La designación por Alberto Núñez Feijóo de la escritora gallega Marta Rivera de la Cruz como número dos de la lista por Madrid ha causado una cierta decepción entre quienes esperaban que ese puesto lo ocupara una persona de más relumbrón, bien por su independencia, bien por su sapiencia, bien porque estuviera avalada por su experiencia política. O sea, que Feijóo ha elegido un peso medio en lugar de un peso pesado para uno de los puestos más codiciados de las candidaturas, aunque así ha evitado dar pistas sobre quien formará parte de su equipo directivo.
Para ocupar ese puesto hay quien había puesto en circulación el nombre de la exministra de Trabajo Fátima Báñez, pero como en un cónclave vaticano, quien entra papa sale cardenal y ella, muy ligada en su día a Soraya Sáenz de Santamaría, no ha entrado en la lista. Quizá sea porque tras ser la autora de la reforma laboral del gobierno de Mariano Rajoy ha avalado también la contrarreforma llevada a cabo por el gobierno de Pedro Sánchez con el acuerdo de los sindicatos y de la patronal, a la que asesoraba.
Del trabajo político de Marta Rivera de la Cruz se ha destacado más su oposición al propio Núñez Feijóo, al que conocía bien por la cosa del paisanaje y de las campañas galaicas, que su labor como consejera de Cultura en el gobierno autonómico de Madrid, cargo que ejerció primero en la cuota de Ciudadanos y cuando este partido fue laminado en las elecciones de 2021, siguió en el cargo ahora con la chaqueta azul. Su gran mérito en consideración de su jefa fue mantener los cines y teatros abiertos, en línea con la libertad de tomar cañas que fue el santo y seña de la gestión de la pandemia por Díaz Ayuso.
Si la elección de la escritora gallega es para que Feijóo demuestre lo interesado que está en que la cultura sea una línea fundamental de su mandato podría haber buscado un escritor o escritora de mayor fuste en las páginas de determinados periódicos, donde los hay que han hecho méritos suficientes para complacer al líder popular. Eso sí, carecen de la experiencia de gestión que la finalista del Premio Planeta. Ni en el universo literario ni en el político ha causado emoción la designación de Rivera de la Cruz y a ella le corresponderá desmentir a sus críticos con sus aportaciones.
Hay otros nombres en las listas que sí revelan cuáles son los frentes que quiere tener cubiertos Feijóo. Además de rodearse de todos los que le han acompañado desde Santiago del "clan gallego" a los que ha colocado en puestos de salida, y a nadie debiera parecer mal que se rodee de gente de su confianza, -lo que va de suyo en todos los casos, incluso en el de los adversarios-, contará en el Congreso con dos personas que serán vanguardia en la lucha política en el sentido más descarnado y menos moderado. Vuelve Rafael Hernando, especialista en la lucha en el barro en la categoría de peso pesado como ha demostrado en sobradas ocasiones, y permanece como fina estilista para las batallas culturales con la izquierda Cayetana Álvarez de Toledo, pero que también ha demostrado saber ser verso suelto, con planteamientos muy cercanos a Vox.
A Feijóo le falta dar la campanada con el responsable de la política económica, que sí debe ser un peso pesado, y elegir bien una categoría alta para quienes le pudieran acompañar en el gobierno de la nación.