Una retirada a tiempo no siempre es una victoria. La sabiduría popular da muchas lecciones, pero en este caso en concreto la imagen de derrota es evidente. El PSOE decidió ayer en el último momento no llevar la Ley del Suelo que se iba a votar en el Congreso. El documento no gustaba en Sumar, anunciaron que votarían en contra y desde Moncloa se prefirió no quedar como Cagancho en Almagro.
Iba a ser su segunda derrota en la Cámara Baja en la misma semana, ya que el martes se tumbó la abolición de la prostitución propuesta por el PSOE. Demasiado castigo para el equipo de Pedro Sánchez, que quedaba en manos del Partido Popular para evitar un nuevo tropiezo de magnitud parlamentaria.
Pero hasta el último momento mantuvieron la tensión, quizás esperando enternecer a una oposición que ya les había dejado claro que permitiría su fracaso. Ya lo advirtió Feijóo, no iban a ser su muleta cuando la complejidad de sensibilidades de sus socios cortocircuitara. Los problemas de hilar tan fino.
La sangre no ha llegado al río, pero la visibilización de la debilidad parlamentaria ha sido evidente.
Con todo, el batacazo podría haber tenido tintes históricos, ya que sería la primera vez en la historia democrática de España en la que una norma salida del Consejo de Ministros fuera rechazada por el propio Gobierno (Sumar en este caso). No hay antecedentes de nada similar.Ni siquiera cuando Podemos formaba parte del gabinete se llegó a tal extremo.
La actitud de Sumar ha sentado como un tiro en el PSOE, porque ven incomprensible la actitud de los de Yolanda Díaz, pero han tratado de enmascarar su cabreo en los pasillos del Congreso tratando de justificar la postura como un pariré propio de campaña. Para que luego se diga que las Europeas no interesan a nadie.
La defensa que se realiza desde las filas de Sumar va en la línea de que el PSOE ya conocía su posición desde hace bastantes meses. La Ley del Suelo no tenía el beneplácito de la formación y no estaban dispuestos a adherirse incondicionalmente con la única excusa de ser socios de Gobierno.
Con este panorama, la que tuvo que dar la cara a las puertas del Congreso fue la ministra castellano-manchega Isabel Rodríguez. Anunció que el Gobierno renunciaba al proyecto de ley y que se iba a dejar ahora el texto en manos de los distintos grupos políticos para volver a tramitarla. «La política de vivienda no está en campaña electoral», señaló Rodríguez, que confía en que las aguas vuelvan a su cauce cuando pasen las Europeas y que lo de Yolanda Díaz solo haya sido un postureo. Mientras tanto, el PP observa divertido desde la barrera.