiente festivo», con actividades entre las que se encuentra el renombrado concurso del lanzamiento de gavillas y que dejó un hueco para la actuación de Bárbara y las Varietés riojanas durante la tarde. Pero antes, la charanga El Estropicio, del municipio zaragozano de Pedrola que, al igual que sus colegas de La Pacharanga da a todos los palos, de la cumbia al pasodoble, pasando por Rosalía, recibía a los representantes municipales al ritmo de una ranchera, Brindemos por nuestro encuentro. El alcalde de «la mejor ciudad del mundo» decía sentirse «muy logroñés» y orgulloso de representar a una urbe «que presenta en san Mateo su mejor versión».
Escobar rememoraba el momento «mágico» que vivió durante el lanzamiento del cohete, que resume lo mejor de la ciudad, una plaza abarrotada cantando al unísono el Himno a Logroño, miles de voces que le provocaron una emoción que le llevó al borde del llanto. «Hice acopio de profesionalidad, pero la voz se me quebró», contaba el alcalde de una ciudad «con un extraordinario futuro, que se construye desde el respeto a nuestros mayores y nuestro pasado».