Es una de las principales arterias de Logroño y, junto con la calle Chile, la conexión más importante entre el centro y las zonas al sur de la ciudad. General Vara de Rey nace junto al Espolón y en tiempos estuvo jalonada por los chalés de la burguesía local, aunque, como relata el cronista Jerónimo Jiménez, sus orígenes son más humildes, como camino a Lardero. Eso sí, su trazado partía de las puertas de las murallas y discurría por el actual parque del Carmen, en el término de El Puntido.
Cuando en 1862 se decretó el derribo de las murallas y la ciudad empezó a crecer, la nueva arteria fue tomando forma, condicionada por el paso del ferrocarril. Las primeras construcciones que la jalonaban fueron los palacetes del Espolón, que dieron pie al surgimiento de construcciones más sencillas a ambos lados de la calle. Estos 'hotelitos', como eran denominados en la época, pertenecían a familias destacadas de la ciudad. Eran casas de no más de dos alturas, proyectadas, en algunos casos, por importantes arquitectos.
Según el cronista oficial, a finales del siglo XIX, el aspecto que presentaba la calle era bastante desapacible y sus vecinos reclamaban la presencia nocturna de los serenos y mejoras arquitectónicas.
Aquellos edificios se erigieron según los estilos propios de principios del XIX. Poco a poco y tras la construcción del paso a nivel sobre los raíles del ferrocarril, entonces en la actual Gran Vía, en sustitución de la pasarela peatonal, la calle fue cobrando importancia, hasta ser considerada en el siglo XX, el 'barrio de Salamanca' logroñés, dada la abundancia de residencias destacables que allí había.
En 1932 se instaló la Diputación Provincial de Logroño en la actual sede del Gobierno de La Rioja. En 1935 se planteó el traslado del ferrocarril fuera de los límites urbanos, dando el despegue definitivo a esta arteria, que ya empezaba a contar con bloques de pisos en el otro lado de las vías. Pronto empezaron a instalarse comercios, talleres y fue surgiendo un ambiente urbano.
La desaparición de las vías en 1958 y la apertura de la estación de autobuses realzaron la importancia de Vara de Rey. Conforme crecía la trama urbana, los chalés fueron siendo derribados. En 1956, paseó por ella el nobel de literatura Ernest Hemingway, durante su estancia en el Grand Hotel.