Una aventura ártica

David Hernando Rioja
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El logroñés Andrés Moreno, junto a su hermano Christophe, viajaron solos al Mar Ártico con su velero

Andrés Moreno y su hermano Christophe durante su travesía al Mar Ártico - Foto: Andrés Moreno

Soñar es una de las habilidades más bonitas del ser humano. Ser capaces de crear en la mente viajes increíbles a tierras lejanas viviendo aventuras de película.

Hay personas que tienen la suerte y la audacia para ver sus sueños cumplidos, en muchas ocasiones, gracias a su trabajo y esfuerzo. Es el caso de dos hermanos, Andrés y Christophe Moreno, quienes viajaron al Mar Ártico ellos dos solos en su velero, una hazaña muy difícil de realizar.

Andrés Moreno, nacido en Logroño, cuenta que esta aventura nació gracias a su hermano, que quería desde hacía bastantes años navegar hasta el Mar Ártico. «Christophe es marino mercante y siempre ha tenido pasión por conocer los polos, y en particular el MAr Ártico. De ahí viene la idea original del viaje», explica.

Señala que este viaje es «un reto personal que ha perdurado en el tiempo y ha tenido bastante desarrollado». «Primero fue como una etapa casi de fantasía y luego se va haciendo realidad», detalla.

Desvela que el objetivo del viaje estaba «abierto» aunque «lo principal era subir al Ártico lo más al norte posible que pudiéramos». Salieron desde Laredo en mayo, y la travesía terminó en agosto.

La primera idea fue llegar hasta Svalbard, una isla que es el último punto antes de llegar al polo norte magnético. Este territorio, añade, está bajo supervisión noruega pero bajo un convenio abierto con un montón de países europeos.

«Fue nuestro primer objetivo pero después vimos que tomaba más tiempo de lo que realmente podíamos emplear en el tiempo que teníamos», reconoce. Después decidieron ir costeando hasta las  islas Lofoten, «un trayecto que nos permitió tener una buena perspectiva de como es la costa del país». 

Cuenta que hay dos partes. «La zona sur está muy abierta y es como un bloque, pero llegado hasta cierto punto de esta geografía, concretamente al norte de Stavanger, te encuentras los canales interiores del país», explica.

Señala que hay fiordos con una orientación norte-sur por todo el país, además de un montón de islas que «protegen una parte de la navegación interna, lo que es bastante interesante de ver». Desvela que esto último les sorprendió porque «cuando no lo conoces y lo ves en una carta náutica, impone mucho ver todo el puzle de islas y rocas diseminadas por toda la costa. Pero una vez que estás dentro, con el cambio de escala y la sensación real, ves que es un panorama distinto a lo que podías haber imaginado antes».

Este año, relata, realmente cruzamos el Mar Ártico porque «a partir de cierta latitud ya se considera el circulo polar ártico, que involucra a varios países». «Pero no llegamos tan al norte como quisimos», lamenta Moreno.

Intenso. Andrés Moreno asegura que el viaje fue «bastante intenso» aunque «se hizo con otra mentalidad respecto al primer viaje que hicimos en 2022». Aquel momento, cuenta, era para explorar como «nos sentíamos nosotros mismos y como era la experiencia real de ir comiendo millas hacia el norte», mientras que «este año teníamos una motivación distinta y mucho más enérgica, además de navegar más disciplinadamente».

Reconoce que la parte más difícil del viaje ocurrió nada más empezar, cuando quisieron zarpar en mayo. «Nos encontramos con muy mal tiempo de cara para subir, lo que nos obligó a quedarnos en puerto esperando mejores condiciones climatológicas», explica.

«Aunque el resto del viaje fuimos atajando bastante bien el resto de la navegación», destaca.

Otro problema grave fue cuando se les rompió el mástil del barco, accidente que tuvo lugar cuando salían de Noruega para emprender el viaje de vuelta a España. «Fue una sorpresa y un shock», afirma.

Recuerda que momentos previos al suceso estaba descansando y su hermano de vigía. «Escuché como un petardazo inmenso y un sonido de madera quebrada. Me hizo saltar de donde estaba acostado y al subir, vi que el mástil estaba roto y se arrastraba por un lateral del barco», relata este logroñés.

El caso, señala, es que el mástil estaba caído y atado al barco, por lo que «con las olas que había, provocaba que el velero se tambalease de una forma bastante nueva, así que vivimos un momento tenso».

Este suceso tuvo final feliz, ya que ambos hermanos fueron rescatados por la guardia costera, que les llevó hasta la ciudad de Stavangerd, «donde contactamos con la aseguradora para ver las posibilidades reales que había de arreglar el barco que usamos».

El barco se quedó en Noruega y ambos hermanos están a la espera de ver como evolucionan los arreglos del barco, «que necesita un mástil nuevo y una nueva vela». Una vez arreglado, volverán a España con él.

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