El arquitecto considera la intervención adelantada a su tiempo

El Día
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Íñaki Ábalos resalta que convergen sostenibilidad, inclusión y belleza y destaca el trabajo de la sociedad LIF 2002

Las obras de integración del ferrocarril se iniciaron en diciembre de 2009. - Foto: Ingrid

Veinte años después de que tal día como hoy se firmara el convenio que iba a poner en marcha la mayor obra transformadora de la ciudad en las últimas décadas, la primera fase del soterramiento [si excluimos la venta de terrenos] está a punto de alcanzar su epílogo, con la conclusión de dos actuaciones emblemáticas en el primer semestre del año 2023. Será entonces cuando, si no hay novedad, entre en funcionamiento la nueva estación de autobuses y se complete el elemento  que más demoras, problemas y polémicas ha suscitado, la solución al nudo de Vara de Rey, que la actual Corporación ha resuelto, casi, como se preveía al principio, con la desaparición del túnel, y un cruce semaforizado en la intersección con Duques de Nájera. Con la subestación eléctrica de Cascajos en procesos de soterramiento [ya está prácticamente desmontada y se espera que entre en funcionamiento a final de 2023 o principios de 2024], solo quedará pendiente la construcción de un vial anexo para poner fin a la primera fase de la mayor obra que Logroño ha emprendido en los tiempos modernos.

Más allá del prurito profesional,  Iñaki Ábalos, artífice de la obra de integración del ferrocarril, estima que se trata de uno de los proyectos de infraestructuras e inserción urbana «más ambiciosos» que se han proyectado  y realizado en España con éxito. El arquitecto ensalza el trabajo de los responsables de la sociedad LIF2002 y atribuye parte del favorable desempeño a la «muy buena» gestión del proyecto, que se ha prolongado durante dos décadas, y que han contemplado cuatro alcaldes -Julio Revuelta, Tomás Santos, Cuca Gamarra y Pablo Hermoso de Mendoza;tres presidentes de la comunidad riojana, Pedro Sanz, José Ignacio Ceniceros y Concha Andreu;y varios ministros de obra pública, de diferentes partidos polí?ticos sin que la intervención, a pesar de demoras y la complejidad económica que entraña un proyecto de esta envergadura, se haya detenido. «Ha habido momentos en los que parecía que se iba a abortar, ha habido otros en los que ha ido como un cañón, pero ha salido adelante gracias también a la capacidad de adaptación que han demostrado los estamentos públicos», resalta Ábalos, que pondera que siempre «ha existido la voluntad» de seguir adelante con el proyecto», que le ha convertido en «único».

Señala que, con la perspectiva que dan dos décadas, contempla la intervención «adelantada a su tiempo» y justifica su opinión en el nuevo concepto urbanístico que defienden las instituciones europeas, basado en tres elementos:inclusión, sostenibilidad y belleza, que convergen en este proyecto. Argumenta la defensa desde el estudio que dirige junto a Renata Sentkiewicz del «derecho de todos los ciudadanos a cierta igualdad» con el diseño de una infraestructura que «ayude a equilibrar» todas las zonas de la ciudad y la aportación de un gran espacio público que puede funcionar con autonomía gracias al agua subterránea que recorre Logroño.

Destaca el «enorme esfuerzo» realizado en los sistemas constructivos para lograr una «alta calificación» en los aspectos de identificación medioambiental, lo que les ha valido el segundo premio de Breeam Urbanismo concedido en nuestro país, el certificado de sostenibilidad «más prestigioso que existe en estos momentos», gracias al «trabajo sistemático» del uso de productos reciclados o reciclables.

Pero sí hay un aspecto que caracteriza y define el proyecto es la cúpula y el parque que, a lo largo de 35.000 metros, cubre la herida que suponía el trazado del ferrocarril, que se han establecido como la gran puerta de entrada a Logroño. «Es un icono, una imagen que llama la atención a todo el mundo que llega», argumenta su artífice, que alude al interés de crear piezas «memorables» que llamen la atención sobre la propia ciudad.

El proyecto contempla también  la construcción de 12 edificios con unas 1.200 viviendas:en la zona oeste se han previsto dos simétricos de baja más 11 y ático, uno a cada lado de Miguel Delibes, próximos al Nudo de Vara de Rey y tres bloques de baja más 6 junto a Marqués de Larios.

En el centro se han trazado cinco torres de baja más 21 alturas, tres al oeste de avenida de Colón y dos al este, junto a avenida de Lobete. El plan se completa con dos bloques aterrazados de baja más 8 en el este. 

«Hemos previsto una corona a lo largo del perímetro para permitir que la transición entre unos sistemas y otros fuese dúctil y coherente», explica su creador, que menciona las «pequeñas» torres, que no apuestan por una verticalidad «salvaje». Al respecto entiende, que estas construcciones otorgan un valor tridimensional a «este subcentro» de la ciudad.

 

La opinión del experto

Javier Peña, responsable de Concéntrico

«Aporta a la ciudad un gran espacio público de calidad» 

El arquitecto Javier Peña, artífice del festival Concéntrico y miembro del equipo redactor del Plan General Municipal (PGM) de Logroño, estima que se trata de un proyecto «muy relevante» para Logroño por su escala y por el «enorme efecto» que ha provocado en una zona en desarrollo. Valora en particular los 35.000 metros del parque Felipe VI, que aportan a la ciudad «un gran espacio público, muy atractivo para ese ámbito» y resalta, además, que se establece como hilo conector de los nuevos desarrollos urbanos con los inmuebles levantados en los años 70. Insiste en su elevado aprecio por el parque, donde Concéntrico ha  planeado este año una intervención, porque ha entregado a la ciudadanía «un punto de encuentro», un gesto «que le da relevancia al proyecto en si mismo», más allá de la infraestructura y de «las oportunidades que genera para conectar la ciudad». El arquitecto apuesta por acometer las fases II y III, «que son a las que más población van a afectar» y, al tiempo que reconoce su complejidad, defiende la eliminación de «barreras» que separan a los barrios. Sin evaluar específicamente la solución del nudo de Vara de Rey, afirma que no considera a los túneles «espacios cómodos» por la poca facilidad para el tránsito peatonal e inapropiados en un escenario de creación de una ciudad «más amable».