Seguramente, cuando Javier Peña llegó hace una década con su proyecto de festival debajo del brazo para ofrecérselo a Logroño pocos creerían que un ciclo dedicado al diseño y la arquitectura atraería 52.000 visitas en una semana (casi el doble que Actual), generaría más de un millón de impresiones en Instagram y reuniría a 250 participantes, entre equipos de creadores, organizadores, voluntarios y trabajadores para montar las instalaciones. Sin caer en el tópico, Concéntrico ha posicionado a la capital riojana en el mundo del diseño urbano como un laboratorio internacional donde bullen ideas y reflexiones acerca de la relación siempre enriquecedora y a veces tensa entre ciudad y ciudadanía.
Una década de Concéntrico es una cifra redonda para echar la vista atrás y ver lo andado. ¿Qué poso ha dejado el festival a Logroño en este tiempo?
Es muy relevante. Cuando empecé con el proyecto y fui por primera vez a contárselo al Ayuntamiento y luego se sumó la Fundación COAR (Colegio Oficial de Arquitectos de La Rioja) pensaba poner encima de la mesa la arquitectura y el diseño como prácticas más asimilables por la gente de lo que pensaba que ocurría en ese momento. Y creo que ese objetivo está más que conseguido. Hay un nivel de conocimiento como ciudadanía relevante frente a otros lugares. La idea de proceso que siempre ha existido en el festival, con los diez años ha adquirido una madurez que perciben los equipos.
¿Y de qué forma detectan los arquitectos y diseñadores participantes ese interés de la ciudadanía logroñesa por Concéntrico?
Ven cómo la gente reinterpreta y usa las intervenciones de manera que no es habitual. Concéntrico es un proyecto que ha ido escuchando a la gente y asumiendo cosas para dar pasos hacia adelante. Y hemos llegado a ese punto de tensión que tiene el proyecto porque hemos encontrado la respuesta de la gente. Siempre se ha ido realimentando. Todo eso viene de un conocimiento compartido con Logroño y con quienes nos visitan. Es una comunidad muy transversal y ecléctica. Hemos encontrado una herramienta para conocernos y entendernos mejor y comprender retos futuros y cuestiones contemporáneas que nos interpelan como sociedad.
¿El gran público capta esa esencia;es decir, ve en la cama elástica de la Plaza del Mercado algo más que un entretenimiento para niños?
Creo que sí. Muchas veces se piensa que las personas tienen menos recursos de los que realmente tienen, pero hay una sociedad que tiene un alto grado del conocimiento del entorno.Los proyectos que proponemos los entendemos como una especie de grada, con gente que puede quedarse en el primer peldaño y otros que llegan al último. Siempre hemos querido ser muy accesibles, con una propuesta muy inclusiva que no expulse a nadie por el grado de intelectualidad y que el conocimiento se vaya generando. Muchas cuestiones están relacionadas con la idea de que las cosas no son inmutables, sino que está a la alcance de la mano que sean de otra forma.
Dos de las instalaciones del Concéntrico de este año se convertirán en fijas y se quedarán en Logroño. ¿Se repetirá en ediciones venideras?
Es una iniciativa del Ayuntamiento, pero desde que empezamos ha habido una intención de que eso ocurriera y ya había ocurrido, ya que las cajas para pájaros en la Glorieta siguen estando, y los areneros de la plaza de San Bartolomé están en el colegio Duquesa de la Victoria. Esta vez quizás tienen una presencia mayor. El mobiliario que se quedará en la Biblioteca Rafael Azcona acompaña bien al cambio tranquilo que ha tenido la ciudad en ciertos lugares. Para nosotros es una satisfacción que los equipamientos se puedan usar de otra forma, con capacidad de transformación del entorno social. La propuesta del parque Felipe VI es un trabajo que hemos hecho con la Sociedad Logroño Integración del Ferrocarril, pensando que en la escala enorme de ese parque una pieza que es un árbol que da sombra, introduce el color y da la referencia funciona a la perfección.
Una de las novedades de este año ha sido el concurso 'La calle a 10 años', cuya propuesta ganadora, 'Scenius 26003', recoge propuestas ciudadanas para la remodelación de la Glorieta del Doctor Zubía. ¿Se ha detectado interés en la calle por contribuir a rediseñar ese céntrico espacio?
Quizás esto haya sido lo más emocionante de esta edición. Yo he vivido siempre en Avenida de Navarra, por lo que he estado pegado a la Glorieta. Más allá del megáfono que hemos montado, quizás el proyecto 'La calle a 10 años' trataba de evidenciar que la solución a los problemas de las ciudades no es solo la transformación física de los espacios, con una reforma o con lo que sea, porque hay problemas sociales, urbanísticos o económicos. Al final, la ciudad es conflicto; hay tantos intereses volcados en un sitio y tantas formas de mirarlo que surge el conflicto. Hay que dar una respuesta que seguro que no contentará a todo el mundo, pero hay que tratar con cuantas más ideas y personas mejor.
¿Y han surgido muchas ideas de ese proceso participativo?
Para mí ha sido radical lo que ha ocurrido estos días ahí. Hubo una mesa redonda con unas 150 personas paradas ahí, escuchando durante dos horas y media estrategias para abordar ese lugar con los cinco profesionales finalistas (del concurso).
La Glorieta es un punto estratégico, un icono de la ciudad de donde parten manifestaciones, que acoge actos, que es lugar de paso y de encuentro, y sin embargo presenta una imagen un tanto desabrida. ¿Se la juega el Ayuntamiento con la reforma prevista?
En las ciudades se generan ciertos estigmas que, por ejemplo, nosotros veíamos en las primeras ediciones del festival cuando todo se hacía desde la calle Portales hacia el Ebro, porque había un estigma muy claro sobre esa zona de la ciudad. Yhabía una barrera social que se ha ido eliminando. En esas primeras ediciones intentábamos introducir gente ahí, porque es una zona con valores patrimoniales, urbanísticos y de callejero interesantes. Hemos hecho intervenciones en lugares duros para romper la barrera psicológica de la calle Portales. El festival intentó quitar aquel estigma y quizás es algo que hemos intentado ahora hacer con la Glorieta. ¿Por qué este lugar no se ocupa, no se habita ni se transita? Nosotros no venimos a resolver los problemas de la ciudad, pero quizás podemos poner un granito de arena cambiando la percepción que tiene la gente de este lugar. Seguramente nunca ha pasado tanta gente por la Glorieta como estos días. Hemos tensando una situación para provocar sensaciones. Ha habido acciones de escuchas con el micro abierto, se ha hablado en diferentes idiomas y hemos querido incluir a los más jóvenes en el pensamiento ciudadano. Meter a gente ahí ha sido revolucionario.
Como arquitecto y como logroñés que tiene en la Glorieta un referente desde la infancia, al haber vivido cerca, ¿qué carácter le daría a ese espacio con la reforma?
En ese entorno hay que hacer mucho trabajo social; de ahí vendrá el éxito de lo que se haga. Si es una reforma física, nosotros contribuiremos con el conocimiento que se ha establecido estos días. Se va a entregar un pequeño informe al Ayuntamiento con este catalizador de ideas y de voces para que en la medida de lo posible las técnicas que están planteando la reforma puedan incluirlo. Supongo que invertir en el lugar ayudará al cambio. Los años en que estuvo cerrado el Instituto Sagasta por la reforma tampoco ayudaron. Quizás ahora la zona está en un proceso de cambio y espero que acierten. Yo no tengo una varita mágica, pero creo que una reforma que fuera solo cambiar el pavimento no bastaría;tiene que haber un cambio de percepción de la gente. En las ciudades, a veces los cambios son lentos, pero cuando se producen son imparables y una degradación es difícil de echar atrás. Hay que estar alerta y ser predictivos, porque hay un subconsciente es difícil.
A Concéntrico se le suele definir como un movimiento de arquitectura efímera. ¿El cambio constante es el signo de los tiempos, en contraposición con la arquitectura clásica, que erigía edificios que tardaban siglos en culminarse, pero que perviven?
A mí no me gusta denominar a lo que se hace en Concéntrico como efímero. Me parece que habla más de una arquitectura temporal. Y ha habido en la historia muchas arquitecturas temporales, que han cumplido su función. Por ejemplo, el arco de San Bernabé, que se monta todos los años en la calle Portales por las fiestas, y nadie piensa que es efímero, sino que es temporal y cumple la función de generar una empatía colectiva. O la plaza de San Bartolomé, donde había un mercado que duró el tiempo que se tardó cuando se construyó otro. Concéntrico siempre ha tenido el tiempo como estrategia, con esa temporalidad de seis o siete días para concentrar a gente y propuestas. Es una arquitectura que proviene más de la conciencia social, con las personas en el centro, más que de la durabilidad física.
En Logroño, la revisión de la política de movilidad urbana y de los ejes ciclistas de la etapa de Hermoso de Mendoza ha generado controversia. ¿La cesión de espacio por parte del coche al peatón, al ciclista o al patinete es una tendencia irreversible?
Me da pena que ese debate se haya convertido en una cosa tan encarnizada, cuando debería venir desde lo profesional, de los flujos de vehículos y peatones;es verdad que tiene intencionalidad, pero es algo casi técnico, del estudio de los datos. Que se haya enrocado tanto, hace un flaco favor a la evolución y al conocimiento de cómo hacer las cosas. No sé si es reversible. Parece que proviene de una ideología y creo que esto es más bien ciencia.
Además de la Glorieta, hay otros proyectos de importancia, como la transformación de la vieja estación de autobuses en un centro social, la culminación del entorno del soterramiento o la regeneración del barrio de La Villanueva, por no hablar de seguir recuperando el casco antiguo. ¿Hay algún otro espacio de la ciudad en el que usted intervendría?
La ciudad siempre requiere miradas externas. Me gusta que hayan sacado un concurso para la estación de autobuses. En Concéntrico hemos sacado concurso y las propuestas que se presentan son muy buenas. Los concursos son fundamentales para alimentar la transformación de la ciudad con el mayor talento, de donde pueda venir. Y si Logroño se puede convertir en un referente para los mejores concursos de arquitectura y diseño urbano se leería desde fuera que es una ciudad con interés por hacer bien las cosas y que valora el talento de forma anónima.
Otro debate candente es la convivencia de vecinos, turistas y hosteleros en el casco antiguo. ¿Cómo hacer que ese cóctel guste a todos?
Tiene que haber un reparto de las intensidades en la ciudad. Tendríamos que analizar cuántas mesas y sillas hay en los lugares más tensionados y ver si es asumible. Quizás haya que hacer un mayor reparto de esas ocupaciones del espacio público con terrazas y demás para que esté más reequilibrado. No se puede mirar hacia otro lado;el problema surge porque hay mucha densidad de uso del lugar y a veces se puede delimitar de alguna forma y generar un reparto para que aparezcan oportunidades de negocio en otras zonas. Es difícil, porque en toda ciudad hay unas zonas más representativas con un uso más intenso y tal vez lo que hay que hacer es invertir más en ellas para que el mantenimiento y la capacidad de habitarlo sea mejor. Quizás haya que plantear que en vez de seis o siete filas de mesas de terraza debe haber dos o una...
¿Hay que poner coto a los apartamentos turísticos?
Hay que equilibrar los flujos de población en las ciudades, porque los servicios que se ofrecen a esas poblaciones son diferentes a las habituales, con lo cual se produce la tensión entre las necesidades divergentes de quien hace su vida aquí y quien viene día y medio. Si no hay un equilibrio se produce un desbarajusta. Habrá que analizar qué capacidad de absorción de público ajeno tenemos como ciudad. Hay que entenderlo con datos, para saber hasta dónde se puede llegar en ocupación hostelera y turística para que el bienestar no solo sea para quienes vienen a vernos.
Estamos en la capital de la principal región vitivinícola de España. Tenemos el CCR, calados, bodegas y la calle Laurel. ¿Es un currículum urbano suficiente para mostrar ese pedigrí al mundo?
Quizás lo que falta es contarlo mejor. Hay muchas herramientas y estructuras creadas; están los calados, la asociación de bodegas y la gente conoce La Rioja. Quizás hay que creérselo y contarlo. Tal vez haga falta una estrategia estética de visión de la ciudad. Hay ciertas inconexiones. Se requeriría una visión más general y transversal entre departamentos, desde acciones turísticas, pero también diseño urbano, espacios verdes o comercio, todo ello dentro de una estrategia general. Quizás hayan estado las bodegas por una lado y las entidades públicas por otro. Cuando vienen los equipos a Concéntrico dicen 'qué ciudad tan bonita', pero creo que podríamos darle una vuelta de tuerca más que nos diera una relevancia mayor como capital del Rioja y de valores de calidad de vida y proximidad. Quizás no nos lo hayamos creído y estamos rodeados de comunidades que se lo creen más. Si no lo hacemos, otros se lo llevarán.
Logroño tiene ante sí, a corto plazo, la revisión del Plan General, la hoja de ruta del urbanismo de los próximos años o décadas. ¿Qué modelo de ciudad se necesita?
Hay que ir a un modelo que repiense la ciudad consolidada, consolidar lo existente. Lo de crecer por capas de cebolla ha generado una bolsa de ciudad enorme en los últimos 30 años. Logroño es una ciudad que tiene capacidad de crecer, pero quizás en los edificios ya existentes. Habría que hacer un buen estudio de vivienda vacía para colmatar eso y destensar el centro. Repensar la centralidad de la ciudad será fundamental en el desarrollo del plan general. Y habrá que pensar también en la nueva movilidad.
Compañeros suyos del Colegio de Arquitectos cuestionan el proyecto del edificio de la empresa tecnológica Bosonit en la calle Marqués de San Nicolás; y otros lo defienden, entre otros el exalcalde y también arquitecto Julio Revuelta. ¿Usted lo ve admisible en esa ubicación?
Mis padres tenían una carnicería y un obrador en esa zona, con lo cual la conozco bien. En realidad el problema que ha tenido ese proyecto es la altura. A mí me parece fenomenal que entre ahí un proyecto innovador, que lleve población al centro histórico y flujos de uso diferente. No llego a entender por qué no se puede bajar una o dos plantas y reequilibrar un poco el volumen y generar esa inversión que puede ser muy atractiva para ese lugar. Que fuera como un pacto. A veces los debates se encarnizan, pero creo que la cuestión más problemática es la altura y se podría reequilibrar.