La sangría de autónomos reduce 3.300 empresas en dos años

Feli Agustín
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Hay 25.548 operativas frente a las 28.818 de 2022. La merma es general; comercio ha perdido 1.000 sociedades. Crecen en 5.000 los asalariados y superan los 100.000

Unas chicas, de compras en una tienda de ropa. - Foto: / carlos caperos

Los autónomos riojanos están sufriendo una escabechina sin precedentes que ha reducido el número de empresas en más de 3.000 en solo dos años, en un escenario que confirma que la actividad productiva riojana se asienta sobre microprymes, ya que más de la mitad de las compañías, un 53%, no tiene en nómina a ningún empleado. Esta mengua de empresas no corre paralela a la cifra de asalariados, que ha crecido en casi 6.000 en el último bienio, lo que ha propiciado un incremento  de las compañías de mayor tamaño.

Estas son solo algunas pinceladas que se pueden extraer del Directorio de Empresas y Establecimientos de La Rioja, (DIRES), que ha publicado por tercer año consecutivo el Instituto de Estadística regional, y que ofrece una precisa y prolija radiografía del sistema productivo riojano y la evolución que ha experimentado en el periodo pospandemia.

Este documento, cuyo objetivo es ofrecer datos estructurales de las empresas y establecimientos existentes en La Rioja, se ha elaborado a partir de la información que proporciona el Instituto Nacional de Estadística, la Agencia Tributaria y la Seguridad Social, y se articula sobre la combinación de seis parámetros, el tamaño de la empresa, su distribución territorial, la condición jurídica, el sector de actividad y la franja de asalariados.

Sobre estas variables, el informe concluye que en La Rioja se asientan 25.548 empresas, una cifra elevada - hay una por cada 13 habitantes-, aunque su número se ha ido reducido de manera reseñable en el periodo posterior a la pandemia, en un total de 3.270. Se contabilizaban 28.818 sociedades en 2022, que eran 27.743 un año después, guarismos que constata la importante sangría en el último ejercicio,  con una pérdida de 2.195 empresas.

Esta significativa mengua, de casi un 13% en un bienio, hay que atribuírsela, prácticamente en su totalidad, a las empresas cuyo titular es una persona física, que están al frente de 18.388 sociedades -el 72% del total-, frente a las 21.894, esto es, 3.506, un 16% menos,que hace dos años. 

En el resto de mercantiles constituidas conforme a otras condiciones jurídicas no se han producido variaciones significativas, aunque sí es notable el incremento -de 5.087 a 5.256 en dos años- de las sociedades limitadas, que implica que, en caso de deudas, los socios solo responderán con el capital aportado, y no con su patrimonio. 

Esta mengua ha propiciado una leve reducción de las micropymes, que continúan, no obstante, constituyendo las entrañas del tejido productivo riojano, a pesar de la rebaja: en 2022 eran 27.076 empresas las que sumaban menos de nueve trabajadores, el 94% del total;que son 23.712, el 92,8% este año; en el lado contrario, han aumentado, aunque no de igual manera en términos globales las que   pagan más de diez nóminas, que son 1.836, frente a la 1.742 de hace dos años. 

Donde no se constatan variaciones, y es igualmente significativo como evidencia de dinamismo económico, es en las grandes empresas -de más de 250 asalariados-, que se cifran en 23, las mismas que hace dos años.

La desolación del comercio.  La merma de empresas ha sido general en todos los ámbitos sin excepción, mientras es servicios el área de actividad que mantiene el mayor peso en la estructura de la población de las empresas, un 65,2 % del total, con 16.648, aunque con una reducción de más de 2.197 en solo dos años.

La infinidad de locales vacíos muestra señales nítidas del declive de un sector que sufre una hemorragia que parece que no hay antibiótico que sea capaz de contener. Es el principal causante de la mengua de empresas en La Rioja, ha perdido cerca de 1.100  firmas en dos años, 660 solo el pasado, lo que implica, que han echado la persiana 55 comercios al mes. Agricultura, con 4.161 activas, e industria, que suma 2.170, han visto menguado su tejido empresarial en 218 y 448 unidades respectivamente, un destino que comparte la construcción, que contabiliza 2.569, 417 menos que en 2022. De esta tendencia no han escapado tampoco hostelería, que suma 2.157 (-509);ni transportes, 1.083 (-84);ni las actividades profesionales y técnicas, que asciende a 2.252 (-148).

En el otro lado de la balanza, y con una evolución creciente, asoma la cifra de asalariados, que han superado este año por primera vez los 100.000; son 101.445 trabajadores los que configuran el mercado laboral, 4.600 más que hace dos años;y 2.760 más que en 2023.

Lógico descenso . La FER considera «lógico» que el mayor descenso se produzca en personas físicas, una circunstancia que atiende a varias razones, como el hecho de que registrar un alta como el cese de la actividad no implique un gasto, al tratarse de un trámite sencillo y sin coste. Apunta también que hay un nutrido grupo de autónomos que abandona su trabajo, en favor de uno por cuenta ajena, porque, en el primer caso, las obligaciones son «excesivas» y están afectados por inseguridades de diversa índole.

Argumenta que la situación de los autónomos suele ser mucho más compleja debido a que soportan una presión fiscal muy elevada, una carga excesiva de burocracia y, además, «hay un ataque a la figura del empresario por parte de determinada clase política que desincentiva seguir desarrollándose como emprendedor» lo que empuja a pasar a ser asalariado, con menos preocupaciones. La FER reitera su exigencia de lograr mayor apoyo a los autónomos y a todas aquellas personas físicas que quieren crear una empresa y poner freno a todos los que quieren frenar su actividad y su desarrollo, «poniendo obstáculos, obligaciones y problemas en el camino que terminan desanimando a todas las personas que ven un futuro profesional y empresarial creando proyectos que generan riqueza y empleo».

Valora el alza de las sociedades limitadas que, entiende que normalmente proceden de autónomos que han tenido éxito y deciden cambiar de fórmula empresarial hacia una con más seguridad patrimonial.