Hartazgo en Viniegra

R. Muro
-

El cánido mató al menos dos ovejas en una sola noche y a 500 metros del pueblo. Nadie quiere su extinción, pero «la única solución es permitir la caza» de algunos ejemplares

Medel analiza las heridas provocadas por el lobo - Foto: Ingrid

El nerviosismo de los mastines y la presencia de buitres y cuervos revive una mañana más los peores augurios en Viniegra de Abajo. El lobo ha vuelto a atacar. En esta ocasión han caído dos ovejas a escasos 500 metros de la localidad de las Siete Villas. «Atacan muy cerca del pueblo y a cualquier hora del día», explica Pedro Medel entre evidentes síntomas de rabia e impotencia. Los restos de una de las ovejas se encuentran próximos a la pista que conduce hasta el pueblo. Un poco más arriba, una pequeña mancha de sangre señala el lugar exacto donde el cánido dio caza a la segunda oveja. Ésta intentó huir por un pequeño terraplén inundado de zarzas con el lobo, o los lobos, clavados en ella. Los restos de vísceras permiten descifrar el camino que siguó mientras le pudo el aliento. A unos quince metros de la primera evidencia sanguínea, fresca aún en la hierba, la oveja cayó rendida y terminó devorada.

«El lobo no tiene miedo, se ha convertido en el amo» de esta zona de sierra riojana, explica Medel quien, prácticamente retirado, ayuda a su hijo con las labores que demanda el ganado. «Y además son listos». Se refiere así a la presencia de los mastines encargados de guiar y custodiar el rebaño. «Un lobo se deja ver para que los perros le persigan. Mientras tanto, el resto de la manada ataca. Es una guerra perdida», concreta. Canales, Mansilla, Ventrosa, Brieva y las Viniegras llevan todo el verano sufriendo bajas. «Han atacado hasta tres días seguidos en agosto». 

Nadie quiere terminar con el lobo, pero «es necesario aplicar un control de expansión y del número de ejemplares». Una estrategia que difícilmente será eficaz si quién decide «no se levanta de su mesa. Yo -ejemplifica- no me meto a decidir qué calle hay que arreglar en Logroño». Miembro de UPA, sabe perfectamente que está pendiente, por parte del Ministerio, decidir si se procede a la extracción de ejemplares en el Alto Najerilla, donde se cumplen las condiciones recogidas en el Plan de Protección del Lobo aprobado por el Gobierno de Andreu. Una resolución que se retrasa. Mientras tanto, crece el hartazgo ante una situación que «no permite ni sacar tiempo para la familia». 

Tiene 700 ovejas con 14 mastines, pero no es suficiente. Tampoco han arrojado resultados otras medidas como los repelentes. La única solución, desde la perspectiva de un ganadero conocedor  de la zona y con décadas de oficio, es «permitir la caza». No se trata de acabar con el lobo pero «hay algunos ejemplares que bajan y matan una oveja para comer. Hay otros que son asesinos, matan y no se las comen».  

El verano está siendo duro en las Siete Villas y «aún queda lo peor del año», argumenta. «A partir de ahora las noches son más largas y duras» en una zona especialmente fría de La Rioja y donde las condiciones climáticas habitualmente no acompañan. Tienen depositada cierta esperanza en la voluntad que ha mostrado Noemí Manzanos, pero también son conscientes de que el Gobierno de España se posiciona a favor de la protección total. Y además están los ecologistas, que imprimen una férrea defensa de la protección del cánido «sin darse cuenta de que el medio rural se acaba sin ganadería», concluye.