Desde el próximo lunes, el extremo derecho del Ciudad de Logroño comenzará en el colegio Siete Infantes de Lara de la capital riojana sus prácticas de cuarto curso del Grado de Educación Primaria. David Cadarso (Logroño, 2001) atiende a este diario ya adentrados en su rutina diaria, que comienza 45 minutos antes de inicar la sesión de entrenamiento franjivina, en el silencio de un pabellón gigante que no acostumbra a deleitar una imagen tan muda como fastuosa.
Séptima temporada en el Ciudad de Logroño. Su juego y su liderazgo evolucionan.
El primer año empiezas como un chavalín de la cantera y todo es maravilloso. Estás siempre sorprendido porque tus compañeros son las personas a las que ves por la tele. Todo te parece increíble. Luego pasan los años y vas aprendiendo. Con Rudolph Hackbarth aprendí mucho en los dos años que compartí con él. A partir de ahí, te vas enfocando más en ganarte el puesto, porque ya no eres la promesa de la cantera que subía, sino que tienes que trabajar para jugar. Tú tienes que buscarte las castañas. Con Edu Ortiz, los dos de la casa, también aprendimos juntos y empecé a jugar muchos minutos de titular hasta hoy, que también acumulo muchos minutos como titular. Así que muy contento.
Desde la 2018/19 ha ido de la mano con Miguel Velasco. De hecho empezaron juntos. ¿Hablan?
Sí, bastante. Hace dos tres años sí me decía que había mejorado en el tiro, en el físico… pero cuando conversamos sí que comentamos mi progreso y que tiene esa confianza en mí, algo que se agradece. Te permite jugar siendo más libre porque sino estás condicionado en qué pensará el otro si lo hago mal. Esa confianza te ayuda a no darle más vueltas a la cabeza a otros temas.
No solo ha evolucionado en el juego. También es el lanzador de los 7 metros.
Hace un par de temporadas los tiraba Mamadou Diocou pero se marchó a mitad de temporada y Miguel sabía que yo no los tiraba mal. Probamos en un partido y empecé metiéndolos. Sí es verdad que he cambiado mi forma de tirar, porque sabes dónde tienes que mejorar o cuando tienes que amagar más. Cada día tiraré 30 o 40 penaltis y para mí ya es una costumbre. Luego es normal fallar en los partidos como se falla en todo, pero esa confianza la tengo, porque al principio estaba nervioso hasta para coger el balón y casi no sabía ni qué hacer.
¿Le gusta verse en vídeo para mejorar?
Sí, me gusta. En el partido tienes tu propia perspectiva, pero luego desde la cámara se ve de otra forma diferente, sobre todo tácticamente, porque se ve mucho mejor. Se ven cosas diferentes y puedes corregirte, tienes que ser tu propio profesor para ir puliendo los detalles.
Este verano solo tres caras nuevas. Eso ayudará.
Claro. Todos los años había que explicar las jugadas desde cero. Los cruces, las permutas… todo nuevo. En cambio este año nos sabemos las jugadas, solemos cambiarlas y meter variantes, pero en la pista ya conoces a todos los compañeros con los que estás en pista, sabes qué hacen, qué no hacen, sus puntos débiles y sus fortalezas.
Está aquí 45 minutos antes de empezar cada entrenamiento. ¿Por qué?
Yo me organizo un plan de pesas y ejercicios. Leí un libro sobre entrenamiento funcional en la preparación física de Michael Boyle y te explica cómo trabajar la pliometría, saltos, potencia, agilidad en escalera… Yo me organizo de tal manera que estos ejercicios que realizo antes de comenzar el entrenamiento me ayuden a mi rendimiento en pista. Este año nadie me acompaña (ríe), cuando estaba mi hermano lo hacíamos juntos. Además las lesiones me respetan y espero que siga siendo así.
Es un cambio que le afecta para bien.
Sí. Últimamente he visto muchos reportajes deportivos, en especial de NBA que los jugadores se quedan hasta el final del entrenamiento tirando a canasta. Pues yo este año siempre me quedo a practicar mi disparo cuando acaba el entrenamiento, haciendo 100 tiros al día. Empecé probando, un día o dos días y ahora si no lo hago no me siento bien. Tengo detrás de las gradas una portería que pedí al conserje para no molestar a nadie y con 10 balones hago 10 series y me voy a casa. Es algo que luego en partido cambia porque está el portero, pero te da esa confianza de saber que si has tirado 50 veces a la escuadra, automatizas dónde está la escuadra y lo interiorizas de cara al partido.
¿Cómo está siendo el primer año sin Eduardo?
Diferente. Todos los años íbamos y volvíamos juntos, pero este año también me da esa independencia de poderme quedar, porque si él o yo teníamos algo después no nos podíamos quedar. Pero este año como estoy solo sé mis horarios y mis estudios y me puedo organizar de una manera más independiente. Siempre pensábamos en que tendría que llegar el momento que cada uno jugásemos en un equipo y en un país diferente. Era cuestión de tiempo porque en la vida no siempre voy a estar jugando con mi hermano en todos los equipos a los que vayas.
¿Se ha planteado marcharse de la Liga Asobal?
Sí. Como en cualquier trabajo. Tú en una empresa, por ejemplo, cuando empiezas y siempre quieres ir ascendiendo hasta querer llegar a lo más alto, aunque estés bien donde estás. Tal y como están las cosas en España, las mejores ligas están fuera, en Alemania, Francia o Dinamarca. Entonces da pena por lo familiar porque aquí está mi familia, mi novia y mis padres. Pero si quieres vivir de esto llegará un momento en el que tienes que salir fuera, porque por Europa están mejor las cosas económicamente y de nivel de juego también.