Una estrecha amistad

Gonzalo Ortega
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Los 'calagurritanos' Pedro Vidondo, Merche Rey, Ángel Salvador y Eduardo Marcellán cruzarán a nado en agosto los kilómetros que separan a Europa de África: el Estrecho de Gibraltar

Pedro Vidondo, Merche Rey, Ángel Salvador y Eduardo Marcellán. - Foto: Óscar Solorzano.

De esto que van dos coordinadores deportivos, un agricultor y un informático a cruzar el Estrecho de Gibraltar… Puede parecer el inicio de un chiste, cierto. Pero nada más lejos de la realidad. Merche Rey, Eduardo Marcellán, Pedro Vidondo y Ángel Salvador. Calagurritanos de adopción, todos son miembros del Club de Natación Rivalia de Calahorra, de tal manera que conforman su junta directiva. En realidad, solo Marcellán procede de la localidad riojabajeña, dado que Vidondo y Salvador son de Azagra y Rey pone el toque riojano capitalino al equipo. Los cuatro, juntos como equipo, se han propuesto cruzar el Estrecho de Gibraltar a nado, un sueño que cumplirán en menos de un mes si nada se sale del guion previsto.

La idea fue de Eduardo. «No, no lo preguntó», acalara Salvador. «Cuando lo dijo ya estábamos apuntados, nos dijo: 'que sepáis que vamos a cruzar el Estrecho de Gibraltar'. Se apuntaron en diciembre de 2017, pensando, con inocencia, que el proceso tardaría poco y lo harían meses después. «Han pasado muchísimas cosas, algunos hasta hemos tenido hijos», remarca Rey. «En realidad, había una lista de espera de dos años, pero luego llegó la pandemia y después ya lo dábamos por perdido. Pensábamos que se había traspapelado la inscripción». Pero no. Seis años después, recibieron un correo electrónico para reactivar el proceso. Y no lo dudaron ni un segundo. «Todo nadador sabe que cruzar el Estrecho es algo que siempre se tiene en mente. Primero porque es aquí en España, es muy cercano. Y después porque es una de las 100 mejores travesías y retos marítimos del mundo». 

El reto consiste nadar entre 15 kilómetros y medio y 16 para llegar desde la Isla de Tarifa hasta Punta Cires. «Si se coge en línea recta con un GPS, son 15 kilómetros», apuntan. No obstante, este periplo puede estirarse hasta los 22 kilómetros, debido a que hay muchos factores que pueden influir, tales como el clima, la confluencia del Mar Mediterráneo y el Oceáno Atlántico, el aire, la calima, visibilidad baja, el exceso de olas. Pero, por encima del resto, destacan las corrientes. «El mar puede alcanzar corrientes de hasta 5,5 km/h que esperamos no tener que atravesar, sino intentar que en la parte final estén a favor. En su defecto, en caso de corrientes, nos tendrán que desviar y  tendremos que encontrar otra zona de entrada. Puedes acabar en la Isla Perejil, Ceuta… Esperemos tener suerte y hacer solo 16 kilómetros», explica el grupo del CN Rivalia, que nadará a una velocidad media entre los 3,5 y los 4 km/h.

Ahora bien, no saben cuándo será. «Vamos a estar diez días en Tarifa, del 5 al 15 de agosto, sin saber cuándo nadaremos, con el coste del apartamenteo que ello conlleva». Este desafío está organizado por la Asociación del Cruce del Estrecho, que serán ellos quienes les dirán los días en los que el mar esté en mejores condiciones para realizarlo. «Durante el trayecto, estaremos con la embarcación de dicha Asociación. Esto permite seguir el recorrido en directo, ya que estamos localizados en todo momento por GPS. Se podrá seguir nuestra baliza desde que salgamos al alba», especifica Marcellán.

Estarán acompañados, no solo por la barca 'patrón' que les dará las directrices delante de ellos (y que llevará su pasaporte para ir documentados al cambiar de continente), sino también por una barca medicalizada en el lateral, que les proporcionará los avituallamientos que ellos mismos preparen. «No nos podemos agarrar a la barca bajo ningún concepto, salvo peligro inminente, bien sean cruceros o embarcaciones, avistamiento de cetáceos o una mancha de aceite», precisa Marcellán, presidente del CN Rivalia. 
Sin embargo, los costes de esta aventura no son solo los derivados del alojamiento en Tarifa y el pago a la Asociación, sino también todo lo que conlleva la preparación del mismo. «Entre entrenamientos, viajes, logística y demás, nos costará unos 12.000 euros en total», puntualiza Rey.

PREPARACIÓN. La duración del mismo está estimada entre cuatro y seis horas. «Entrenamos para el mejor de los casos, pero también para el peor. También entrenamos para superar esas adversidades. Si las corrientes nos las encontramos al principio no pasará nada porque estamos fuertes, pero cuando llevas cuatro horas nadando y te tienes que desviar para hacer una hora y media más de nado es duro», manifiesta Rey. Salvador, al quite, bromea con que si esta situación ocurre no quedará otra que «callar, agachar la cabeza y seguir nadando». Como en Buscando a Nemo.

Estos entrenamientos han sido parte de un proceso. «Al principio salíamos a nadar en piscina de Campeonatos de España. Nos resultó complicado empezar a meter muchos metros. Iniciamos con 3.000 metros y aumentamos mil por semana», recuerda la voz femenina del grupo. «Ahora, en función de la logística personal y familiar de cada uno, hacemos seis o siete kilómetros tres veces por semana y pillar el fin de semana para hacer una tirada larga». El pasado fin de semana completaron la travesía de Bilbao Santurtzi, un reto de 11 kilómetros y medio «del que salimos muy bien». Este fin de semana irán Hendaya.

«Buscamos playas largas para ver cómo funcionamos en agua salada. Nosotros estamos acostubrados a nadar en aguas abiertas de interior (embalses), pero queremos buscar el agua salada, las mareas, el oleaje, la sal en el cuerpo… El mar también queremos probarlo porque muchos de los retos no se consgiuen por los mareos. La gente no se acostumbra a ese vaivén del mar, te suben un metro y después te bajan dos y se terminan retirando», comenta Vidondo.

En días laborales, practican donde tiene lugar esta entrevista, en el Embalse del Perdiguero de Calahorra. «No está permitido el baño, pero agradecemos enormemente a la Comunidad de Regantes de Calahorra que nos dieran la oportunidad de entrenar aquí para el reto», subrayan. De lo contrario, se dirigen al Embalse de Alloz, en Navarra, a una hora de distancia.

Otro de los hándicaps es tener que llevar la misma velocidad. «Nos adaptamos a la velocidad del nado del compañero, ya seas más rápido o más lento». No obstante, al fin y al cabo esta es la clave. La comprensión y la empatía hacia unos compañeros de equipo que juntos son como una familia y que en menos de 30 días esperan haber cumplido uno de sus retos, esta vez, el más grande y largo de todos.