El presidente norteamericano, Donald Trump, ha cumplido su amenaza e impondrá aranceles del 25% a todos los automóviles y sus componentes fabricados fuera de su país en un movimiento que ha sacudido los mercados internacionales, generado la reacción de la Comisión Europea - «estamos preparados para responder de manera firme, proporcionada y calibrada»- y una gran preocupación en el sector.
A pesar de que los ministros de Economía, Carlos Cuerpo, e Industria, Jordi Hereu, consideran que España se verá afectada de forma «limitada», lo cierto es que la patronal de los componentes Sernauto alertó ayer del impacto que puede suponer para los proveedores españoles, que facturaron el año pasado en Estados Unidos el 4% de la cifra total de las exportaciones, 1.021 millones de euros.
El anuncio de la Casa Blanca señala que la imposición de aranceles afecta a «algunos» componentes de automóviles, como motor o transmisión, de tal manera que no se ha calibrado aún la afección que podría suponer sobre el sector en La Rioja, un área que aglutina el 10,6% del PIB industrial, genera 8.000 empleos entre directos e indirectos y que se adscribe a las áreas de caucho, plástico y metal.
Sin perjuicio de ello, oscurece aún más las sombras que se ciernen sobre el sector, que se encuentra en Europa, donde emplea a 14 millones de personas y supone el 7% del PIB-, en un laberinto del que no halla salida.
Daniel Rueda, secretario general del Clúster de Automoción de La Rioja, sin conocer al detalle los componentes que se verán afectados, estima que este decisión «se ha convertido en otra herramienta de incertidumbre» sobre un sector que funciona «a trancas y barrancas, con perspectivas poco halagüeñas». Señala que «aguantamos el tirón», habida cuenta de que se venden menos vehículos de los que se fabrican, y reitera que los vaticinios no son positivos en un entorno convulso que impide ofrecer previsiones precisas a medio plazo.
Tensión. Informa de que hay empresas riojanas que exportan directamente componentes a Estados Unidos y constata fábricas que están «tensionadas» al sufrir las continuas paradas de sus clientes, los grandes fabricantes de automóviles.
Menciona también el plan de acción que la Comisión Europea presentó hace 15 días para salvar el sector, una hoja de ruta que pretende facilitar la transición de toda la industria automovilística hacia vehículos limpios y conectados, una medida que ha suavizado los objetivos de emisiones de CO2. Reconoce, además, el retraso europeo en el desarrollo de software para vehículos, «estamos a generaciones de distancia de Estados Unidos o China», distancia que también quiere acortar la Comisión, que mira hacia la automoción eléctrica, «Europa se ha dado cuenta de que chinos y estadounidenses están mucho más adelantados que nosotros en cuanto a la nueva movilidad», señala Rueda, que recuerda que este continente ha ocupado tradicionalmente el liderazgo.
Poco boyante.La misma inquietud que en el seno de la patronal ha despertado en los sindicatos la decisión del mandatario estadounidense sobre un sector que, según reconoce Carlos Alfaro, secretario general de la Federación de Industria de UGT, «no anda muy boyante». «Si ya teníamos problemas en algunas empresas, esto no va a beneficiarlas», señala el responsable sindical que, no obstante, confirma que no se están produciendo despidos ni trabajadores en ERTE. Apunta que las empresas riojanas tienen entre sus clientes a Stellantis o Wolkswagen, que exportan a Estados Unidos, y que se verán seriamente afectadas al producirse una importante subida de los precios, que estima entre 6.000 y 12.000 euros. Ahora bien, vaticina que la afección no será a corto plazo, habida cuenta de que las fábricas riojanas tienen trabajo, «aunque no cogen piezas nuevas» de cara al futuro.