El 31 de enero hubo una muy interesante jornada en el Espacio Lagares, organizada por el grupo Promecal y patrocinada por el Ayuntamiento, a la que no pude asistir pese a estar invitado. El título era de lo más sugerente: 'Logroño, Capital del Comercio', galardón al que se aspira, creo que con bastante fundamento, con el aditamento final de Europa. Los ponentes, muy bien seleccionados, gente con solera en sus respectivos gremios y conocedores a fondo del potencial del comercio logroñés, así como de sus debilidades.
Un servidor, como saben quienes me conocen, pasó el 50% de su vida laboral precisamente en el comercio textil, hijo y hermano de comerciantes, muy buenos especialistas ambos en lo suyo. Ya en mis tiempos de empleado en Caja Rioja ostenté, entre otros cargos, el de director de la División de Comercios.
La Dirección General de entonces debió suponer que, dados mis antecedentes, era el idóneo para el puesto. Pero al contrario que el Sr. Umbral, que en gloria esté, no he venido a 'escribir de mi libro', sino a sacar conclusiones de lo debatido en la intensa jornada que nos ocupa. Antes de nada y recordando a uno de mis jefes -que era un Sénecaponer de relieve un argumento que el manejaba: 'Los riojanos, Joaquín, somos muy fenicios', alabando las condiciones innatas que en esta tierra se poseen para el trato personalizado y en definitiva, unas cualidades naturales para la venta. Doy fe. Cuando las grandes superficies llegaron a Logroño parecía el fin del mundo, pero camaleónicamente, el comercio de la ciudad se adaptó usando sus mejores armas: cercanía y por tanto comodidad y sobre todo especialización. Ahora internet es otro peligroso competidor contra quien luchar, pero también de esto, con la inestimable ayuda de las instituciones, estoy convencido se va a salir reforzados.
Desde estas modestas, pero solidarias líneas, mucho ánimo 'colegas', lo vais a conseguir. Al mismo tiempo felicito al Ayuntamiento por su sensibilidad al poner en marcha esta más que oportuna iniciativa, al tiempo que pedirle que siga adelante sin titubeos, hasta conseguir el ansiado objetivo: Logroño, Capital Europea del Comercio.