"Tengo sensación agridulce, queríamos la prisión permanente"

R.M.
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Yolanda Castillo ironiza con el hecho de que el juez no haya valorado la vulnerabilidad de su padre. «Quizá no era vulnerable porque esa noche no dormí con él y de esa forma estaríamos muertos los dos»

Yolanda Castillo, hija del hostelero asesinado, en julio de 2023. - Foto: Ingrid

La hija del conocido hostelero de Cuzcurrita del Río Tirón expresaba ayer una sensación «agridulce» ante una sentencia que «lleva a la cárcel» a los dos procesados «durante muchos años pero que no llega a la prisión permanente revisable». Yolanda Castillo considera que el hecho de que la acusación particular y el ministerio público no hayan ido de la mano en su petición de condena ha jugado un papel fundamental. La sentencia va en línea con la fiscal y no así con la condena solicitada por el despacho del mediático abogado Marcos García Montes. 

Tampoco termina de entender que el magistrado aluda en su sentencia a que no existía ese concepto de vulnerabilidad en Guillermo Castillo, un hombre de 76 años con varias patologías que según el juez «no lo convertían en vulnerable». Hay que tener en cuenta que la vulnerabilidad de la víctima constituye uno de los suspuestos que que exige la prisión permanente revisable. «Quizá no era vulnerable porque esa noche no dormí con mi padre, aunque estaba en mi casa a unos metros de la suya», ironiza.

De hecho, en principio, y a falta de analizar a fondo la extensa sentencia de la Audiencia Provincial, es el único punto para el que los abogados de Yolanda Castillo barajan interponer recurso. Aspiran a la máxima condena recogida en el Código Penal una vez que las cantidades asignadas en concepto de responsabilidad civil se ajustan a los solicitado en el procedimiento legal (155.500 euros por cada uno de los dos condenados).

Evidentemente cansada después de una lucha constante por saber la verdad de lo sucedido aquella fatídica noche de mayo de 2023 en la que falleció su progenitor tras recibir una brutal y mortal paliza, Yolanda abre nuevos frentes. El primero de ellos «será resolver todo lo relacionado con la herencia que también tiene su cosa». De esta forma, y una vez resuelto los trámites de bienes a heredar, «en un plazo de dos o tres meses me gustaría abrir de nuevo el restaurante». 

Así lo indicó hace ya unos meses y así lo quiere cumplir. Reabrir  la popular bodega de comidas de la localidad riojalteña «cuando hubiera sentencia».

Sin descanso. Yolanda Castillo no ha parado desde aquel mes de mayo. De forma paralela a la investigación iniciada por el Instituto Armado, la hija del hostelero riojano inició la suya propia. Y ambas investigaciones se ajustaron en gran medida a una misma verdad, pero Yolanda mantiene la implicación de más personas. Viajó al logroñés barrio de Varea en compañía de dos personas de su confianza; se desplazó al municipio camerano de Pradillo para localizar a la novia del  portugués, uno de los ahora condenados. Y de todo ello extrajo una serie de conclusiones que, al margen de la sentencia de la Audiencia Provincial , continúan rondando en su cabeza. Y el despacho de García Montes está dispuesto a llegar hasta el final.

Un nuevo juicio por complicidad contra dos traficantes

Yolanda Castillo es consciente también de que el todo este largo y extenso proceso no ha terminado. En principio, y a falta de analizar a fondo la sentencia, se recurrirá con el objetivo de conseguir la máxima pena para los dos condenados. Pero además, arrancará también otro procedimiento legal con el fin de llevar al banquillo de los acusados a los dos narcotraficantes de Lardero. Desde el despacho de García Montes mantienen que ambos fueron cómplices y encubridores. 

También quieren depurar responsabilidades con la hermana del condenado español y la novia del portugués por falsedad en el juicio. «Ambas mintieron en su declaración en el juicio» que siguió la Audiencia Provincial.

Y una última pata que queda pendiente para la acusación particular. «Fuimos los únicos que no pudimos interrogar al testigo protegido». Un testigo protegido que, por cierto, no pudo ser localizado ni antes ni durante el desarrollo del procedimiento legal.