«No hay obsolescencia sino que la producción es peor que antes

El Día
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Eugenio David Aguilera lleva más de veinte años dedicado a la reparación de electrodomésticos, oficio en el que vive rodeado de «gomas de escotilla, presostatos, contrapesos y motores»

Devi se maneja con soltura entre distintos enseres domésticos. En la imagen, rodeado por lavadores y de sus herramientas. - Foto: Carlos Caperos

Como un mal coche, lleva media vida en el taller aunque en el caso de Eugenio David Aguilera, más conocido como Devi (Logroño, 1983), está justificado. «Empecé como un trabajo de verano a reparar máquinas de hostelería y hace ya dieciocho años que me dedico a 'remendar' electrodomésticos», informa. Lo hace en Larvice, firma que comenzó allá por los ochenta como cooperativa de Fagor. 

Por sus manos pasan lavadoras, lavavajillas, microondas y frigos varios. La técnica no ha cambiado sí  lo han hecho los clientes: «Ahora trabajamos más para compañías de seguros que para particulares». Y, como siempre que se habla de enseres domésticos, toca hablar de un término que ha hecho fortuna: la obsolescencia programada. «Creo que no hay obsolescencia y que, en realidad, lo que pasa es que la producción es peor que antes. Bien porque los materiales son peores, bien porque en las cadenas se trabaja peor», analiza. En cualquier caso, y aunque el fenómeno está ahí, reconoce que «las marcas también importan porque no es lo mismo comprarte una Miele que otra blanca». 

El oficio técnico no es complicado, se aprende con el tiempo. Lo que no es tan sencillo es 'negociar' con los clientes: «Es más difícil el trato humano que reparar la avería. La gente sabe que hay que arreglar el electrodoméstico y eso implica un gasto imprevisto. Aunque te piden una solución económica, por desgracia en estos tiempos no hay nada ya barato». A estas dificultades se suma la exigenca «física» de la profesión. «Tengo 40 años y, quieras o no, se nota en las rodillas, en las posturas, a la hora de cargar peso,...», enumera.

Con media vida entre máquinas y de casa en casa, este técnico ha visto «tambores con balas ¡y no eran de cazador!» y algún que otro preservativo «en los filtros». Y, sin ser butanero, ha recibido proposiciones deshonestas siempre rechazadas: «Aunque parezca mentira, me han hecho propuestas indecentes». Su palabra nos vale como garantía.