"Uno de mis problemas era que andaba y me caía hacia adelante"

David Hernando Rioja
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Gloria Caubilla es una señora que tiene ahora 69 años pero a la que le diagnosticaron esta enfermedad crónica cuando solo tenía 28 años

Gloria Caubilla en el interior de la sede de ARDEM - Foto: Óscar Solorzano

Otra miembro de la Asociación Riojana de Esclerosis Múltiple (ARDEM) es Gloria Caubilla, una señora que tiene ahora 69 años pero a la que le diagnosticaron esta enfermedad crónica cuando solo tenía 28 años. «Me la diagnosticaron cuando estuve embarazada de mi hijo menor. Antes no se sabía lo que era», cuenta.

Una de las partes negativas de su enfermedad es que todas las semanas padecía algún brote de la misma. Eso le obligaba a estar ingresada en el hospital dos o tres días, momento en el que le ponía cortisona a través de su vena para tratar de curar sus brotes. «Cuando estaba mejor me mandaban para casa», apunta.

Recuerda que las primeras veces que le pasó estuvo ingresada semanas pero «le pedí al neurólogo que cuando me pusieran la cortisona por vena, me fuera a mi casa porque no quería estar allí. Todo el día veía a personas morir», lamenta.

Reconoce que al principio desconocía cual era su enfermedad. Explica que el primer síntoma con el que le detectaron la esclerosis múltiple fueron los problemas de vista. «Me mandaron a un médico para mirarme la vista pero no me vio nada, así que me fui a Barcelona, pero tampoco me vieron nada malo. Entonces aquí el doctor Gil Pujades me diagnosticó la esclerosis múltiple por medio de una punción lumbar», detalla. 

Otro de sus mayores problemas a medida que la enfermedad fue avanzando fue que «iba andando y  me caía mucho hacia adelante». Por este motivo ha tenido que usar bastón y ahora va en silla de ruedas.

A pesar de esta enfermedad, Gloria Caubilla no deja de intentar vivir una vida como la que tenía antes de que le diagnosticaran esclerosis múltiple. Actualmente vive en Fuenmayor, «donde hablo con todo el mundo», asegura. Cuenta que los días que hace buen tiempo, por las mañanas, suele salir a tomar café con sus amigos y amigas.

Aunque es cierto que antes hacía tareas en casa como fregar o hacer las camas pero ahora la enfermedad no se lo permite. 

Esta residente de Fuenmayor agradece mucho el trabajo que realiza ARDEM, donde realiza varias terapias para tratar de ralentizar el avance de esta enfermedad. Acude dos veces por semana hasta la sede de esta asociación gracias a que su marido puede llevarla y traerla desde Fuenmayor. Allí hace actividades de fisioterapia, terapia ocupacional y logopedia.

Además, Caubilla cuenta que recibe un tratamiento para su zona lumbar debido a que esa zona le duele mucho. También debe ir cada seis meses a la revisión que le hace la neuróloga, en la que le hace varias pruebas, entre ellas un análisis de sangre.