No es un alcalde de despacho y sí de calle. Conrado Escobar (Logroño, 1964) toma el pulso al comercio logroñés.En Hermanos Moroy, ejemplo del dinamismo que quiere para el comercio de la ciudad, se para con comerciantes y ciudadanos que le llaman por su nombre y le transmiten sus impresiones sobre una ciudad que aspira a recuperar el ímpetu comercial perdido.
Todos le conocemos en su faceta de alcalde, político de larga trayectoria local, regional y nacional, abogado de formación. Pero no sé si todo el mundo sabe que Conrado Escobar procede de una familia de comerciantes.
Lo llevo a gala. Soy hijo de comerciantes. Incluso mi madre, que era docente, dejó la docencia para echar una mano. Eran tiempos en los que todos echábamos una mano. No solo yo, que conste.
Lámparas Escobar, el negocio familiar, estaba ubicado en Juan Lobo. ¿Qué recuerdo tiene de esa época?
En Juan Lobo teníamos el taller pero digamos que el punto de venta estaba en Muro del Carmen. Ahí era donde más tiempo pasaba. El arquitecto Rubén Sampedro nos diseñó la tienda y era muy bonita.
Era el Logroño de siempre en el que el comercio funcionaba como un confesionario porque cada venta era una experiencia. En realidad la venta era una excusa para hacer comunidad, para preocuparse por la familia del cliente. Es a esa magia a la que apelamos.
¿No sé si le tocó ejercer tras el mostrador?
Me tocó, me tocó. ¡Y llevar las lámparas a casa de las clientas! En nuestro caso, las decisiones de compra las tomaban las mujeres. Recuerdo que las lámparas del salón de San Millán de la Cogolla las hicimos nosotros.
Lo que está claro es que ahora sí que le corresponde atender otro mostrador en el que escucha las demandas y peticiones de los comerciantes logroñeses.
Es un mostrador apasionante porque Logroño lo es. El comercio es el santo y seña de esta ciudad. Todo lo que sea apoyar el comercio es apoyar y facilitar la vida de los logroñeses. Cuando al comercio le va bien, a la ciudad le va bien. Es para la ciudad lo que el vino es para la región.
¿Qué le dicen lo comerciantes?
Pues hay expectación con el reto de la capital europea del comercio de proximidad. Pese a las dificultades, veo ilusión y ganas por hacer un Logroño mejor.
¿Cuál es su percepción sobre el estado de salud del comercio logroñés? Desde la crisis de 2008 se da la tormenta perfecta: poca liquidez, covid, inflación, turbulencias internacionales.
El comercio es la actividad económica que está más cerca de la realidad y, al mismo tiempo, es la actividad más permeable a los cambios sociales.
Está claro que la digitalización y los nuevos hábitos de compra es una nueva realidad. Internet es la nueva plaza comercial pero también hay que intentar sacar ventajas de esta herramienta que, al mismo tiempo, impulsa el deseo de conocimiento y fomenta el ocio. La estrategia comercial ha de fortalecer las señas de identidad del comercio que son la cercanía, su contribución al concepto de ciudad y su apuesta por la calidad pero, al mismo tiempo, hay que ligar el comercio a actividades de ocio y potenciar esa experiencia de compra única.
Tenemos que vincular la experiencia de ciudad, de los logroñeses y los que nos visitan, y la experiencia comercial, todo ello conjugado con el hecho de que no hay nada más sostenible que la compra en comercio de proximidad.
Creo que la estadística sanciona que en la última década se han perdido 400 empleos aunque los comerciantes huyen del catastrofismo. Pese a este contexto de lo más negativo, ¿se intuyen brotes verdes?
No solo hay brotes verdes sino que se ven alicientes. El empleo vinculado al comercio de proximidad tiene un componente familiar, un componente de arraigo y eso no lo tienen ni las operadoras on line ni las grandes superficies. El comercio de proximidad intenta asegurar al máximo el empleo. Las expectativas del comercio de unos meses a esta parte son favorables. Y no es mero optimismo. Lo dicen los datos y la propia experiencia
¿Es compatible tener un comercio de proximidad poderoso y, al mismo tiempo, contar con dos grandes superficies en Logroño y una tercera a apenas diez kilómetros? ¿Hay espacio para todo?
Creo que puede haberlo. Lo que se busca es el equilibrio. Hay que recordar que Logroño tiene vocación de liderazgo en el entorno. Hay gente que viene exclusivamente a Logroño a comprar. Yobviamente compran en el comercio de proximidad.
Como logroñés tengo la sensación de que hay barrios en los que los únicos negocios que se abren son bares. ¿Comparte esta apreciación?
Puede ser pero el ejemplo inverso tiene que ser el Casco Antiguo en el que el modelo va a ser apostar por la vivienda, por el comercio, intervenciones en patrimonio y potenciar la hostelería.
Cuando ve un camión de reparto de las grandes operadoras on line, ¿ qué siente? Da la sensación que hay un sector de la población que se ha perdido para el pequeño comercio.
La gente joven de la que me habla sí sabe lo importante que es el pequeño comercio, pero son nativos digitales y tienen otras dinámicas. Creo que saben cuáles son los valores y las ventajas del comercio de proximidad, saben que no es lo mismo comprar en Children's, por citar un ejemplo, que hacerlo por internet. La experiencia de comprar un pantalón en la tienda a hacerlo on line no es la misma. Pero no podemos negar que el comercio digital se ha abierto camino y también es cierto que muchos negocios logroñeses compaginan la tienda física, imprescindible, con el desarrollo en redes de su negocio.
Logroño aspira, en 2026, a ser capital europea del comercio de proximidad. ¿Es optimista al respecto? ¿Cuáles son las bazas para optar a este galardón?
Soy realistamente optimista. Tenemos fortalezas tangibles, una trayectoria porque Logroño fue la primera ciudad comercial de España en 1997 y somos una referencia comercial. Además hemos desarrollado Logrostock y CUCO que son dos acciones innovadoras que demuestran que el comercio puede tomar la calle.