«La escultura es la disciplina en la que me siento más cómodo»

El Día
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Con Noche, César Orrico ganó el Reina Sofía de Pintura y Escultura en un 2023 plagado de reconocimientos para el riojano

César Orrico, en su taller de Canillejas. - Foto: Ana Moya

Alejandro Rubio Dalmati o Miguel Ángel Sainz, ya fallecidos, Félix Reyes y José Antonio Olarte son, seguramente, los escultores riojanos más famosos. A esta cuaterna hay que sumar un quinto artista, el joven César Orrico (Logroño, 1984) que hace apenas unos meses se hizo, gracias a Noche, con el ReinaSofía de Pintura y Escultura. No fue el único galardón que recogió el logroñés que, igualmente, fue distinguido en Estados Unidos con el decimosexto International ARC Salon Competition, completando un año realmente difícil de mejorar. «Siempre que te otorgan una distinción es gratificante. Fue un año espectacular», rememora, «porque fueron concursos de mucho nivel y no me puedo quejar de cómo me fue».

Trabaja con el bronce, «pero también con una mezcla de materiales como piedra artificial o madera», en su taller de Canillejas. En la capital reside desde sus años de estudiante de Bellas Artes. Fue en la Complutense donde tuvo a la fotógrafa Cristina GarcíaRodero como maestra y, por qué no, como ejemplo a seguir (en Logroño, tuvo como profesor a su ahora par FélixReyes). La manchega, en su etapa formativa, y el escultor madrileño Juan Muñoz ejercieron de guía en una carrera que ha evolucionado y en la que también se ha fijado, entre otros, «en Manolo Valdés o Jaume Plensa».

Sus años de aprendizaje fueron proteicos, abrazando distintas disciplinas: «Mi formación fue bastante global, intentaba abarcar mucho. Fotografía, dibujo, experimentaba, investigaba. Toqué todos los palos». Este periplo académica le fue llevando hasta «el modelar con las manos, a la escultura, que al final es donde más cómodo me encuentro, la disciplina que más me gusta y, seguramente, la que mejor refleja mis ideas».

Orrico es un escultor conceptual, en la medida en que da forma a ideas abstractas como puedan ser «el tiempo, la noche o la muerte». Conceptualiza estos temas, llamados universales, en una escultura anatómica en la que la «figuración funciona como soporte» y con la que reinterpreta, a su manera, la «simbología de culturas antiguas».

Sirva como ejemplo, Noche, la escultura que le hizo acreedor al Reina Sofía y que «está inspirada en la teoría de la reminiscencia de Platón, que dice que la forma de adquirir conocimiento es a través de una mirada al interior, intentando recordar lo que el alma ya conocía cuando habitaba en el mundo de las ideas antes de unirse al cuerpo».

Aunque un lugar común señala que las disciplinas artísticas están mal pagadas, él no se queja «aun siendo una profesión complicada». «Desde el inicio considero que me ha ido bien aunque es cierto que siempre he tenido el apoyo familiar. Entre becas, ayudas públicas y privadas conseguí salir adelante y, una vez que entreé en el circuito de galerías (Enrique Martínez Glera fue al primero en abrirle las puertas de su galería, cerrada hoy en día), no me puedo quejar», repite.

En Logroño se presentó en sociedad y, aunque sus proyectos están ligados a Madrid, intenta regresar siempre que puede. «Cada vez que el trabajo me lo permite me intento escapar porque es allí donde tengo a mi familia. Procuro ir una o dos veces para no perder las raíces y perderme en la Laurel», se despide consciente de que la hoja de este noble arbusto es la calle más emblemática de su ciudad natal y un elemento tan simbólico como escultórico.