Los numerosos ajustes que ha registrado el mercado laboral en España desde la crisis de 2008, fecha que, tras la reforma de Rajoy, marcó un antes y un después en las condiciones de los trabajadores, está afectando no solo a las tasas de productividad, donde el país está a la cola con 10 puntos por debajo de la media de la eurozona, sino también al descontento y la desmotivación de una buena parte de los empleados.
Solo en el primer semestre de este año en curso, más de un millón de trabajadores, concretamente 1.014.556, renunciaron a su empleo ante la pérdida de poder adquisitivo, es decir, un 56% más que en 2022. Y si nos centramos solo en el mes de junio, la cifra asciende hasta los 280.678 de los cuales 211.641 tenían contratos indefinidos.
Los expertos en recursos humanos explican este fenómeno asegurando que buena parte de los profesionales que han causado baja se han cambiado de empresa y defienden que están observando que, de manera generalizada, se está perdiendo el miedo a ir a otra compañía e, incluso, a estar inactivo si no se encuentra una ocupación motivadora, con mejores condiciones, no solo salariales sino también de reconocimiento, promoción, conciliación y flexibilidad.
Es difícil entender que España, el país que dobla la tasa de paro de la Unión Europea con un 11,6% de desocupados a cierre del pasado agosto frente al 5,9% los Veintisiete, según Eurostat y con la menor ratio de plazas vacantes por desempleado, registre a penas cinco solicitudes por cada 100 parados, según el INE, presente síntomas tan elevados de desmotivación y renuncias.
Asimismo, destacan que esta realidad desemboca en un desequilibrio creciente en la demanda de mano de obra que castiga con dureza a las empresas más pequeñas y, sobre todo, a los sectores con los empleos más precarios y vulnerables, sin olvidar a la clase media que, con la inflación y las diferentes crisis, han perdido poder adquisitivo y no se lo piensan dos veces ante mejores contratos y mayores cotizaciones sociales.
Por otra parte, se da la circunstancia de que existen personas que están obligadas a aceptar empleos con sueldos bajos para poder llegar a final de mes. De hecho, los últimos datos de la EPA sostienen que el 15% de los trabajadores necesita más de un contrato laboral para cubrir sus necesidades y poder pagar las facturas más básicas como la luz, la vivienda y la manutención.
En este contexto, siete de cada 10 trabajadores españoles (el 69,89%) consideran que su trabajo no está lo suficientemente remunerado y solo un 1,72% afirma percibir una paga digna por la tarea que realiza, según datos del informe Infoempleo Adecco: Oferta y Demanda de Empleo en España de Infoempleo y Grupo Adecco.
El 43,32% de los profesionales sin trabajo confiesa que rechazaría una oferta laboral a pesar de su situación si el salario es insuficiente. Le siguen los que lo harían por un cambio de residencia (28,13%), el tipo de contrato ofrecido (28,01%) o la duración de la jornada (26,51%).
En positivo
Como dato, un 27,10% de los asalariados se declara contento con su ocupación y no piensa cambiar de compañía. Asimismo, un 19,57%, pese a estar bien, busca otro trabajo porque las condiciones que tiene no son las deseadas, un 16,49% se quiere marchar ya de su actual empleo porque no está contento y un 14,19% prefiere buscarlo dentro de un tiempo.
Por otro lado, ocho de cada 10 (80,29%) explica que contar con un mal jefe es suficiente motivo para buscar otra ocupación.
Finalmente, entre los datos más preocupantes está la tasa de paro juvenil que se sitúa a cierre de agosto en el 27,4% frente a la media del 13,8 de la eurozona, lo que pone de relieve que España sigue liderando todos los ranking de desempleo de la UE -el general, el juvenil y el femenino- con el handicap de que se agranda la brecha con el resto de socios europeos, según Eurostat.