Los trabajadores de la Consejería de Agricultura o del Consejo Regulador disfrutarán mañana de una jornada de asueto, fecha en la que todos los pueblos de La Rioja celebrarán al patrón de los agricultores, un sector que este año está para pocas fiestas. Los profesionales europeos han manifestado su profundo malestar por asuntos como el aumento del precio de los insumos , la competencia de terceros países o la gestión comunitaria en esta sensible área -los Veintisiete dieron ayer luz verde a la revisión de la PAC-, unas protestas en las que el campo riojano, al igual que sucedió en las primeras movilizaciones en Democracia, las de 1977, se han situado a al vanguardia, castigados, además, por un mal año climatológico. Estas y otras circunstancias están llevando a una pérdida paulatina de profesionales con dedicación exclusiva a la agricultura y ganadería y el pasado abril eran 4.045 personas las que estaban afiliadas en el régimen especial agrario, frente a los 4.330 de hace exactamente cinco años, los 4.180 del cierre de 2013;que eran 5.580 diez años antes. Este abandono progresivo de la actividad y la falta de relevo generacional no son, sin embargo, óbice para que el sector agroalimentario riojano siga mostrando un comportamiento sobresaliente, arrojando las mejores cifras del país.
Luces y sombras. Según el Observatorio sobre el sector agroalimentario de las regiones españolas, publicación de referencia que edita anualmente Cajamar, en 2022 -últimos datos disponibles- y, a pesar de la pequeña aportación al valor global, su importancia en La Rioja es indiscutible, y supone el 21,3%, 1.503 millones de euros, del PIB regional, el más elevado de todas las comunidades autónomas. No obstante, sí es cierto que el panorama arroja algunas sombras y su crecimiento entre 2021 y 2022 -del 2,3- fue un punto inferior a la media, mientras en el caso solo de la agricultura experimentó un retroceso del 2,4%, el segundo más elevado del país, junto a Aragón y detrás de Extremadura, que contrasta con el crecimiento del 4,4 del año anterior, que había sido el mayor en España. El empleo, que se eleva 22.378 trabajadores, repartidos entre el campo, la fábrica y el área de comercio, supone el 15.9%, y experimentó un retroceso del 2,6, frente a la mucho más contenida, del 0,3% del conjunto nacional
El tejido empresarial de la industria agroalimentaria está formado por 640 empresas y aporta el 2,1 % del total de España, un número reducido -a tono con el tamaño de economía regional-, que, sin embargo, supone la tercera parte del total de empresas manufactureras riojanas, el nivel más alto de todo el país. El Observatorio también destaca que el sector agroalimentario riojano es el más competitivo de España, situándose un 30 % por encima de la media nacional. «Este buen resultado, que se repite año tras año, se debe a la elevada productividad en las tres actividades agroalimentarias, destacando la industria de la transformación, que es un 68 % más productiva que la de España, seguida de la agricultura (41 % más) y la comercialización (26 % más)». En este ámbito, a pesar del descenso de las exportaciones de vino, las conservas y la producción de frutas y hortalizas mostraron buen comportamiento el año pasado, hasta los 860 millones, frente a los 803 de 2022.
La producción. A pesar de las notables cifras que ofrece el Observatorio sobre el sector agroalimentario de las regiones españolas, la producción agraria ha caído en La Rioja en la última década, y se han recogido 40.000 toneladas menos, al pasar de 1.074.631 a 1.034.815 toneladas, a consecuencia de una caída generalizada en la mayoría de productos.
En esta estadística sobresale la colza, que se mantiene al alza y que se ha establecido como alternativa al cereal porque, entre otras ventajas, aporta beneficios de carácter agronómico a la hoja de cultivos. Las campos de flores amarillas han aumentado su superficie y, consecuentemente la producción, que se ha multiplicado por 17 en una década para suponer 9.782 toneladas en 2022 frente a las 445 de hace una década.
La uva, a tono con las dificultades que atraviesa el vino, ha experimentado en la pasada década una sinfín de vaivenes y fueron 301.025 toneladas, según la Estadística del Gobierno riojano, las que se recogieron en 2022, cerca de 50.000 más que 10 años antes, aunque, bien es verdad, que a una distancia considerable del año de mayor producción, 2018, cuando fueron 349.000 toneladas de uva.
Las aceitunas muestran también una tendencia de crecimiento y, al igual que el vino, aunque por diferentes razones, han sufrido importantes oscilaciones desde 2012, año en el que se recogieron 8.218 toneladas, que fueron 18.083 en 2020 para retroceder, por cuestiones climáticas, hasta las 13.474 en 2022.
Aunque el descenso en ciertos cultivos obedece a la meteorología, destaca el caso de productos importantes, como los champiñones -fueron 70.109 en 2012 y 63.180 en 2022- o la patata, en cuya producción fue en su día hegemónica La Rioja, que se ha reducido más de un 65% -desde 57.400 hasta 14.300 toneladas-.