Cuando monseñor Santos Montoya tomó las riendas de la Iglesia riojana, el 5 de marzo de 2022, la sociedad se recuperaba de una devastadora pandemia y encaraba incertidumbres de enorme calado, algunas lamentablemente aún vigentes, como la guerra de Ucrania. Y hoy, en la agenda de este químico de formación, no faltan retos y preocupaciones. El obispo reclama más atención a la crisis humanitaria de los menores extranjeros que llegan solos a las costas de Canarias, pone el acento en las personas en situación de pobreza, busca fórmulas para atender a la feligresía rural pese a la crisis de vocaciones y consolida una oficina de atención a víctimas de abusos.
Hace ya más de dos años que fue nombrado obispo de la Diócesis riojana. En términos de política sería el ecuador de una legislatura. ¿Qué destacaría de lo conseguido en este tiempo y qué retos importantes quedan aún por delante?
Aquí, en la Iglesia, el ecuador funciona de otra manera. Estoy contento del recorrido por los distintos lugares de La Rioja, aunque todavía me quedan sitios por conocer, lo que permite estar con la gente y contactar con la realidad concreta; la puesta en práctica de la sinodalidad que pide el Papa Francisco con la animación de los distintos consejos, patrimonio cultural, economía, gobierno, víctimas de abuso, etcétera; los encuentros mensuales con los sacerdotes; la actividad socio-caritativa; los equipos de misión en distintos pueblos; la buena relación con las diversas instituciones... Y los retos, todos los sectores de la sociedad a los que llevar el evangelio, como el mundo del trabajo, las familias, la educación, las personas con discapacidad o los inmigrantes. Sin olvidarnos de la propia casa, el fortalecimiento de las comunidades cristianas, la formación, el cultivo de las vocaciones... En fin, creo que hay tarea para todos.
Como otras regiones, La Rioja tiene problemas de despoblación y de dispersión en el medio rural. Sin un fácil relevo cuando hay jubilaciones de sacerdotes, ¿qué planes tiene la Diócesis para tratar de cubrir el servicio religioso en los pueblos?
Una de las primeras medidas que hemos tomado ha sido la creación de los equipos de misión, compuestos por laicos, miembros de la vida consagrada, diáconos y sacerdotes, que se organizan para atender zonas a las que de otro modo no sería posible llegar. Hay varios equipos en distintas zonas de La Rioja, y el balance está siendo muy positivo. Se siguen formando nuevos voluntarios con la intención, no sólo de realizar estas celebraciones en ausencia de sacerdote, sino de acompañar a las personas y animar la vida pastoral de estos pueblos. Y la presencia de sacerdotes estudiantes de otros países que aprovechan su estancia para ejercer el ministerio entre nosotros es un enriquecimiento mutuo y una buena ayuda que hemos de agradecer.
Sin nuevas vocaciones, parece difícil atender a todas las necesidades de la feligresía. ¿Cuántos jóvenes se forman actualmente en el Seminario de Logroño para ser curas?
Uno de los retos, no sólo de nuestra Diócesis, sino de la Iglesia en nuestro país, incluidas las congregaciones religiosas, es la falta de relevo, y, por tanto, la necesidad de que haya jóvenes que quieran incorporarse a las distintas formas de entender la consagración. En la actualidad, contamos con un seminarista, que se ordenará diácono en septiembre. Es verdad, que hay un grupo de chavales, todavía menores, que presentan una intención vocacional sacerdotal, pero aún es pronto para saber si se quieren determinar por este camino.
No es extraño ver religiosas y religiosos originarios de otros países. ¿En los últimos años las vocaciones son mayoritariamente extranjeras?
La Iglesia es universal, y por tanto, de naturaleza misionera, que siempre tendrá la inquietud de llevar el evangelio a otros lugares, porque se entiende que es un bien que otros pueden igualmente disfrutar. Ahora vemos algunos de los frutos de la siembra realizada durante generaciones por tantos misioneros, hombres y mujeres, que se han entregado por completo en poblaciones lejanas, en la educación, la sanidad o la caridad y que han logrado que las poblaciones nativas tengas sus propios miembros consagrados. La vida religiosa siempre ha sido un ejemplo de crisol de culturas y razas, animadas por el evangelio, lo que no deja de ser un fenómeno sorprendente que nos debe hacer reflexionar sobre la capacidad del ser humano, esté donde esté, para entender a Dios.
Además de la atención pastoral está el mantenimiento de los templos. ¿Hay alguno que necesite alguna intervención de urgencia?
Como en las familias numerosas, la urgencia se presenta en cualquier momento. En relación con el patrimonio cultural, cuando no es una teja, es una grieta, o un retablo. La inversión que se hace todos los años en cuestión de patrimonio es grande. Aquí tenemos que agradecer la contribución de la Administración que, con diferentes tipos de ayuda, local, autonómica, nacional y europea, nos permite responder a las exigencias que el rico patrimonio, mueble e inmueble de nuestra Diócesis, requiere para su conservación. La Delegación de Patrimonio, que está funcionando, creo que muy bien, lleva cuenta de las reparaciones que se están acometiendo.
En Logroño, recientemente han firmado un acuerdo con el Ayuntamiento, que aportará 60.000 euros para mejoras en la torre de la iglesia de Santiago, para que sea visitable. ¿Hay previsto algún convenio similar en otros templos?
Los convenios con las distintas administraciones tienen diferentes alcances y cuantías, que abarcan edificios en toda La Rioja. Afortunadamente estos convenios permiten mantener en pie construcciones históricas que de otro modo sería imposible conservar. El volumen de actividad en este campo es grande.
El monasterio de Valvanera, con su pequeña comunidad de monjes, ¿tiene alguna necesidad especial?
Además de las reparaciones que surgen, como todo edificio que está vivo, se va a realizar una obra importante que aporte el suministro energético que requiere el ritmo que presenta en estos momentos el monasterio. La Diócesis, como propietaria del mismo, corre a cargo de una parte de los gastos, la comunidad del monasterio con otra, y esperemos que la Administración y los particulares que quieran se sumen a esta obra en uno de los lugares más significativos de nuestra región.
¿Cómo están las cuentas de la Diócesis, se mantiene el apoyo de los fieles a través del IRPF y de las entidades públicas vía ayudas?
Afortunadamente las cuentas de la Diócesis se encuentran en buen estado, gracias a la gestión que se realiza, los controles periódicos establecidos y la generosidad de los fieles, que con sus suscripciones periódicas, aportaciones puntuales, donación de bienes, o contribución a través del IRPF hacen posible el sostenimiento de la Iglesia. Es de destacar que el porcentaje de asignantes de la casilla a favor de la Iglesia en La Rioja supera la media nacional, con más del 43%. Las aportaciones de la Administración para la conservación del Patrimonio Cultural son una inyección importante que permite seguir mostrando la riqueza artística con la que contamos, para beneficio de todos.
La Rioja es una de las regiones con mayor porcentaje de población inmigrante. ¿Esa realidad exige algún esfuerzo especial a la Iglesia?
La Iglesia está abierta para todos, y, como no podía ser de otro modo, también para el inmigrante. Bien porque se trate de personas que quieren compartir su fe con nosotros, lo que queda reflejado en la variedad de razas y culturas que se hacen presentes en nuestras comunidades, como los que no comparten nuestra fe pero piden la asistencia de diversas instituciones como Cáritas, que atiende a quien se acerca, independientemente de su origen o religión. Un dato característico de este año en la Diócesis es que hemos iniciado las primeras Semanas Sociales, en las que hemos tratado la relación entre inmigración y despoblación, lo que ya está dando sus primeros resultados.
Recientemente se acordó un primer reparto de menores extranjeros no acompañados que le asigna a la Comunidad riojana la tutela de cuatro para este año y otros tantos acordados en 2023, pero que no llegaron. ¿Deberían las instituciones hacer un mayor esfuerzo para acoger a un mayor número de estos menores?
Sin duda. No podemos permanecer ajenos a la tremenda situación que se está viviendo, por ejemplo, en nuestras islas, como hace unas semanas reclamaban los obispos de Canarias en una nota titulada Una luz de esperanza para los menores migrantes, lo que supone la implicación de todas las administraciones, incluidas las europeas. El pasado mes de marzo, la Conferencia Episcopal Española aprobaba un documento con la postura del episcopado ante la realidad de la migración, que entendemos que puede ayudar a abordar un tema tan complejo como éste.
El asunto de los abusos sexuales a menores ha vuelto a la actualidad, con un programa aprobado hace apenas diez días por la Conferencia Episcopal, que, entre otras cosas, plantea posibles indemnizaciones económicas para casos prescritos legalmente o en los que los agresores hayan fallecido. ¿En La Rioja hay visos de que pudiera otorgarse alguna indemnización de este tipo?
Todas las diócesis y las congregaciones religiosas cuentan con oficinas para recoger las denuncias que puedan darse en este terreno. La nuestra, en La Rioja, no es una excepción. Aunque cada caso es sangrante, podemos decir que afortunadamente en nuestra Diócesis son pocos los casos que se han producido en décadas, de los que hemos informado a las entidades correspondientes. Cualquier persona que se sienta agraviada en este sentido puede acudir a nuestro servicio de atención a las víctimas de abuso para plantear su situación concreta.
La Diócesis riojana tiene prácticamente conformada su oficina diocesana de atención a víctimas de abusos. ¿Ha habido alguna persona que haya acudido a ustedes en busca de ayuda?
Desde que se instó a las diócesis a contar con una oficina de atención a las víctimas, la nuestra abrió sus puertas, y varias personas acudieron a solicitar ayuda, prestándoles la asistencia solicitada en cada caso. Lo que hemos estado trabajando durante el curso ha sido la confección de un equipo más completo con distintos profesionales que se han estado formando en estos aspectos, para poder abordar mejor esta problemática y ayudar a su vez en la formación a las personas que por su tarea en la Iglesia tratan habitualmente con menores. Esperemos que en breve podamos presentar este servicio.
¿Y se ha denunciado o ha habido conocimiento de algún caso de abuso más en La Rioja, al margen de los 11 referenciados en el informe que presentó el Defensor del Pueblo en mayo al Congreso de los Diputados?
Hemos de tener en cuenta que las diócesis atendemos a todas las personas que acuden a nuestras oficinas pero que contabilizamos como propios aquellos casos en los que el victimario se encuentra al servicio de la diócesis. Cuando el victimario se encuentra en otra entidad religiosa, un colegio, una congregación, etcétera, es ésta la responsable de contabilizar y atender a la persona que denuncia. Todo esto para decir que el baile de números entre los que tenemos contabilizados y los que asegura el Defensor del Pueblo pueda deberse a esta circunstancia. No obstante, se puede consultar el informe 'Para dar luz' de la Conferencia Episcopal en el que se reflejan los datos que se disponen en estos momentos, ya que se trata de un documento vivo.
El escándalo de las monjas excomulgadas del convento de Belorado ha tenido enorme repercusión social y puso sobre la mesa la cuestión de la propiedad de conventos que quedan vacíos. En La Rioja, recientemente han llegado monjas de conventos cerrados en Navarra y Vizcaya. ¿Aquí no ha habido ningún problema con el destino de esos inmuebles?
Afortunadamente no tenemos en la Diócesis ningún jaleo en este sentido. Las incorporaciones que se han realizado en los distintos conventos obedece al procedimiento habitual dada la situación de edad y de recolocación de personas consagradas, según los criterios de cada congregación. Hemos visitado estos monasterios y se encuentran bien, gracias a Dios.
Aunque los datos macroeconómicos no son malos, los estudios sobre pobreza alertan de personas y familias que incluso teniendo un empleo viven con muchas apreturas. ¿Qué necesidades concretas detectan desde la Iglesia y desde Cáritas?
Cabe recordar que Cáritas es la misma Iglesia que atiende a los necesitados, no es una entidad al margen. El pasado 24 de mayo, con motivo de la campaña de Cáritas coincidente con el Día del Corpus, se presentaba el informe de 2023, en el que se indicaba que las 3.716 personas atendidas, y los 264.141 euros empleados en ayudas directas, suponían un 4% y un 7% más, respectivamente, con relación al informe de 2022. Como datos significativos se mostraba que casi cuatro de cada diez personas atendidas pidieron ayuda por primera vez en 2023, y que el 63% de la cuantía de ayudas económicas se destina a cubrir gastos de vivienda.
En los últimos años otras confesiones religiosas han abierto o construido templos en Logroño. La Iglesia Católica tiene necesidad de crear alguna nueva parroquia?
En principio no hay planteada la construcción de ningún templo nuevo, ni en Logroño ni en ningún pueblo o ciudad de la Diócesis. Siempre cabe el dilema de algún proyecto que quedó truncado hace tiempo, pero que ahora se no se ve que se tenga que acometer. Otra cosa es la ampliación de espacios que afortunadamente son necesarios en algunos lugares.
Por cierto, ¿mantienen relaciones con los representantes de esas otras religiones distintas a la Católica?
Hemos tenido diversos contactos con las diferentes iglesias cristianas, sobre todo con motivo de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que tiene lugar cada año, entre el 18 y el 25 de enero. Con otras confesiones la relación ha sido más discreta, pero la ha habido, sobre todo al hilo de alguna catástrofe en países de religión musulmana, contribuyendo con nuestra ayuda a través de Cáritas. Creo que en este terreno hemos de profundizar más.
En abril se recuperaba la puerta del sagrario de la iglesia de San Torcuato, que había sido robado tiempo atrás. ¿Hay más piezas expoliadas en templos riojanos a los que se esté tratando de localizar?
Una de las tareas constantes que tenemos en la Diócesis es el inventario del patrimonio artístico, a través de cada párroco y coordinado por la Delegación de Patrimonio. Sí que se tienen detectadas obras desaparecidas en distintos momentos, que quizá, como en ese caso, aparecen en una subasta pública y, al estar identificadas, pueden ser reclamadas. La labor de la Guardia Civil y de la Policía Nacional en este sentido es fundamental. Les agradecemos su dedicación y profesionalidad.
Usted es castellano-manchego y ha ejercido en Madrid como obispo auxiliar. ¿Cómo ve la sociedad riojana en general?
La pregunta tiene muchas respuestas…y no es escaparme por la tangente. El clima, valga la expresión, es bueno y las posibilidades son muchas. En La Rioja se nota el peso, en el mejor sentido, de la tradición, de la religiosidad popular, pero, como en toda cosecha, no cabe conformarse con lo recibido sino seguir preparando el terreno para que la buena cosecha continúe. En cuanto a la dimensión de la fe que se hace vida, que es lo que me corresponde animar, se nota la inclusión de otros modos de vida, de otras perspectivas diferentes a la nuestra; de ahí el reto que supone para la comunidad cristiana ser capaces de mostrar las posibilidades de la fe y de colaborar con todos para el bien común.
El suyo, como el del resto de prelados españoles, no es un puesto vitalicio, puesto que cada cierto tiempo suelen cambiar de destino. ¿Le gustaría continuar aún durante unos años en la Diócesis riojana?
Estoy encantado de seguir por estas tierras. Ya lo comenté en una de mis primeras entrevistas al llegar a la Diócesis, que no traía billete de vuelta. Confiemos que sea así, pero siempre en las manos de Dios.