La ONU ya avisó de que la pandemia del coronavirus iba a generar un aumento de suicidios en todo el mundo. Y La Rioja tampoco se ha escapado de esto. Durante el estado de alarma se han registrado más suicidios por y durante el confinamiento. Y ese ‘por’ el confinamiento no se puede demostrar al 100%, pero sí el ‘durante’ el confinamiento. De hecho, según fuentes consultadas por El Día de La Rioja en la Comunidad se han registrado al menos 17 suicidios desde marzo. 9 de ellos en Logroño, (mientras que el año pasado en estas fechas solo hubo uno en la capital).
Según los últimos datos publicados sobre las Causas de Muerte en la región, en 2018 se contabilizaron 21 muertes por suicidios y en 2017 fueron 25. Y ya se ha convertido en la primera causa de muerte externa, o no natural adelantando a los accidentes de tráfico.
Por otro lado están los intentos de suicidios que se han evitado. Precisamente este martes desde Policía Nacional informaban de que evitaron el suicidio de un varón de 55 años que se había encerrado en el coche con una bombona de gas butano abierta y cuando llegaron estaba inconsciente, pero vivo.
Los psicólogos de La Rioja también previeron que podían darse más casos. De hecho, desde el Colegio oficial de Psicólogos de La Rioja, en concreto desde el área de emergencias, se inició el pasado 17 de marzo un servicio de atención psicológica en emergencias, gratuito, para todos los riojanos.
Así un total de 64 profesionales especializados en clínica, maltrato, violencia de género, duelo o adicciones, entre otras áreas, han prestado sus servicios de manera voluntaria. Servicio que ha estado funcionando de 9 de la mañana a 9 de la noche, durante dos meses y que ha atendido a un total de 350 ciudadanos que han llamado en busca de ayuda.
El grupo de intervención en emergencias (GIPECAR) lleva funcionando como 15 años. En él trabajan tres psicólogos, una de las coordinadoras de esta área del Colegio de Psicólogos es Sonia Fontecha.
La misma explica que dentro de la intervención de prevención en el suicidio, han atendido 11 casos de riesgo, que según sus noticias acabaron con final feliz. Por lo que han evitado esas muertes.
La experta indica que ha habido más suicidios durante el estado de alarma «porque ha habido un aumento de la sintomatología durante el confinamiento en personas que ya tenían antecedentes mentales». Pero quiere aclarar que no todo el mundo ha desarrollado un trastorno mental». «Nos hemos visto inmersos, de repente, en una situación altamente cambiante acompañada de reacciones de miedo e inquietud, porque afectaba a algo tan importante como es nuestra salud. Esto ha generado alerta, ansiedad y tristeza». Así como un aumento de «situaciones de desesperanza ante una crisis que ha sido sanitaria, pero también económica, mental y social. Un estado de desesperanza y tristeza que ha podido llevar a alguna persona alguna vez a pensar ´quiero que esto acabe’».
Pero explica que una cosa es pensar puntualmente que quieras acabar con el dolor y te quieres quitar la vida, a tener un elaborado plan e ideación suicida, y querer llevarlo a cabo. ‘Y ahí es donde se inicia la evaluación del riesgo y la elaboración de un plan de acción».
Por eso ellos han actuado primero sobre las personas que llamaban evaluando si había riesgo inminente o no de intento de suicidio y la viabilidad de hacerlo. Y si el riesgo era alto, se ha intervenido de forma inmediata con el 112 o enviando un médico.
Un riesgo alto se suele dar cuando ha habido una psicopatología previa, como la existencia de un trastorno bipolar, un trastorno límite, consumo de sustancias, o un acontecimiento traumático personal o familiar. ´Y es que ha habido personas que lo han pasado verdaderamente mal, estando enfermas y aisladas, lo que les generaba una sensación de atrapamiento y de falta de libertad»,
Una crisis sucede cuando los recursos existentes no son suficientes, pero una crisis implica una oportunidad. Frente a la adversidad, también hemos aprendido, puesto en marcha nuestro instinto de supervivencia y capacidad adaptativa.
Cómo se ayuda. La forma de ayudar a las personas que llaman es `trasladándoles que se sientan acompañados, escuchados, no juzgarlos, buscar factores de protección que te vinculen a la vida. Todo el mundo tiene motivos para vivir, asegura Fontecha. Y es que, hay que entender que cuando una persona se plantea el suicidio lo ve como una salida, como un intento de poner fin a ese sufrimiento, pero que hay que ayudarle a buscar otras opciones. Cuando esa persona se siente entendida, apoyada, comprendida, y se le ayuda a plantear otras opciones se reduce esa sintomatología. Todo el mundo tiene recursos de afrontamiento.
El perfil sociodemográfico de la persona que ha pedido ayuda es el de una mujer de 31 a 49 años, con respecto a la gente mayor de 65 su principal demanda ha sido un sentimiento de soledad.
«Pero, intentos de suicidios hay siempre, aclara la experta, ahora se han incrementado pero lo anómala es la situación, no nosotros».