Se mueve con soltura por tres puntos cardinales de la geografía nacional. Javier Jubera (Logroño, 1982) nació en la capital riojana, a la que está a punto de regresar para reanudar sus clases en ArteFábrica (Biblioteca Rafael Azcona), tras un productivo verano en Galicia y, entre el Norte y el Oeste, se deja caer, por obligaciones profesionales, por el Centro.En Madrid continuó los estudios de ilustración iniciados en la ESDIR. Es en la villa y corte, enrolado en Escuela Minúscula, donde imparte clases de Dibujo y concepto a partir de la figura y de la anatomía humana, una asignatura cuyo nombre se las trae. En Betanzos, reclamado por el Centro Internacional de la Estampa Contemporánea, también imparte magisterio al tiempo que se empapa del folclore gallego, se extasia con los paisajes de la zona («Galicia es el futuro», exclama con tono hiperbólico) y aborrece toda referencia a la afamada tortilla betanceira «porque la de mi abuela estaba mucho mejor».
El ilustrador saca tiempo para impartir clases y dar rienda suelta a una actividad artística multidisciplinar. Hasta el 15 de octubre, en la GaleríaLanchares (Plaza del Mercado, 15) expone Adiós Azules, adiós, adiós, una colección de una quincena larga de cianotipias (procedimiento fotográfico monocromo que consigue una copia negativa del original en un color azul de Prusia) y gofrados (creación de imágenes en relieve) en los que, como no cuesta sospechar, el azul es el absoluto dominante.
Raúl Arévalo se reveló con AzulOscuroCasiNegro, Jul Maroh epató con el cómic El azul es un color cálido y Picasso deslumbró con su etapa azul. Pero el ilustrador Javier Jubera nos ofrece, en distinto formato, su particular cosmovisión con el azul como protagonista.
Entre todas las gamas de este color (celeste, cian, claro, Klein, marino, oscuro, Persia, Prusia y así hasta el infinito), se decanta por el «azul piscina», elección que a buen seguro secundaría David Hockney. «Me gusta porque es el color de la armonía, pero también es el color de la fidelidad y el de la sinceridad», explica. «Quizás una de las razones por las que me gusta es porque es un color frío», añade. «Y, si me decanto por el azul piscina, es porque me encanta nadar», completa. ¡Y qué mejor que el Atlántico para liberar esta pasión!
Adiós Azules, por supuesto, está repleto de arquitecturas físicas (aunque no faltan piscinas, es la localidad asturiana de Perlora el motor de inspiración) y humanas.
Pese a que su cabeza bulle de proyectos, confiesa que «necesito descansar un poco». «Estoy muy contento por cómo está funcionando la exposición, era algo nuevo y tengo muchas cosas en mente pero con tranquilidad», agrega.
Aunque todos conocemos la faceta ilustradora de Javier Jubera (de su mano salió el cartel de San Mateo en 2015 así como diferentes portadas de discos y libros), también se define como grabador: «Me gusta ilustrar, pero también grabar que se puede hacer con cerámica, aguafuertes, dibujo... En mi opinión, la ilustración va más allá de la técnica», informa.
En cualquier caso, asegura que la ilustración española cuenta con «una cantera increíble» y destaca, en el lejano 1992, «Petra», de Javier Mariscal.«Sé que todos reconocen a Cobi pero a mí me flipó Petra, sin brazos, como símbolo de los Juegos Paralímpicos», se asombra. El artista catalán y otros muchos han dignificado una actividad «que se consideraba arte menor» pero «se puede y se debe vivir de la ilustración y del arte».