«La pez maltrataba el producto, el látex es una maravilla»

Javier Alfaro P.
-

El botero Félix Barbero es el último de su oficio y ya está de retirada por edad. Lamenta que en los tres últimos años ha vendido menos que en un fin de semana de San Mateo pre pandemia.

Félix, el único botero que queda en La Rioja, está de retirada y ya solo vende y fabrica con el material que tiene almacenado. - Foto: Ingrid

No necesita presentación porque es de sobra conocido en la región y alrededores. Félix Barbero (Quel, 1955), el mítico botero de la logroñesa calle Sagasta, apura sus últimos meses al frente de su establecimiento. Es el último de su oficio en Logroño y uno de los 8 que quedan en España; la mayoría, sin relevo generacional.

Poco a poco está dejando la profesión a la que lleva dedicado en cuerpo y alma «53 años ya, porque empecé con 14 años». Ahora, con la jubilación activa se dedica a fabricar únicamente con los materiales que tiene almacenados, los pedidos que tiene apalabrados y todo el material ya hecho y listo para vender. 

Todo empezó cuando su padre puso botería en Quel y un artesano que la tenía en Logroño enfermó «y le pidió a mi padre que se quedara con el negocio». Al principio las botas se hacían de pez «porque no había otra cosa», pero esta resina era lo único que impermeabilizaba. «La pez es como la tele en blanco y negro, del siglo pasado. Ahora hay látex, que es más higiénico, resistente, práctico y dura mucho, demasiado». 

Félix, el botero, muestra cómo prepara el recipiente interno de látex, durante la elaboración de una bota.Félix, el botero, muestra cómo prepara el recipiente interno de látex, durante la elaboración de una bota. - Foto: Ingrid

De hecho, asegura que las botas de antes solo servían para el vino malo porque «se estropeaban fácilmente si no las usabas a diario y con vino malo. La pez maltrataba lo que le metieras, le daba sabor y sin embargo el látex de ahora es una maravilla, se limpia enjuagando, se conservan dejando escurrir y soplando para que esté seco y no se pudra y te permite meter de todo: agua, kas, mosto, vino, gaseosa, zurracapote, calimocho, güisqui, champán... se puede meter al frigorífico, usarla a diario o una vez al año y dura años», enumera de carrerilla. 

«La gente compra en gran cantidad, reclama la personalización, el bordado, forros de cabra, de vaca, con color, sin él, incluso con peluche por fuera y de todos los tamaños».

Más fotos:

Félix, el botero, une la parte interna de una bota a la boquilla, de forma artesanal.
Félix, el botero, une la parte interna de una bota a la boquilla, de forma artesanal. - Foto: Ingrid
Félix, el botero, muestra el proceso de elaboración de una de sus botas de vino.
Félix, el botero, muestra el proceso de elaboración de una de sus botas de vino. - Foto: Ingrid
Botas de vino en la tienda de Félix Barbero, en la calle Sagasta de Logroño.
Botas de vino en la tienda de Félix Barbero, en la calle Sagasta de Logroño. - Foto: Ingrid

La pandemia sigue pasando factura. Sin apenas turismo, ni peregrinaje, «en los últimos 3 años he vendido menos que antes en un fin de semana de San Mateo, por eso tengo tanto material aún por sacar». Eso sí, el que va, se las lleva «en cantidad».