Fiyi es un grupo de casi 300 islas volcánicas en el Pacífico Sur. En el imaginario mundial, un lugar de arenas blancas, aguas cristalinas, bancos de coral y bebidas de colores con demasiados adornos en la copa. En el propio imaginario de Fiyi, la mayor cuna del rugby del planeta: el país no llega a los 900.000 habitantes y 80.000 de ellos, hombres y mujeres, están federados. Un 9% de la población fiyiana se relaciona con el balón oval, una cifra que supera a potencias mundiales del cono Sur como Nueva Zelanda (3%), Argentina (0,25%) e incluso Australia (700.000 fichas con 26 millones de población) y Sudáfrica (500.000 con 59 millones).
Como describía la película 'Pacific Warriors', en medio de tanta arena, agua, coral y cócteles hay muchos campos de rugby. Y de ellos ha salido uno de los ocho equipos que desde hoy disputan los cuartos de final del Mundial de Francia: su turno es mañana, a las 17.00 horas y ante Inglaterra, actual subcampeona y a priori favorita... pero ya derrotada por los 'Flying Fijians' en Twickenham en el último test previo al torneo (22-30).
No hay ningún 'milagro' en que Fiyi esté entre los ocho mejores del mundo. De hecho, Fiyi es la actual campeona olímpica. Conquistó el oro en Río'16 y lo revalidó en Tokio'20. Es cierto que en los Juegos la disciplina es el 'Rugby 7', siete contra siete y no el más conocido quince contra quince, pero el espíritu permanece: jugadores ágiles, verticales y combativos que siempre quieren la pelota y van hacia adelante, un soplo de aire fresco en un rugby cada vez más mecánico y táctico. Tumbaron a Australia (15-22) en la fase de grupos y le 'robaron' el derecho a soñar en la fase final.
Lo poco que le queda de 'arte' al rugby ya se practica lejos de los grandes focos, pero Fiyi ya no es el equipo anárquico y descosido que no podía plasmar con buenos resultados las magníficas condiciones individuales de sus jugadores. «Los isleños en el rugby son como los africanos en el fútbol: tienen todo el potencial, pero a la hora de la verdad, flaquean», escribía el argentino Jorge Búsico.
La seriedad no ha llegado de ningún técnico norteño, como vaticinaron erróneamente durante años los analistas. A Fiyi le ha dado orden y competitividad un neozelandés (nacionalizado fiyiano) como Simon Raiwalui, un tipo que se empeñó en dar empaque a la delantera y ha acertado de pleno.
Todo se ha mecanizado y profesionalizado, pero a Fiyi, la cenicienta de estos cuartos, aún le queda un rincón para la vieja escuela amateur: ¿cómo preparó físicamente el Mundial? Nada de gimnasios. Nada científico. Trepando dunas, de dos en dos. Tirando del compañero o empujando. Construyendo los gemelos más potentes del rugby, como los de Josua Tuisova. Y, como dice Clive Woodward, ex seleccionador inglés, «jugando el rugby que le gusta a la gente».
Norte-sur
Las cuatro eliminatorias de cuartos presentan duelos entre hemisferios. Hoy se abre la veda con el Gales-Argentina (Marsella, 17.00 horas), un duelo en el que los europeos parten como favoritos. A pesar de que en su último test previo al Mundial fue vapuleado por Sudáfrica (16-52), el XV del Dragón ha ganado sus cuatro partidos de grupo. Los Pumas, que sufrieron ante Japón para meterse segundos, se agarran al recuerdo de 2021: cuando asaltaron Cardiff con un 11-33.
El plato fuerte de la jornada se vivirá a las 21.00 en el Stade de France:la 'final anticipada' en el Irlanda-Nueva Zelanda. El bloque granítico del Trébol se mide a unos All Blacks de menos a más, derrotados por Francia en la primera jornada… pero terminando la primera fase como los mejores anotadores. La Irlanda comandada por el eterno Johnny Sexton puede considerarse favorita por presente (ha ganado 5 de los últimos 8 partidos ante los neozelandeses) pero no por historia (jamás ha pasado de cuartos en un Mundial).
Y mañana, además del Inglaterra-Fiyi, a las 21.00 y en París, miden fuerzas y músculo la anfitriona y la actual campeona del mundo: Francia-Sudáfrica. El XV del Gallo cruza los dedos ante el estado de forma del medio de melé e ídolo local, Antoine Dupont, que se lesionó de gravedad ante Namibia hace tres semanas (fractura de mandíbula y pómulo) y que reaparecerá 'con pinzas' ante una de las defensas más fieras del planeta, la de los Springboks de De Klerk y compañía, acostumbrados a las grandes citas, competitivos y duros de roer.